Un reciente estudio del Observatorio del Sistema Universitario señala que en Catalunya el personal docente jubilado, se substituye, mayormente, por profesores asociados precarios con salarios entre 250 y 500 euros.
Pere Ametller @pereametller
Jueves 6 de octubre de 2016
Foto: EFE
El viejo refrán que decía “pasas más hambre que un maestro de escuela” daba cuenta de la pésima situación económica y consideración social que tenían los docentes de primaria a comienzos del Siglo XX. Con el proceso de privatización, elitización y precarización laboral que vive la universidad en los últimos 10 años bien se podría reformular este viejo dicho con las palabras con las que he titulado este artículo.
En el estudio “El profesorado universitario en Cataluña. Evolución reciente de las plantillas de PDI en las universidades públicas catalanas” se analiza la evolución del personal docente e investigador de las universidades públicas de Catalunya entre 2004 y 2015, y nos aporta algunos datos relevantes sobre como se está extendiendo la precariedad laboral de forma alarmante.
En sus conclusiones señala que desde el curso 2009-10 hasta el 2014-15, la disminución de personal docente e investigador (PDI) a tiempo completo fue del 23%. Solo entre el curso 2009-10 y 2010-11 la caída fue del 18,7%. Además, el PDI funcionario ha pasado de representar del 52,3 del total al 37,1%. Es decir, buena parte de las jubilaciones de funcionarios no se sustituyen, y las que sí son en su mayoría por contratación bajo diferentes formas de precariedad.
Esto implica una grave precarización de las condiciones de trabajo. Por ejemplo, tres de cada cuatro PDI tienen ya un contrato a tiempo parcial. Por otro lado, la baja tasa de sustitución del PDI jubilado ha generado que el 46% de ellos tenga mas de 50 años y solo el 22% menos de 30 años.
La ratio de estudiantes por profesor a tiempo completo ha pasado de 8,98 en el curso 2008-09 a 10,88 en el 2012-13, retrocediendo a su vez, a índices similares a los del curso 2004-05. Este empeoramiento de la ratio se ha producido a pesar de que en los últimos cuatro cursos se ha producido un descenso del número de estudiantes matrículados de un 10% a causa de la subida de las tasas.
Entre los tipos de contrato, uno de los más extendidos es el de profesorado asociado, una figura inicialmente planteada para profesionales que tienen su trabajo a tiempo completo fuera de la universidad y que complementariamente dan clases en la misma. Sin embargo el uso y abuso de esta modalidad ha servido para precarizar enormemente la situación del nuevo PDI.
Por una dedicación de 80 horas reciben un sueldo, sin complementos, de entre 1.246,32 a 3.021,46 euros a dividir en 4 o 5 meses. Muchos jóvenes docentes tienen la universidad como única ocupación, ya que así lo exige el nivel de competencia para conseguir una plaza de titular. En definitiva realizan investigación sin ser remunerados por ello. Además este sueldo se distribuye a lo largo de cinco meses del semestre, lo que da unos salarios de miseria de entre 250 y 500 euros al mes.
El informe del Observatorio mismo indica que hasta “la Sindicatura de Cuentas de Cataluña ha advertido a menudo sobre el uso inadecuado de las figuras de profesorado asociado y visitante por parte de algunas universidades”.
Siguiendo con los salarios, la retribución del PDI en euros constantes, es decir, una vez descontado la evolución del los precios, se mantienen en unos niveles de 1988 ¡nada más y nada menos! Las conclusiones del estudio señalan que “en el conjunto de España los catedráticos de universidad han cobrado en 2015, en promedio, un 83% de los ingresos que, al introducirse el sistema retributivo actual en 1991, fue considerado adecuado asignarles. En los casos de los profesores titulares de universidad y los titulares de escuelas universitarias, los porcentajes son del 81% y 80% respectivamente. En Cataluña, a diferencia del resto de España, estos porcentajes fueron del 77,5%, 73% y 76% en 2013 y 2014. “
Esta situación, además de perjudicar en sobremanera las condiciones laborales del PDI, afecta sin duda a la calidad de la enseñanza que reciben los estudiantes. Con la puesta en práctica del Plan Bolonia, “se suponía” que iba a implementarse una enseñanza más personalizada y con un seguimiento continuo por parte del profesor. A la hora de la verdad, no solo no se han proporcionado los recursos necesarios para ellos sino que se han disminuido.
Ante este deterioro intencionado de la universidad pública, que nos está llevando por otra parte a la elitización de las aulas, los estudiantes debemos levantar nuestras demandas con más fuerza que nunca y junto a las de los profesores y personal no docente, parar de una vez por todas los ataques que venimos sufriendo. Solo a través de lucha y la reorganización del movimiento estudiantil podremos revertir la decada perdida en la universidad y conseguir una universidad pública, gratuita, sin precariedad y al servicio de los trabajadores y sectores populares, no de las empresas y la “casta” universitaria que viene siendo parte de la ofensiva privatizadora.