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Red Internacional
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CRISIS POLÍTICA. Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana en Honduras

Después de ocho días de realizar las elecciones, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) sigue sin proclamar un ganador. Con el 99,96% de las actas escrutadas, el derechista y presidente Juan Orlando Hernández, obtendría la victoria sobre Salvador Nasralla (42,98% frente al 41,39%), bajo la imposición de su reelección.

Miércoles 6 de diciembre de 2017 00:33

La tensión social y política sigue signando al país centroamericano, que resiste la embestida militar en las calles, mientras se impone la decisión que tomará el TSE, bajo la presión imperialista de la Organización de Estados Americanos (OEA), que instó a Hernández y a Nasralla a que “lleguen a un acuerdo” para la revisión de actas y llama a superar la crisis por el fraude electoral en Honduras.

"El único camino posible para que el pueblo hondureño pueda aceptar y reconocer ganador en este proceso electoral, es que llegue a un acuerdo entre los principales candidatos", declaró el jefe de la misión de observadores de la OEA, el ex presidente boliviano Jorge Quiroga, al presentar un informe preliminar.

Es la misma fórmula desde el golpe del 2009, donde todos los actores del régimen presionaron para el acuerdo San José-Tegucigalpa, firmado entre Zelaya y Micheletti, que legitimó a los golpistas. Ahora presionan para avalar el fraude e imponer la desmovilización popular.

Así también se ha señalado la posición de la Misión de Observación de la Unión Europea, que señaló que el proceso electoral aún no ha terminado y que se debe esperar a que concluya las etapas de impugnaciones y peticiones de la oposición para conocer el ganador de las elecciones presidenciales realizadas el pasado 26 de noviembre. En este tenor se dieron también las declaraciones del principal portavoz del Vaticano, que llamó a la “paz en Honduras” durante la homilía del pasado fin de semana.

Por su parte, Nasralla ha pedido este lunes a la OEA que convoque al Consejo Permanente para demostrarle que se ha producido una estafa. En una rueda de prensa, el opositor asegura que su partido está preparado para mostrar que "las actas del fraude contra la Alianza de Oposición contra la Dictadura" y que le "reciban como presidente electo".

El régimen hondureño solo ofrece una salida burguesa a la crisis

Mientras las instituciones, –señaladas por la población como corruptas al avalar la candidatura de Juan Orlando Hernández y aprobar la reelección– mantienen un discurso de “flexibilidad en un proceso legal para que todos los actores involucrados tengan garantías y transparencia”, en las calles se ha desatado la tensión. El pueblo hondureño ha protagonizado masivas jornadas de protestas, tomas y bloqueos de las principales carreteras y casetas de peaje, movilizaciones barriales y diferentes convocatorias que han desafiado al régimen hondureño y la implementación de un Estado de sitio en todo el país.

La situación en el país centroamericano cuestiona el cierre político del Estado hondureño y sus instituciones tras el Golpe de Estado en 2009, el cual fue apoyado por la clase empresarial –nativa y extranjera– y contó con el aval del imperialismo estadounidense. Como entonces, la oposición al golpe de Estado, representadas por Manuel Zelaya, se mostraron incapaces de conducir la resistencia que en algunos sectores de la población recurrió a mecanismos de autoorganización.

La dirección política (zelayista) de Alianza de Oposición –integrada por los partidos Libre, PINU y Anticorrupción– ha mostrado que su apuesta es por negociar con el TSE y la derecha hondureña, mostrando su carácter burgués en apego a la institucionalidad del régimen y ajeno a los intereses de las mujeres y los trabajadores del campo y la ciudad que hoy exigen respeto a la voluntad popular.

Por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana

Frente a la crisis política en Honduras es necesario pensar una salida que represente las demandas más sentidas de la población, y que hoy pasa por levantar la defensa de la voluntad popular. Pero que además puede abrir la posibilidad de elevar las aspiraciones políticas de todos aquellos sectores descontentos por la herencia del golpe de Estado en 2009 y su democracia burguesa.

Honduras encabeza el ranking de los países más pobres de América Latina. Donde la población es azotada con altos niveles de violencia a manos del narcotráfico; las mujeres enfrentan el femincidio (cada 12 horas una mujer es asesinada); bajo el cobijo del gobierno se promueve el saqueo y despojo de recursos. La crisis actual expresa también el descontento de los "indignados" en 2015, por el desfalco del gobierno de Hernández al Instituto Hondureño de la Seguridad Social (IHSS).

Por ello, toda apuesta que se proponga derrotar y barrer con el actual régimen hondureño, basado en la militarización y la profundización de los lazos con el imperialismo estadounidense, debe plantearse impulsar la movilización en las calles y una verdadera huelga general, con la incorporación a la lucha de los sindicatos, agrupamientos y centrales obreras. El objetivo debe ser imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana.

Una Asamblea Constituyente, con plenos poderes resolutivos, con diputados o representantes electos por voto universal (sin necesidad de afiliación a partidos políticos), a partir de los 16 años, y tomando el país como distrito único. Allí podría discutir y resolverse los grandes problemas del campo y la ciudad, empezando por la ruptura con el imperialismo, la cuestión agraria, entre otros.

Impulsar esta perspectiva pasa necesariamente por cuestionar, no solo el rol que ha jugado la clase política y los empresarios sino la relación que mantienen éstos con el imperialismo y organismos financieros, así como la ONU, la OEA y la Unión Europea que frente al actual panorama, ven amenazados sus intereses y presionan por cerrar esta crisis antes de que el descontento pueda alcanzar un nivel mayor de polarización.

Por ello, reiteramos: ninguna negociación, ni acuerdo, ni pacto con los orquestadores y herederos del golpe de Estado y ahora del fraude, pueden ofrecer una salida a favor de los intereses del conjunto del pueblo hondureño. La verdadera salida a esta crisis abierta, va de la mano de barrer con toda política que represente los intereses y la democracia para ricos, confiando en la independencia de clase impulsada por las mujeres, la juventud y el pueblo pobre y trabajador en Honduras.