El tema está en boca de miles de personas a partir del éxito de Thiago “King” Lapp, un argentino de 13 años que ganó 900 mil dólares jugando a este e-Sport. El debate: ¿Se puede vivir de los videojuegos?
Javier Nuet @javier_nuet
Miércoles 31 de julio de 2019 00:34
Kyle ‘Bugha‘ Giersdorf, el campeón de la Copa Mundial de Fortnite. Foto: Infobae
La idea es sencilla: cien jugadores llegan a una isla en un bondi que vuela. Se van tirando por donde mejor les parezca quedar ubicados en el mapa y cuando tocan tierra empiezan a recolectar armas y recursos, como madera y piedra, para construir fortalezas, rampas o puentes. El objetivo es la supervivencia: los personajes pelean entre sí hasta que queda uno solo vivo (o un equipo).
Cuando empieza la partida de Fortnite: Battle Royale, se genera una tormenta en la isla y los participantes se ven obligados a mantenerse dentro de los límites del ojo, que funciona como un círculo que se va cerrando por etapas y así los obliga a encontrarse, tarde o temprano, en el centro del mapa.
Las estrategias, entonces, pueden variar entre luchar de manera frontal desde el principio, para conseguir recompensas, o bien esconderse y acumular recursos, o incluso escapar de los oponentes, esperando a quedar entre los últimos contendientes. Pero, en definitiva, el enfrentamiento es inevitable.
También hay otras modalidades de juego, pero esta es la que se hizo global y masiva en los últimos dos años, sobretodo por el hecho de ser gratuita. Mucha gente relaciona el juego a la saga de Los Juegos del Hambre, aunque en realidad el principal antecedente es la película Battle Royale, del japonés Kinji Fukasaku.
Este fin de semana, un argentino de 13 años, Thiago “King” Lapp, ganó 900 mil dólares por quedar entre los cinco mejores de la copa mundial de este e-Sport, y ahora en todos lados se habla del tema.
Ganar plata jugando a los videojuegos es la fantasía de mucha gente. ¿Quién no quisiera que le paguen por pasar las horas “viciando”? Thiago parece ser la prueba de que “es posible”. Los medios destacaron la cantidad de tiempo que se dedica todos los días a entrenar -entre 6 y 8 horas-, resaltando el mérito individual del tigrense.
Ahora bien, ¿cuántos serán los “Thiagos” que le dedican gran parte de su vida a esto y no tienen los mismos resultados?
Para poner en concreto algunos números: en diciembre del 2018, había registrados en Fortnite 125 millones de usuarios. La empresa Epic Games, dueña del software, convocó a la copa mundial con premios millonarios, pero sólo pasaron las clasificatorias 100 jugadores individuales y 50 parejas. Esas 200 personas ganaron, como mínimo, los 50 mil dólares que les correspondían solo por llegar al torneo.
Además, distintas empresas contratan a jugadores talentosos para que participen en el juego en equipos que llevan el nombre de esas marcas. Es algo que se repite en distintos e-Sports. También existen quienes lograron fama a partir de alguna competición y ganan dinero con las transmisiones en vivo de sus partidas, e incluso algunos youtubers exitosos que muestran distintos aspectos del juego, enseñan a jugar, o simplemente muestran lo que hacen ellos. Pero para ser realistas... son la ínfima minoría.
La empresa, si bien no cobra por el acceso para jugar, se dedica a vender un “pase de batalla” que abre el acceso a disfraces, bailes y mejoras estéticas a partir de la resolución de misiones o la acumulación de experiencia. En el útlimo año, según el medio TechCrunch, que se especializa en tecnología, Epic Games ganó 3 mil millones de dólares gracias a este juego.
Entonces, ¿los jugadores Fortnite pueden vivir del juego? ¿O es Epic Games la que está viviendo de los jugadores?