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Red Internacional
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Estado español. ¿Qué es Sumar?: un revival sin brillo del neorreformismo español

Se trata de una nueva coalición política impulsada por la vicepresidenta española, Yolanda Díaz. Tras el desgaste del proyecto original del Podemos de Pablo Iglesias en coalición con el PSOE como parte del Gobierno español, la nueva coalición Sumar viene a ocupar el espacio del neorreformismo pero en una versión aún más conservadora e integrada al régimen para garantizarse otros cuatro años en el Gobierno.

Santiago Lupe

Santiago Lupe @SantiagoLupeBCN

Martes 4 de abril de 2023 11:16

La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, durante la presentación el último domingo de su candidatura por la nueva coalición "Sumar".

La vicepresidenta del Gobierno, Yolanda Díaz, durante la presentación el último domingo de su candidatura por la nueva coalición "Sumar".

Entre Sumar, la nueva coalición impulsada por la vicepresidenta española, Yolanda Díaz, y el Podemos de 2014 con Pablo Iglesias a la cabeza no hay muchas diferencias de contenido. Tibias reformas, desmovilización y garantía de un gobierno estable que consolide la herencia neoliberal, facilite buenos negocios a las grandes multinacionales locales y prosiga la escalada militarista del imperialismo español. 

Sumar es, para despejar dudas, el intento de recomponer un espacio neorreformista a la izquierda del PSOE, tras la entrada plena de Podemos al gobierno español, pero esta vez en una versión todavía más conservadora e integrada al régimen para garantizarse otros cuatro años en el Gobierno.

“Sumar es reformismo honesto. Podemos es solo reformismo”. Así de sincero describía el periodista Antonio Maestre el proyecto encabezado por la vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, que tuvo su presentación oficial este domingo en el polideportivo Antonio Magariños (Madrid). Otra forma de decirlo sería que nos seguirán meando encima, pero ahora al menos no nos dirán que llueve.

Con lo de "honesto", Maestre explicaba (con su cinismo habitual) que “en el fondo eso es la política, un proceso de frustración y lucha en el que los logros son siempre muy inferiores a las expectativas”. Sin sonrojarse ni un poco, reconocía que de lo que se trata es de “ilusiona(r) a la gente para luego aportarle solo un escaso legado de todo lo prometido”. Toda una definición de lo que ha sido la década corta de Podemos y su participación en el gobierno junto al PSOE desde 2019.

Maestre considera que tanto Podemos como Sumar son dos proyectos reformistas postneoliberales que habrían venido a afianzar el estado del bienestar y mitigar el proyecto neoliberal hegemónico durante cuarenta años. Una estampa demasiado elogiosa si vemos el verdadero legado del gobierno de coalición entre Unidas Podemos y el PSOE que concluirá su legislatura a finales de este año. 

El ejecutivo de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, primero, y el mismo Sánchez y Yolanda Díaz, después, no han mitigado sino revalidado piezas capitales de estas cuatro décadas neoliberales. Por nombrar algunas de ellas. Yolanda Díaz aprobó con el apoyo de la burocracia sindical una reforma laboral hace un año que consolidó el modelo de precariedad, despidos baratos y subcontrataciones impuesto con las anteriores reformas del PSOE y Partido Popular (PP). Recientemente les hemos visto aprobar una reforma de pensiones que confirmó el aumento de la edad de jubilación impuesto por el PSOE en 2011, también con el acuerdo de los grandes sindicatos. O, a pesar de la crisis del sistema sanitario, su gobierno ha mantenido en pié las leyes de finales de los 90 que permitieron la entrada de la gestión privada en hospitales y otros servicios públicos.

