Relato y contra relato disputan sus interesados balances tras la marcha de los fiscales. El “partido mediático” respalda al “partido judicial” sin temor al delirio, tanto en estimaciones numéricas como en conclusiones políticas. En el espejo, se refleja el relato K, que minimiza una crisis política que podría arrasar con el verdadero sentido “histórico” del kirchnerismo como restaurador de un régimen que se desmoronaba trece años atrás. La “marcha del silencio”, encuentra su correlato en los silencios oficialistas. El “progresismo” ensaya una extraña ilusión en que se fortalezca la derecha. Nobleza obliga, hay que reconocer que ayudan a ello, por fuera y por dentro. Podrían decir con autoridad: “son todos hijos nuestros”.
Domingo 22 de febrero de 2015 11:49
El PJ: Partido Judicial
En pocos días se ha escrito mucho. La prensa opositora encabezada por Clarín y La Nación impulsó y cubrió la movilización con evidente entusiasmo y perdió el control, junto a la calculadora. Los números se discutieron mucho y, como reconoce Horacio Verbitsky en su columna de hoy, La Izquierda Diario realizó una evaluación objetiva y científica de la participación cuantitativa y cualitativa.
Sectores medios y altos, avanzados en edad y antikirchneristas de antaño que, a diferencia de los cacerolazos de 2013, atemperaron sus crispados ánimos. La marcha de los fiscales no aportó, entonces, ni más gente ni nuevos sectores a la oposición social conservadora que, a falta de “significante vacío” (una representación política coherente), busca “significantes líquidos” para expresarse.
La marcha plantea dos problemas inmediatos. En primer lugar aporta a fortalecer a la reaccionaria casta judicial, encabezada por los encubridores de los atentados contra la AMIA. Casta de salarios millonarios y cargos vitalicios, pero que no recibieron un solo voto popular y que está ligada a los grandes intereses capitalistas, al narcotráfico, los negociados de corrupciones políticas, y desde ya, a todas y cada una de las formas de represión contra los trabajadores y sectores populares.
Por el otro, la significación de ésta en el fin de ciclo K y las disputas electorales. La crisis de la oposición patronal está lejos de resolverse. Se evidencia en la proliferación de candidatos que “no miden”, que no parecen generar confianza en amplios sectores de masas, y nos animaríamos a decir, tampoco del empresariado. ¿Acaso alguien coherente, sea de izquierda o de derecha, quiere que Carrió gobierne este o cualquier otro país?
De allí que el “partido mediático” y el “partido judicial” parecen haber tomado en sus manos la estrategia del presidente del radicalismo, Ernesto Sanz y foguean una interna de todos los opositores donde por ahora, el principal beneficiado parece ser Macri, tal y como señala Mario Wainfeld. Macri, en el día de ayer, sumó a Carlos Reutemann a su armado, que comienza a tener algo más de cuerpo nacional, con posiciones interesantes electoralmente en Capital, Santa Fe y, en menor medida, Córdoba.
Contra las cuerdas aparece Massa, a quien le queda como única carta de negociación la estratégica provincia de Buenos Aires, donde el macrismo es aún débil. El aporte de Pino Solanas es más que escaso ya que con suerte, disputaría un cuarto lugar en la Capital. El armado pan radical del FA-UNEN entró, siendo generosos, en terapia intensiva. El peligro de perder Santa Fe a manos del cómico y misógino Miguel Del Sel pone en un brete al PS de Binner, y el éxodo radical promete no limitarse a los acuerdos provinciales.
¿Una nueva derecha?
Horacio Verbitsky afirma que “La marcha que un grupo de fiscales de Comodoro Py encabezó bajo el temporal del jueves 18, constituyó la presentación de una nueva derecha política que además de capacidad electoral en algunos distritos, comienza a desarrollar aptitud para la movilización callejera, un rasgo distintivo del centro hacia la izquierda de la política argentina. Esta es una novedad significativa que podría poner remedio a la fisura más profunda del sistema político, que el año próximo cumplirá un siglo y constituiría un saludable elemento estabilizador, al margen de los propósitos de los organizadores de la marcha, como suele ocurrir en los grandes acontecimientos colectivos.”
Es difícil encontrar lo “nuevo” de esta derecha política, y más aún, pensarla con “aptitud para la movilización” cuando deben participar como “ciudadanos” y ni siquiera banderas deben tener. Resulta absurdo leer que esto constituiría un elemento estabilizador. ¿No eran “golpistas y destituyentes” que venían a arrasar con todo hasta hace unos días? El relato deja paso a la realpolitik.
“Hijos nuestros”
Efectivamente, la del 18F fue una marcha reaccionaria. Por eso la izquierda no aceptó el convite. Pero el silencio no fue monopolio de la marcha. También en el oficialismo hay silencios, y muchos.
Mario Wainfeld denuncia que el fortalecimiento de la casta judicial redunda en una nueva ofensiva contra los funcionarios K. Pero silencia que estas avanzan sobre unas 300 causas en su contra por enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, estafas fiscales e incluso delitos de lesa humanidad como el caso de Milani.
