En este número del semanario compartimos el prólogo a la segunda edición del libro Zanon, fábrica militante sin patrones, de Raúl Godoy, que reconstruye una de las principales gestas de la clase obrera argentina en la crisis de 2001 y el rol de los trotskistas. Recientemente fue reeditado por Ediciones IPS y prologado por sus coordinadores. Los invitamos a leerlo y compartirlo.
La segunda edición del libro Zanon, fábrica militante sin patrones puede adquirirse aquí.
Transcurrido poco más de un año de su primera edición, nos llega la grata noticia de que Zanon, fábrica militante sin patrones se había agotado. A casi 20 años de la ocupación de la fábrica y de su puesta en producción bajo gestión obrera, el interés por conocer su historia se confirmó por el entusiasmo con que fue recibido este libro. Obreros, estudiantes secundarios y universitarios, docentes, jóvenes trabajadores y trabajadoras se apropiaron de sus contenidos y reivindican que la lectura y discusión sobre esta experiencia práctica y política los ayuda a interpretar la teoría, al hacer más concretas cuestiones ideológicas, programáticas, de táctica y estrategia que los principales fenómenos de lucha de clases recientes, como Chile y Francia, volvieron a poner en debate. Las y los lectores pueden tener en sus manos esta nueva edición, que conserva la versión original en un formato mejorado.
Desde su primera publicación, a lo largo de 2019 e inicios de 2020 comenzó a configurarse un nuevo escenario internacional que incluye tensiones geopolíticas y la continuidad de la crisis de la economía mundial, profundizando la desigualdad y los desastres ambientales que desnudan el rostro del modelo neoliberal y ponen en crisis los regímenes políticos tradicionales. Estos factores son el sustrato de lo que nos interesa destacar, el nuevo ciclo de lucha de clases que recorre el mundo. Hong Kong en Asia; Irán, Irak, El Líbano en Medio Oriente; la huelga general masiva del 8 de enero en la India; en América Latina las revueltas en Colombia, Ecuador, Haití y Chile o la resistencia al golpe en Bolivia y en Europa, el destacado proceso huelguístico de los trabajadores franceses que fue precedido por las manifestaciones explosivas de los chalecos amarillos. La irrupción de la pandemia del coronavirus en casi todo el planeta no hizo más que agravar las contradicciones del capitalismo, aunque en lo inmediato muchas puedan parecer “ocultas” producto de las cuarentenas masivas en muchos países.
Si la perspectiva se encamina a la apertura de situaciones prerrevolucionarias, con mayor participación de la clase obrera con sus métodos de lucha, nos parece que la experiencia de Zanon cobra aún más vigencia para los tiempos que se vienen. Porque más allá de que la gesta de los obreros ceramistas no se dio en el contexto de una ofensiva del movimiento obrero, dejó enseñanzas muy importantes: la definición de las “posiciones estratégicas” de la clase obrera, el problema de su “hegemonía”, el rol de los dirigentes obreros como tribunos del pueblo (como los llamó Lenin), la coordinación y la autoorganización y la importancia de un partido de trabajadores revolucionario que la desarrolle (lo que llamamos “estrategia soviética”). Estos conceptos están explicados a lo largo del libro en base a la experiencia ceramista, tanto en sus puntos fuertes como en sus propias debilidades.
A propósito de la estrategia soviética
Cuando comenzaba la lucha de Zanon a fines de 2000 y comienzos de 2001, desde el PTS habíamos revalorizado la importancia de la “estrategia soviética” en debate con las corrientes de izquierda internacional, como las llamadas autonomistas que reemplazaban al sujeto social y político de la clase obrera y con ello toda perspectiva de asalto al poder. La izquierda trotskista también sufrió el embate de esta nueva ola derrotista apostando a la construcción de partidos amplios y laxos, contracara, por otra vía, de la adaptación a los movimientos.
¿A qué nos referimos con “estrategia soviética”? A la importancia que tiene el desarrollo de la “autoorganización” de la clase trabajadora y las masas (los soviets rusos, las coordinadora interfabriles de Argentina en los 70, los cordones industriales chilenos, etc.), no solo para la lucha inmediata sino para pensar en situaciones agudas, el auto-reconocimiento de sus fuerzas y el “pasaje a la ofensiva” (ver Estrategia socialista y arte militar, Emilio Albamonte y Matías Maiello, Ediciones IPS, 2017). Ya hace más de un siglo, en 1905, Lenin resolvía el álgebra de esta ecuación:
¿Soviet de Diputados Obreros o Partido? [...] Yo pienso que no es así como debe plantearse, que la respuesta debe ser forzosamente: Soviet de Diputados Obreros y Partido [1].
El soviet (consejo) era el organismo de frente único de las masas que “reunía a todas las fuerzas realmente revolucionarias”. La socialdemocracia rusa no buscaba sustituir al soviet ni imponerle su orientación, sino desplegar la lucha política con las representaciones que en él actuaban –en el marco de la más amplia libertad de tendencias–, por la hegemonía obrera y la dirección política. La estrategia soviética es un punto clave para los partidos revolucionarios porque se trata de la justa relación que el partido establece con los organismos de frente único de masas.
La importancia de esta estrategia y de este método es la necesidad de la intervención activa de los trabajadores y el pueblo, tomando en sus manos su propio destino, en una acción política organizada. Así lo plantea Trotsky:
En la acción, las masas deben sentir y comprender que el soviet (consejos, comités) es su organización, de ellas [negritas nuestras], que reagrupa sus fuerzas para la lucha, para la resistencia, para la autodefensa y para la ofensiva. No es en la acción de un día ni, en general, en una acción llevada a cabo de una sola vez, como pueden sentir y comprender esto, sino a través de experiencias que adquieren durante semanas, meses, incluso años, con o sin continuidad [2].
* * *
Más allá de los episodios y coyunturas, tenemos que prepararnos para escenarios de mayor lucha de clases a nivel internacional. En Argentina el gobierno peronista intenta recrear un nuevo consenso social “nacional y popular” sobre la base de la experiencia fallida del gobierno macrista. En lo inmediato trata de aprovechar una suerte de clima de “unidad nacional” producto de la pandemia del coronavirus, para ganar apoyo popular. Pero la subordinación al capital financiero y al FMI –que el gobierno se ha comprometido continuar– y las adversas condiciones internacionales (ni siquiera se esperan “vientos de cola”) condenan al país a una mayor dependencia y decadencia, dentro de una estructura dominada por el agronegocio, las petroleras, las energéticas y la megaminería contaminante. La profundización de la crisis económica y social y los escenarios convulsivos del continente marcan las perspectivas de una nueva crisis nacional y de futuros enfrentamientos de la lucha de clases. Zanon es un pequeño pero importante aporte para la preparación de los combates que se vienen. La experiencia de los obreros ceramistas y de otras fábricas recuperadas, como MadyGraf en el norte del Gran Buenos Aires o la Textil Neuquén (hoy Cooperativa Traful Newen), que empezó a fabricar barbijos para los hospitales de esa provincia, son puntos de apoyo para pensar una respuesta de los trabajadores, para los tiempos convulsivos que se vienen. O los trabajadores tomamos el destino en nuestras manos e imponemos una salida anticapitalista y socialista, o nuevamente buscarán hacernos pagar las consecuencias de esta pandemia y esta nueva crisis que ellos generaron. La previsión de Rosa Luxemburgo, “socialismo o barbarie”, tiene más vigencia que nunca.
Los coordinadores
Abril 2020
Te puede interesar: Zanon, una experiencia de lucha anticapitalista para la presente crisis
COMENTARIOS