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Red Internacional
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FÚTBOL. Reflexiones sobre el fútbol en la URSS, el poder y el deporte y el futuro del fútbol-negocio

Reproducimos algunos interesantes conceptos de Carles Viñas, doctor en Historia y autor de “Fútbol en el País de los Soviets” y “Sankt Pauli”, que plantea una mirada con memoria sobre el fútbol.

Miércoles 10 de abril de 2019 14:00

El Doctor en Historia Carles Viñas dedicó gran parte de su vida a estudiar la relación entre fútbol y política entendiendo que ese binomio es inseparable en cualquier parte del mundo. Ha escrito varios libros sobre el tema, entre los que se destacan Fútbol en el País de los Soviets, de próxima publicación, y Sankt Pauli, otro fútbol es posible (Capitán Swing, Madrid, 2017), dedicado al famoso club vinculado al universo punk, al movimiento okupa y a las ideas de izquierda.

En un debate sobre fútbol y política concedido al sitio web Goal en Barcelona, España, Viñas remarcó que “este deporte es política porque de por sí es un acto social y que a partir de ahí cualquier movimiento futbolístico, un fichaje, un partido o lo que sea, tiene una trascendencia política”.

En plena presentación de su último libro, Fútbol en el país de los Soviets, Viñas analizó la llegada de este deporte a la Rusia de los Zares y como fue su crecimiento en la Unión Soviética. Él entiende al fútbol como una reacción burguesa al rugby que era practicado por la aristocracia. La pregunta inicial que se hace en la investigación es cómo llega este juego a la clase trabajadora.

“Hay que matizar, ante todo. El fútbol llega a la Rusia imperial de la mano de británicos y alemanes, básicamente, y tiene dos recibimientos. Por un lado están los que lo acogen con cierto recelo, la clase aristocrática más cercana al Zar, que lo ve como un deporte extranjero, y Rusia buscaba preservar su tradición eslava; en cambio, los sectores burgueses, más jóvenes, lo ven como un sinónimo de modernidad y como símbolo de homologación y apertura a Occidente”, expresa el autor.

“En ese momento histórico la rutina de los trabajadores era trabajar para luego ir a descansar y seguir trabajando. Eran jornadas agotadoras de seis días a la semana con turnos de hasta catorce horas diarias y no pueden pensar en otra cosa”, explica Viñas. “Pero a medida que se conquistan derechos el fútbol se extiende. Al principio se localizó en Moscú y San Petersburgo y desde allí se vinculó a las clases populares. Para muchas empresas este crecimiento incipiente lo veían en forma positiva para evitar el ausentismo de los trabajadores los días lunes. Era común que los domingos, único día libre de los trabajadores su pasatiempo era consumir vodka. La magnitud de lo que se bebía era tan grande que en muchos de ellos provocaba resaca y los lunes muchos faltaban al trabajo. Por eso el fútbol no fue combatido por los factores de poder porque contrarrestaba el ausentismo laboral y que la producción no se vea interrumpida”.

Consultado sobre la masividad que alcanza el fútbol ya en la primera década del siglo XX, el autor sostiene que “El fútbol, no solamente en Rusia, se convirtió en un fenómeno de masas donde comienzan aparecer los primeros ídolos futbolísticos así como también cierto seguimiento del público femenino que coincide con la irrupción de la radio. Son elementos que se ayudaron a difundir este deporte y convertirlo en algo masivo reemplazando a otros deportes entonces muy populares como el boxeo, el ciclismo o el atletismo. A partir de entonces el fútbol pasa a ser el pasatiempo favorito de la clase trabajadora”.

Una de las preguntas que le hicieron al autor de esta investigación es porqué tanto en la Rusia zarista como más tarde en la URSS se limitaba la presencia de obreros en el fútbol.

