Aunque los detalles que rodean el asesinato aún se desconocen. Este último ataque imperialista contra Irán polariza la situación en el Medio Oriente para la administración entrante de Biden, que busca restaurar el Acuerdo Nuclear de Irán.
Miércoles 2 de diciembre de 2020 19:43
El 27 de noviembre, los medios estatales iraníes informaron que Mohsen Fakhrizadeh, considerado por muchos como la fuerza detrás del programa nuclear de Irán, recibió un disparo mortal.
Actualmente se desconoce quién está detrás del ataque a Fakhrizadeh. Israel es el sospechoso más probable, dado que Israel ha asesinado a científicos iraníes en el pasado y el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu mencionóa Fakhrizadeh por su nombre durante una conferencia de prensa en mayo de 2018 sobre el programa nuclear de Irán. También es probable que el ataque fuera respaldado por Estados Unidos. El presidente Trump ya ha retuiteado varios informes sobre el asesinato.
Israel, con el apoyo de Estados Unidos, parece tener la intención de dificultar el regreso al imperialismo “blando” al estilo de Obama bajo la administración del presidente electo Joe Biden. Biden ha indicado su interés en revivir el acuerdo nuclear de Irán como una forma de reducir la volatilidad regional y tal vez reorientar los recursos hacia otros adversarios estadounidenses como China. Israel, por otro lado, teme que el levantamiento de algunas sanciones y el regreso al acuerdo nuclear puedan dificultar la contención de la influencia de Irán en el Medio Oriente. A pesar de la alianza de Israel con los halcones del Partido Republicano en la búsqueda de una política más dura contra Irán, es poco probable que la alianza estratégica entre Estados Unidos e Israel sea cuestionada durante una Administración Biden; una administración entrante que seráno menos imperialista que el de Trump. Sin duda, sin embargo, Biden enfrentará ahora serios desafíos desde la noticia del asesinato de Fakhrizadeh.
Para Irán, el asesinato ha expuesto las vulnerabilidades del régimen teocrático represivo con líderes militares iraníes como el general iraní Mohammad Bagheri que ven el asesinato como un "gran golpe para el sistema de defensa iraní". Dentro de Irán, el asesinato fue visto tan seriamente como el asesinato por parte de Estados Unidos del principal general de Irán, Qasem Soleimani, a principios de este año, aunque de manera más conmovedora, Fakhrizadeh fue asesinado en Irán. Ambos actos son los últimos de una serie de tácticas de "máxima presión" empleadas por la administración Trump. Lo más notable es la reimposición de sanciones estadounidenses más duras que han estrangulado la economía iraní. Estas sanciones han sido letales para las partes más desfavorecidas de la población. El líder iraní, el ayatolá Seyyed Ali Khamenei, ya prometió tomar represalias contra "los responsables" del ataque.
Recientemente, en septiembre, los funcionarios iraníes habían indicado planes para tomar represalias adicionales por la muerte de Soleimani, pero la crisis interna de Irán, agravada por el peor brote de coronavirus en Oriente Medio, ha tenido un efecto debilitante en todo el país.
En medio de esta escalada de tensiones entre Irán y sus adversarios, Irán tiene otra razón para preocuparse. La administración Trump está mediando la normalización de las relaciones entre Israel y los estados árabes sunitas, que comparten su hostilidad hacia Irán.
Israel y la administración Trump intentan debilitar las posibilidades de un resultado diplomático por su polarización contra Irán, continúan llevando a cabo ataques imperialistas con impunidad. El imperialismo estadounidense, que seguirá promoviendo sus intereses sea quien sea el presidente, debe ser denunciado por quienes se pretenden socialistas. Una responsabilidad especial recae sobre quienes viven en países imperialistas, quienes en Irán deben ponerse del lado de los oprimidos y explotados que están sufriendo poderosamente las sanciones internacionales y la creciente pandemia.
Maryam Alaniz
Maryam Alaniz es miembro y editora de la sección internacional de Left Voice. Investiga los movimientos sociales como estudiante de doctorado en The New School en Nueva York.