“Esto te pasa por abortera” le dijeron a una piba mientras la pateaban en el suelo. Pero, lejos de amedrentarse, seguirá luchando. Las pibas de verde dimos un paso del que nadie nos hará retroceder.
Viernes 24 de agosto de 2018 18:16
Foto: @enfoquerojo
Iba como siempre, con seguridad en la mirada y el pañuelo verde en la cintura. Era extraño que no hubiera nadie circulando, estaba sola en la parada. Por eso se detuvo a mirar al Corsa, el único auto que se asomó en la desolación de la calle. Pensó que paraba a cargar nafta, no le dio mucha importancia. El ataque fue una sorpresa. No esperaba que continuara así la jornada. Cuando llegó a reaccionar, ya se encontraba en el piso sin entender qué pasaba. La mujer del auto negro se le había abalanzado. “Esto te pasa por abortera” repetía mientras la agredía con patadas en el suelo. “Te pasa por asesina” le gritaba. “¿Qué está pasando?” se preguntaba Fer mientras recibía los golpes. "¿Quién es? ¿Qué busca? ¿Será que encuentra en la violencia física una manera de defender la vida?"… Las dos vidas.
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No es la primera vez que somos testigos de un evento de este tipo. Hace un mes, en Claypole, un niña de 12 años vivió el ataque de una compañera de escuela, que estaba embaraza y se enervó al ver el pañuelo verde que llevaba en el brazo. También sufrieron violencia por parte de un grupo de hombres de cintas celestes, las chicas y chicos de Santa Fe que vestían de verde las calles un día antes de la votación en el Senado. Estos hechos se repiten a lo largo de todo el país; mientras que al mismo tiempo, la solidaridad por la causa se extiende en varios lugares del mundo. Pañuelazos verdes internacionales en apoyo a la lucha por el derecho al aborto legal en Argentina se contraponen con estudiantes de primarias católicas forzados a marchar con pañuelos celestes. Pero la lucha no terminó el 8A. Ahora que nos negaron el derecho a decidir, las pibas vamos directo a los principales responsables bajo la consigna de Estado Laico, exigiendo: “separación de la Iglesia y el Estado, ya”. La marea verde tiene nuevos colores. Como dijo Norita Cortiñas: “A la Iglesia cómplice de la dictadura no le importaban los fetos cuando metían picanas en las vaginas de las mujeres embarazadas”. Las pibas no matan, las pibas mueren.
Al mismo tiempo, somos conscientes del contexto en el que se está dando esta lucha, el nuevo saqueo que está viviendo la clase trabajadora. Por lo cual, ahora más que nunca, debemos detener el financiamiento de la institución eclesiástica que se enriquece a costa del pueblo. Miles de personas se están movilizando por la apostasía, para desvincularse de ese contrato que no sabían que firmaban cuando, incluso antes de cumplir su primer año, les volcaban agua bendita sin consultar. Ahora queda conquistar la separación del Estado por ley de la mayor institución opresora de las mujeres y demás géneros oprimidos en todo el mundo.
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Fer se levantó de la calle. Los golpes que recibió la lastimaron, la asustaron, la perturbaron… pero no la detuvieron. Todo lo contrario: esos golpes la impulsaron a seguir, ya que no es la primera vez que la golpean. La golpearon desde que nació con el género socialmente oprimido, la golpearon cultural e ideológicamente. Le enseñaron cuál era el rol de la mujer, sumiso por supuesto, en esta sociedad patriarcal. La violentaron con publicidad machista, con cada acoso callejero, con cada limitación social y laboral. La mujer del Corsa negro sólo fue la parte visible de todo un sistema que nos ataca de manera encubierta, que instala y naturaliza esa violencia. A Fer ya no la para nada. Ahora ella y las demás pibas de verde dimos un paso del que nadie nos hará retroceder. Ahora más que nunca exigimos: educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal, seguro y gratuito para no morir, y separación de la Iglesia y el Estado, ya.