Además, políticas que hasta ahora hubieran suscitado un rechazo automático de parte de la izquierda, incluso la reformista, hoy son bendecidas por ella. Los vimos en 2021 justificando nada menos que el envío del Ejército al enclave colonial de Ceuta, en el norte de Marruecos, para proceder a las devoluciones en caliente de más de 2000 inmigrantes, la mayoría niños y adolescentes. Hace unos días, el secretario general del Partido Comunista Español (PCE) y exsecretario de Estado, Enrique Santiago, presumía en una entrevista que este gobierno había batido el récord de trasvase de dinero público a las empresas privadas con distintos tipos de rescate. Todos ellos votaron a favor del aumento de un 26% del Presupuesto militar, a pedido de la OTAN, y mantienen una lealtad cómplice con la escalada imperialista en curso, de la que su gobierno es parte.

La gran diferencia entre el proyecto de Díaz 2023 y el de Podemos entre 2014 y 2019 – cuando entró al gobierno – es, en palabras de Maestre, que el primero estaría mejor adaptado “a un momento de época que pide menos ceño fruncido e hiperventilación y más acuerdo y negociación”. En otras palabras, Sumar es la versión aún más conservadora e integrada al régimen español del neorreformismo, y no es fruto de Díaz (o no solo), sino la continuación consecuente del legado de Pablo Iglesias

Es lo que toca en un momento en el que el neorreformismo ya no tiene por delante la ardua tarea de desmovilizar y servir de desvío a fenómenos como el se despertó tras el movimiento de la juventud indignada del 15M en 2011, las luchas protagonizadas por los y las trabajadoras del sector público contra los recortes y privatizaciones, las huelgas generales de 2012 contra la reforma laboral de Rajoy – ahora revalidada - o el enorme movimiento democrático catalán que desafió al régimen con el referéndum del 1 de octubre de 2017 y el posterior paro general dos días más tarde.

Esto ya lo ha conseguido, ahora solo tendrá que mantenerlo. Hoy se trata pues de dar continuidad a una gestión normal del Estado capitalista, y para ello a quien debe convencer - porque conmover ya no conmueve a nadie - es a una parte del establishment español que vea que la mejor opción para los siguientes cuatro años sería una sin demasiados cambios ni sobresaltos. Si lo consigue, los resultados de un proceso electoral en una situación de mayor “normalidad” que los que se vivieron de 2015, 2016 y 2019, pueden ser incluso buenos.

Lo que se presentó este domingo en Magariños no es por lo tanto ninguna novedad significativa. Maestre lo define como que "Sumar dice que hará lo mismo que ha hecho Podemos, pero sin adornarlo con fuegos de artificio". Yolanda Díaz encabeza así una falsa renovación del ya viejo proyecto de Podemos, para hacer exactamente lo mismo que lo que hicieron Pablo Iglesias (y quienes le sucedieron como las actuales ministras Irene Montero y Ione Belarra, actual secretaria general de Podemos), pero en una versión aún más pragmática y conservadora. 

Que estos últimos hoy no sean parte de Sumar, al menos de momento, obedece a una disputa de bolsillo -el reparto de puestos en las listas de las próximas elecciones generales- y a que esta “marca” ya ha prestado sus mejores años de servicio a la empresa común de intentar restaurar el régimen del ’78.

Los discursos de Díaz y quienes le acompañaron en el escenario combinaron algunos significantes vacíos -aún más vacíos de lo habitual- como "más derechos" o "políticas al servicio de la gente", con una reivindicación de su labor en el gobierno. Cuando hicieron algún amago de especificar en qué consistiría el "contrato democrático, económico y social para la España de la próxima década", todo sonaba a lo vivido estos cuatro años: alguna migaja para los de abajo, a cambio de sostener lo esencial de la herencia recibida tras una década de ajustes y tres más de neoliberalismo. 

