La película de la realizadora china-norteamericana Jessica Kingdom está nominada como mejor documental en los premios Oscar. Dentro de esta categoría, que en general tiene menos visibilidad, se encuentran también otras producciones con una mirada crítica a la historia y la actualidad. Flee, del director danés Jonas Poher Rasmussen sobre refugiados y represión en las fronteras, y Attica, de Stanley Nelson, sobre la histórica rebelión y posterior represión en la cárcel norteamericana, son algunas que también se destacan.
El lugar de China en el mundo actual es tema de debates, ensayos, disputas y reflexiones. Las producciones culturales también dan cuenta del asunto desde distintas perspectivas. El país con más habitantes del planeta y productor central de mercancías tiene un estricto control sobre la producción cinematográfica dentro de sus fronteras, pero aún así, en los últimos tiempos se han realizado diversos documentales que se permiten una mirada abierta y reflexiva sobre las consecuencias del capitalismo en esta parte del mapa.
Ascension es uno de ellos. El documental de Jessica Kingdom se ocupa de observar una realidad, como siempre desde un determinado punto de vista. No hay una voz en off que guíe o exponga, no hay material de archivo ni carteles con datos, hay imágenes y sonidos capturados en múltiples espacios.
En una entrevista para el sitio Women and Hollywood, la directora la definió: “una película de ensayo basada en imágenes compuesta por una serie de viñetas, subiendo los peldaños de la escala social de China. La película está estructurada en tres partes, ascendiendo por niveles de clase”, pero lejos de buscar una base explicativa cerrada, el lenguaje busca despertar e inquietar y agrega: “las imágenes no tienen un significado explícito, sino que dejan que el espectador decida por sí mismo e invita a asociaciones libres.”
Un mosaico que da cuenta de una estructura social diferenciada, donde lo extraño y particular puede volverse universal y donde las formas de explotación hablan lenguajes globales con palabras y gestos que tienen su espejo en todo el mundo.
Los primeros planos recorren un mercado particular de las calles chinas, allí donde se compra y se vende la fuerza de trabajo. Hombres y mujeres se agrupan para escuchar anuncios por megáfonos o leer carteles en las paredes. “Ahora reclutando, trabajo para una empresa extranjera”, “Dormitorio y comida garantizado, no se pide examen de salud”, “¡De cuatro a seis personas por habitación, no más de ocho!”, “¡Venga aquí! ¡El trabajo más fácil que pueda encontrar! Sentado y empacando, sin necesidad de examen psíquico ni entrevista”, “Mayores de 38 años no vengan. Sin tatuajes, sin aros en el cuerpo. Deben tener todos los dedos de la mano completos. Se trabaja parados, sin sentarse”. Así anuncian sus pedidos para contratar personal en Huawei, Foxconn, fábricas de accesorios de autos, entre varias. En las calles carteles oficiales hablan del “sueño chino” y recomiendan “Trabaja duro y tus deseos se harán realidad”.
Entonces la cámara pasa de las calles al interior de las fábricas. Empacadoras de comida, líneas de producción con miles de pequeños objetos plásticos para ensamblar, producción de botellas, ropa, binoculares, telas estampadas, trabajos monótonos en lugares incómodos. Desde movimientos más automatizados a otros que requieren destrezas artesanales, como la fábrica de muñecas de tamaño humano, donde un grupo de trabajadoras modelan, pintan y esculpen mujeres de plástico que los clientes encargan a medida. Un recorrido que da cuenta de una importante presencia femenina y joven a cargo de la producción. El registro sonoro captura nuevos elementos, así comentarios sobre la recarga horaria o quejas de los jefes son parte también del ambiente.
Esta radiografía del mundo laboral ocupa los primeros 40 minutos de la película y se completa con una mirada a la formación y bajada de línea empresarial. En las entradas de las fábricas los trabajadores reciben una instrucción de tipo casi militar, deben formar, repetir frases, realizar entrenamiento físico y escuchar atentamente los discursos de los jefes de recursos humanos.
El siguiente capítulo apunta el foco a otro sector, los llamados “emprendedores” que se expanden por las redes sociales en todo el mundo y tienen también su lugar en China. Desde charlas motivacionales que impulsan a los asistentes al trabajo duro, esfuerzo personal y a “monetizar” cualquier cosa que esté a su alcance, hasta livings convertidos en salones de belleza, venta de cosméticos y todo tipo de productos. Todo registrado en vivo para subir al Instagram y conquistar seguidores. Una preparación para un nuevo mundo de consumidores como también, a través de una escuela de mayordomos, entrenamiento de guardaespaldas o un curso de buenos modales, la formación de prestadores de servicios para los nuevos ricos.
Los últimos retratados serán los miembros de una nueva clase social acomodada. Empresarios millonarios y personajes distinguidos que aprenden las historias, el idioma y las costumbres de Europa y el mundo. Desde cómo comer con cubiertos, como sostener el tenedor, los secretos de la cocina mundial, el diseño de la vajilla de lujo o como tratar con los sirvientes; toda una preparación para extender las fronteras comerciales y salir al mundo de los negocios.
La mirada de Kingdom explora una realidad moldeada en la idea de ascenso social, con resultados opuestos, en donde la cima es un privilegio de muy pocos. A pesar de ser un mundo lejano al público occidental, con otras tradiciones, historia y cultura, las imágenes no se presentan extrañas. Hay una familiaridad que une la experiencia de vivir bajo el capitalismo.
En sus reflexiones la directora apunta en este sentido:
Es difícil predecir cómo interpretarán la película las audiencias de diferentes países, pero una esperanza es que una audiencia específicamente estadounidense se reconozca en la película. Veo la película como una especie de espejo de los Estados Unidos. Al igual que Estados Unidos, China es un país de extremos, de altibajos y de gran desigualdad de ingresos… Quiero que los espectadores experimenten cómo se manifiesta el capitalismo en un contexto diferente para ayudarlos a pensar en él por su cuenta.
El título Ascension fue tomado de un poema escrito por el bisabuelo chino de la directora en 1912, al comienzo y al final de la película se pueden leer algunos fragmentos, “Subo y miro a lo lejos con un corazón limpio, solo para encontrar que todo ya está arrasado”, son las palabras que Jessica toma para el cierre.
Trailer subtitulado español:
COMENTARIOS