Eduardo Mocca trata de latinoamericanizar la situación emparentando a la oposición nacional con todos los movimientos que se oponen a los gobiernos latinoamericanos pos neoliberales. Señala que “en este caso (…) no hemos tenido que esperar muchos años para que la desclasificación de documentos del gobierno de Estados Unidos revele su plena pertinencia. Los llamados Wikileaks mostraron de modo abundante la promiscua relación entre el sistema político opositor, sectores del Poder Judicial y la embajada norteamericana; Nisman es uno de los que aparece en esos relatos como incondicionalmente obediente a ese servicio exterior.” Mocca “olvida” que Nisman trabajó para el kirchnerismo, al igual que Stiuso y la corporación judicial. Como Cristina Fernández de Kirchner reconoce de manera auto incriminatoria, “Aunque no lo creas, el gobierno que mayor presupuesto le ha dado al Poder Judicial”. Tranquila Cristina. Te creemos.
Finalmente, Horacio Verbitsky cita generosamente a La Izquierda Diario, pero cita interesada y parcialmente. No aceptamos “carpetazos” por más que vengan acompañados de elogios. Todas las notas citadas por Verbitsky contienen también críticas profundas al gobierno que amparó y financió a los Servicios de Inteligencia, al fiscal Nisman que recibía órdenes de la embajada norteamericana y el Mossad para encubrir el atentado a la AMIA.
El mismo gobierno financió a la casta judicial a la cual hoy denuncia tibiamente, pero a la que jamás atacó con medidas tan elementales como la destitución de todos aquellos que hubiesen jurado bajo la dictadura, o la elección popular y revocabilidad de sus mandatos a la vez que la eliminación de sus salarios de privilegios y exenciones impositivas.
Como detalla demoledoramente María del Carmen Verdú en La Izquierda Diario, toda la cabecera de la marcha desde el primer fiscal hasta Piumato, fueron amparados y trabajaron bajo las órdenes del kirchnerismo, como casi todos los opositores “destituyentes”, desde Clarín y Cobos, hasta Massa y Pino Solanas. Con total autoridad, el gobierno podría decir: “son todos hijos nuestros”.
Un régimen que no termina de sanar
En el mediano plazo se impone evaluar si en esta “guerra de desgaste” entre los bandos patronales no colabora a liquidar los avances restauradores del propio kirchnerismo.
Éste buscó, desde sus inicios, restaurar la confianza popular en las instituciones del régimen capitalista argentino, golpeado duramente en el 2001. Para ese fin tomó como propias banderas que la izquierda y los organismos de DDHH sostuvimos en soledad cuando los Kirchner eran cómplices de la entrega y la impunidad noventista.
Con un ciclo económico internacional a su favor, lograron represtigiar la institución presidencial, la Corte Suprema y avanzaron en mejorar, parcialmente, la imagen de las FFAA ante sectores de las masas.
Sin embargo, la crisis abierta por la muerte de Nisman así como los casos escandalosos de corrupción y enriquecimiento están golpeando sobre ese “trabajo realizado”. Lo “conquistado” por el kirchnerismo al servicio del Estado en su conjunto puede ir a parar al basurero de la historia y, si el FPV-PJ pierde las elecciones, aportar a una crisis profunda como partido. Crisis que salpicaría a todo el régimen político capitalista argentino.
La izquierda en la escena nacional y el 24M
Resulta evidente que la izquierda ha ganado peso político en la escena nacional. Este domingo Horacio Verbitsky cita extensamente los análisis de La Izquierda Diario sobre el 18F. Mario Wainfeld, a su vez, cita los cortes en Panamericana como expresión de la posibilidad de manifestarse libremente. “Olvida” decir que esos cortes, protagonizados por los trabajadores de Lear con el apoyo activo del PTS, fueron reprimidos innumerables veces por las fuerzas del gobierno nacional. Omite también que la patronal es apoyada por el gobierno y la burocracia sindical oficialista del SMATA.
Antes del 18F, la izquierda logró llegar a cientos de miles de personas, levantando una posición independiente tanto de la casta judicial que convocaba como del gobierno. Esa posición es continuidad de otras anteriores, esencialmente del PTS y el FIT.
Frente al conflicto con las patronales del campo en el 2008 el PTS –a diferencia de otras organizaciones como el MST o la “izquierda independiente” cada una a un lado de la tranquera- levantó la posición “Ni K ni campo”, posición de independencia en relación a los bandos en pugna. Frente a los Cacerolazos y a los motines de policías, gendarmes y prefectos, mantuvo una posición de absoluta independencia, contrario a lo que hizo gran parte de la izquierda que, bajo el paraguas de la oposición al kirchnerismo, apoyó esas manifestaciones sin delimitarse por su contenido de clase.
Lo mismo hicimos ante la cooptación de algunos organismos de DDHH y levantamos la voz por Julio López, Luciano Arruga, los petroleros de Las Heras y tantos otros.
Hace pocas horas empezaron las Elecciones primarias (PASO) para intendente de la ciudad de Mendoza. Allí la izquierda disputa el segundo lugar con la candidatura de Nicolás del Caño. Se trata de la primera pelea electoral de este 2015, donde la izquierda avanzará como reconocen los analistas políticos. Esos avances son fundamentales para conquistar nuevas trincheras de combate. Trincheras que, como muestra la gran lucha de Lear, pueden jugar un enorme rol en amplificar el apoyo y la solidaridad hacia los trabajadores.
La izquierda, que logró conquistar una posición independiente ante el 18F, tiene la tarea de volver a las calles este 24 de marzo. Esa es nuestra marcha. Allí estará planteado un nuevo escenario de lucha tanto frente al gobierno nacional como ante la oposición patronal.
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Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.