Díaz presentó como ejemplo de lo que se propone hacer un balance exitista del trabajo en la legislatura en base de datos parciales que no aguantan el mínimo contraste con la realidad. Blandió la subida del Salario Mínimo Interprofesional durante la legislatura, pasando por alto que el 90% de los asalariados han visto caer casi 10 puntos su poder adquisitivo en este mismo periodo. Tuvo la desfachatez de presumir de la Ley Riders – sobre los repartidores de delivery de plataformas como Uber-Eats -, que ha sido sistemáticamente señalada por los repartidores por ser papel mojado ante los abusos de las plataformas. Ni hablar del resto de demandas contra la subcontratación o las externalizaciones que han sido permanentemente negadas, como denuncian las camareras de piso de los hoteles o las trabajadoras de la atención domiciliaria a personas dependientes que no han visto ninguna mejora en sus condiciones. Habló de una fantasmagórica “regulación de los precios de los alquileres” como si la subida del 50% de estos últimos 4 años no existiera… 

Este es el nivel de "nuevos derechos" que seguirá ofreciendo el neorreformismo ibérico, que aspira a otros 4 años en el gobierno, y ya sea en la presidencia o en la vicepresidencia, siempre de la mano de uno de los dos grandes partidos de las multinacionales españolas, el PSOE. Díaz, se mantuvo de perfil en el resto de temáticas en las que no tiene más posición que la de respaldar las de su socio de gobierno. La escalada militarista del imperialismo español, la política criminal de fronteras o el mantenimiento de todo el legado represivo –como las leyes contra la libertad de prensa, la existencia de presos políticos, las infiltraciones policiales en movimientos sociales o las casi 4000 causas judiciales abiertas contra independentistas catalanes -, son de esos temas en los que directamente no tienen nada ni que prometer porque ya son un partido de Estado. 

Esta versión más responsable y sosegada del neorreformismo se presenta también como la mejor vía para detener el avance de la derecha y la extrema derecha. Pero si algo se ha demostrado en los últimos 4 años es que la mejor alfombra roja para el avance de estas fuerzas reaccionarias es un "progresismo" en el gobierno que aplica buena parte de su agenda en el terreno económico, social o en cuestiones como la lucha contra la migración o las políticas de orden público. Que los ministros comunistas justifiquen la militarización de las fronteras o las ayudas multimillonarias a las empresas, es el mejor "blanqueo" de las políticas ultraneoliberales y reaccionarias de PP o Vox.

Si a esto sumamos el rol jugado por los socios de investidura del resto de la centroizquierda parlamentaria, la burocracia sindical y la que controla diversos movimientos sociales, dándole un respaldo y una tregua total al gobierno, se fortalece la idea de que no hay alternativa por izquierda y deja el terreno de oposición a completa disposición de la demagogia derechista que logra ser la principal capitalizadora del descontento.

Que los “pablistas” de 2014 sean hoy los mejores “yolandistas” de 2023, como el mismo Maestre y el grueso de los asistentes al acto del domingo, no es, por tanto, ninguna sorpresa. Sumar viene a consolidar el proyecto de restauración del régimen del ’78 con un relato “progre”, ofrecer algunas migajas y (sobre todo) permitir que se siga gobernando para las grandes capitalistas con la menor contestación social, para lo que el respaldo y complicidad de la burocracia sindical seguirá siendo clave.

Nada tenemos la clase trabajadora y los sectores populares que esperar de lo presentado este domingo en Magariños, como se ha demostrado que tampoco lo teníamos en Vistalegre, el congreso fundacional de Podemos en 2014. La bancarrota del neorreformismo - medida desde nuestros intereses, ya que desde los de la clase dirigente ha sido un proyecto relativamente exitoso -, el ascenso de la derecha y la extrema derecha y el deterioro de nuestras condiciones de vida, solo podremos enfrentarlo y superarlo desarrollando la movilización y autoorganización independiente. Para ello, construir una izquierda anticapitalista, de clase y socialista, que no se resigne a entender la política como el engaño naturalizado por los Maestre y compañía, es una tarea urgente e imprescindible. 


Santiago Lupe

Nació en Zaragoza, Estado español, en 1983. Es director de la edición española de Izquierda Diario. Historiador especializado en la guerra civil española, el franquismo y la Transición. Actualmente reside en Barcelona y milita en la Corriente Revolucionaria de Trabajadores y Trabajadoras (CRT) del Estado Español.

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