Con 1.300 millones de habitantes y récord de contagios, India se convirtió en el foco mundial de la pandemia. La política oportunista y represiva del Gobierno nacionalista de Modi, junto a la restricción que significan las patentes para fabricar vacunas en masa, pueden hacer del país una incubadora de nuevas variantes que lleven la pandemia a un nivel superior en todo el mundo.
Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1
Viernes 23 de abril de 2021 11:24
Crematorio para víctimas del covid-19 en Mumbai. EFE/EPA/DIVYAKANT SOLANKI
La India registró este viernes nuevos récords de covid con más de 330.000 infecciones y 2.263 muertes diarias, solo un día después de que rompiera por primera vez la barrera de los 300.000 casos, mientras continúa la emergencia por falta de oxígeno.
Con 1.300 millones de habitantes y récord de contagios, que ya superaron a Brasil, India se puede convertir en un laboratorio gigante de nuevas variantes que lleven la pandemia a un nivel superior. Hasta ahora las distintas variantes encontradas, como las llamadas de "Reino Unido", "Manaos", "Sudáfrica", etc, se han demostrado más contagiosas, y ya han bajado en todo el mundo el rango etario de las personas que terminan siendo internadas. En general menores de 60 años, que no han recibido vacunas y que salen a trabajar todos los días en condiciones inseguras.
La pregunta es si la circulación descontrolada del virus en India puede llegar a generar nuevas variantes, ya no solo más contagiosas sino con una cantidad de mutaciones que vuelvan impotentes a todas o algunas de las vacunas actuales.
La revista The Economist se alarma sobre el asunto "Esta horrible segunda ola es una catástrofe no solo para India sino para el mundo. Permitir que el virus circule sin control aumenta el riesgo de que surjan nuevas cepas peligrosas. Una variante preocupante detectada por primera vez en la India, llamada "doble mutante", ya se ha encontrado en varios otros países, incluidos Estados Unidos y Gran Bretaña".
Sin embargo, la respuesta de la publicación liberal inglesa solo exige mayores restricciones y cuarentenas estrictas para evitar la circulación, cargando sobre la responsabilidad del primer ministro Narendra Modi.
Sin dudas Modi tiene responsabilidad al querer tapar los estragos de la pandemia con una política nacionalista que apuntó tanto contra los musulmanes, como chivo expiatorio, con una retórica abiertamente xenófoba, como también mediante el oportunismo político, ya que el país está atravesado por elecciones regionales donde Modi quiere desbancar a la oposición utilizando la pandemia como un arma de terror sobre la población.
Pero el primer ministro ya ha usado los consejos de The Economist para un mayor control interno. Ha decretado toques de queda brutales y militarizado las calles, sin que eso signifique una reducción de los casos. Como en todo el mundo, las políticas represivas, toques de queda o restricciones de movilidad generalizados no han resuelto el problema. Al privilegiar las ganancias de las empresas por sobre la vida de las personas, los gobiernos tomaron este tipo de medidas y se negaron a fortalecer los desfinanciados sistemas de salud (y a formar y tomar a más personal sanitario), a realizar testeos masivos y seguimiento de casos para tomar en el peor de los casos medidas de restricción locales, como así también fortalecer los subsidios estatales y medidas económicas para todas aquellas personas que lo necesiten. Pero desde que se conoció a fines del año pasado la aprobación de las primeras vacunas, el centro de los debates está puesto allí.
India es el mayor productor de vacunas del mundo, sin embargo no pudo inmunizar ni al 10 % de su población. Las patentes registradas por una docena de farmacéuticas impide que el país pueda fabricar en forma masiva las vacunas y disponer de ellas. En su lugar, debe fabricar de forma restringida y enviar su producción al exterior. La irracionalidad capitalista, que prioriza las ganancias de las empresas farmacéuticas, es la principal responsable de un escenario de multiplicación de variantes del covid que pueda terminar por volver ineficaces a las vacunas existentes, afectando nuevamente a la población mundial.
Son muchos los países que están en condiciones de fabricar y distribuir en forma masiva y a bajo costo las vacunas. Es el caso de la propia India, Sudáfrica, Brasil o Argentina, entre otros.
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Sin embargo, para que puedan hacerlo es necesario dejar sin efecto las patentes. El grito por la eliminación de las patentes se escucha cada vez más fuerte en distintos puntos del planeta. India y Sudáfrica lo habían pedido formalmente a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en octubre pasado, pero los principales países imperialistas y aquellos que tienen los laboratorios que desarrollaron vacunas se opusieron.
Con el correr de los meses se volvió cada día más claro que las patentes son el principal freno para lograr una vacunación masiva y también que la irracionalidad capitalista que lo permite es la responsable de que la crisis pandémica pueda escalar aún más.
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Es con esta contradicción que termina el artículo de The Economist "Hay que encontrar rápidamente la manera de aumentar la producción de vacunas. Eso no significa tomar el control de las empresas privadas o de su producción, sino ayudarles a conseguir los suministros que necesitan de países como Estados Unidos. A menos que se controle la segunda ola de la India, el mundo entero sufrirá".
Al revés del llamado desesperado de The Economist, para poder aumentar la producción de vacunas hay que afectar justamente las ganancias de las empresas farmacéuticas y eliminar las patentes, sino, efectivamente "el mundo entero sufrirá".
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Juan Andrés Gallardo
Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario