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Red Internacional
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ODIO DE CLASE. Pijo insufrible: hijo de CEO millonario de Inditex trata de dar lecciones de esfuerzo a la juventud

¿Otra vez un joven rico que se las da de alternativo defendiendo un discurso de la meritocracia más rancia? Sí, nada nuevo bajo el sol. Santiago Isla, hijo del CEO de Inditex Pablo Isla, uno de los directivos mejores pagados del IBEX35, desató la polémica al afirmar que la juventud nos sentimos “merecedores de muchas cosas” peros no podemos alcanzarlas por una cuestión de “falta de tolerancia a la frustración”.

Lunes 27 de septiembre de 2021

A sus 26 años a este madrileño le ha dado tiempo a graduarse en derecho por una universidad jesuita y a dedicarse a las artes, ya que ha probado suerte con varios grupos de música y ha publicado dos libros, aunque como él mismo señala en alguna que otra entrevista esto es solo un hobbie ya que su “trabajo de verdad” es en Movistar+, aunque no especifica haciendo qué.

Algunos comparan su grupo de música actual Chelsea Boots con aquel capitaneado por el hijo de Luis Bárcenas, ex gerente y tesorero del Partido Popular y famoso por su implicación en el caso Gürtel. Ambos parecen tener algunas cosas más en común que el tema en el que han colaborado titulado La fama y que versa en su estribillo con una frase tan profunda como “la fama, la droga y la cama”.

Santiago a la vez ha señalado la cantidad de “hijos de papá” que hay en el panorama musical. No es por una cuestión de que se le olvide o reniegue de quién es su padre, de hecho asegura que esté orgulloso de esa “simple casualidad”. En cambio para retratar a la juventud en su última novela, Los juegos florales, parece que realiza un ejercicio amnésico y olvida el entorno socioeconómico del cual viene.

Su sinopsis comienza así “En Madrid, la joven generación del desencanto sigue sobreviviendo en sus trabajos precarios sin mayor horizonte que el día siguiente”. No sabemos de dónde saca la inspiración acerca de la precariedad el autor, pero desde luego viendo sus declaraciones acerca de la “intolerancia a la frustración” que caracterizaría a los jóvenes se encuentra bien alejado de estas experiencias.

Con un abandono escolar de casi el 20% en el Estado español existe una gran masa de jóvenes sobre cualificados, seguimos encabezando las listas de paro juvenil europeo. La generación Z, en sus apenas 20 años de vida ya ha vivido dos grandes crisis: la del 2008 y la de la COVID. En 617.000 hogares ya no entra ningún ingreso y 2,6 millones de niños está en riesgo de pobreza.

La frustración está y seguramente acompaña a una gran parte de esta juventud a la que el discurso de que el esfuerzo y el trabajo serían suficientes para tener “una buena vida” no le cuadra con su realidad. Ser merecedor de unas condiciones de vida dignas debe ser cuestión de sufrimiento y resistencia. Y el pobre es pobre porque quiere, no como Santiago, que no lo es porque no quiere.

Lo que difiere la realidad de la gran mayoría de los jóvenes del relato que este niño rico de papá quiere contarnos es que sí no se consigue llegar a aquello que nos mostraron como posible es por una mera cuestión individual y de falta resiliencia. Muy distinta es la experiencia de los jóvenes de familias trabajadora, para quienes el esfuerzo no es una cuestión de voluntad, sino de propia supervivencia o de mejora de las aspiraciones vitales que esta sociedad capitalista puede darles.

Además esta última crisis ha deteriorado fuertemente la salud mental de la juventud llegando a convertir al suicidio en la primera causa de muerte de los jóvenes entre 15 y 29 años. Un chiste debe ser esto para Santiago, que defiende la idea de que los jóvenes son intolerantes a la frustración porque para él “si sobrevives a los sinsabores” puedes llegar a ese punto que deseas alcanzar “si tienes el talento o las tablas necesarias”.

Cuando oímos a este pijo insufrible hablar de frustración hay que recordar que los padecimientos psicológicos no son puramente individuales. Existe una relación entre las cifras de salud mental en la juventud y el 40% de paro juvenil o que sólo 1 de cada 20 contratos para jóvenes sea indefinido y completo. Ese lejano mundo del que quiere sacar beneficio escribiendo.

No se trata de una relación automática y economicista, sino que se combina con los efectos de sufrir opresiones como raciales o de género que este sistema retroalimenta para subsistir. Es el mismo sistema que nos descarta como caballos enfermos que no pueden tirar del carro si no estamos en perfecto estado para aguantar la explotación capitalista. El mismo que le da los millones a su padre para que Santiago pueda dedicarse a lo que la mayoría de la juventud no puede permitirse.

La precariedad económica, generalizada en la juventud, se está consolidando y agudizando con la pandemia. La sensación de inseguridad respecto del futuro, la drástica caída de ingresos, el incremento del paro y la deficiente actuación de las instituciones educativas y los gobiernos dibujan un futuro desolador para la juventud del Estado español, que siente más que nunca que el actual sistema económico sólo tiene miseria que ofrecer.

Es difícil no sufrir cuando están convirtiendo el mundo en una sucia prisión. Pero es el momento de organizar esa rabia para pelear por una sociedad sin explotación ni opresión, en la que no seamos números descartables.