“En el caso de la URSS fue una cuestión de conveniencia. Hablamos del período en el que triunfa la Revolución de 1917 en plena Primera Guerra Mundial con una parte muy importante de la población movilizada en el frente. El Tratado de Brest-Litovsk puso fin a la participación de Rusia e inmediatamente después se produjo la Guerra Civil rusa, en la cual las fuerzas contrarrevolucionarias intentan impedir la consolidación de la Revolución con el apoyo de las potencias occidentales que temen el efecto contagio que pueda provocar la constitución del primer Estado obrero y la repercusión que pueda tener en otros lugares. Curiosamente la guerra favoreció la consolidación del fútbol. Las autoridades revolucionarias hasta entonces habían sido recelosas del fútbol pero no tardan en asumir la importancia de que el Ejército Rojo tenga una buena condición física y se introduce la práctica del deporte en el ejército por este motivo”, sostiene.

Estos ejemplos permiten poner el foco en el binomio que constituye la relación entre fútbol y poder. Otra cosa es, según el historiador, que el intento sea efectivo o produzca el efecto contrario: “También pueden ocurrir efectos no deseados por el poder de turno. Cuando Francia tenía colonias en Argelia y quiso popularizar el cosmopolitismo en la colonia, acaba pasando lo contrario, pues los jugadores argelinos que jugaban en la liga francesa se fugaron de Francia para montar un equipo y beneficiar la causa independentista del Frente de Liberación Nacional. Por lo tanto, hablamos de un binomio inseparable por la trascendencia que tiene el fútbol. Si el tenis tuviera la repercusión del fútbol sería el tenis el que se relacionaría con el poder”.

El tema de Argentina de la Copa del Mundo del año 78 también estuvo presente: “Argentina es un caso singular porque es un cruce de caminos. Hay un intento por parte del régimen de utilizar el fútbol en su beneficio pero a la vez ejerce de efecto cohesionador. Hay episodios hilarantes con gente encarcelada que cuando marca la selección se abraza con sus carceleros. Es el efecto de cohesionar a personas distintas que conviven en una dictadura. Hay también protestas en las gradas e intentos de boicot, más o menos efectivos, por parte de varias selecciones y ello provoca múltiples consecuencias. Es el último intento de trasladar una imagen positiva del régimen en Argentina que luego se contrarresta con lo que pasó en las Malvinas”, opina Carles Viñas.

El autor también pone el ejemplo de la rivalidad entre las dos Alemanias en el contexto de la guerra fría y relativiza sobre las presuntas deserciones de jugadores de la RDA cuando salían a jugar al extranjero. En forma similar se habla sobre Corea del Norte o con el propio régimen cubano donde siempre se comentaba de casos de deserción. “Siempre digo que si todo fuese verdad, no quedaría nadie compitiendo. Hay casos verídicos pero muchos forman parte de la propaganda de cada época”, concluye.

Un tema que también se abordó fue como el advenimiento del capitalismo reforzó el tema del llamado fútbol-negocio, pervirtiendo la historia y el trasfondo social de muchos clubes. “Muchísimos tienen su memoria colectiva, su historia y su imaginario, que se ven arrinconados porque son elementos que no dan beneficios y hay clubes que están viendo relegada su identidad en pos del beneficio económico. Es un proceso que empieza en los noventa en Inglaterra y que actualmente llega a su cénit con la propuesta de creación de una liga europea cerrada a muchos clubes porque un Barcelona-Albacete no es tan atractivo como un partido del club barcelonista contra el Chelsea o el PSG”, asegura.

“El capitalismo y esta transformación que produjo en el fútbol-negocio, ha recortado derechos de los aficionados, muchos de los cuales no saben ni qué día ni a qué hora juega su equipo, esto sumado al precio desorbitado de las entradas. Esta situación es una vorágine que a la larga puede provocar estadios vacíos y la gente viendo el partido desde su casa, quizá ese sea el fútbol del futuro. Este modelo tiene la crueldad de fragmentar este deporte y profundizar el individualismo no hay que olvidarse que muchos aficionados si su equipo va bien y gana el sistema funciona y no hay cuestionamientos”, reflexiona.

“A pesar de esto existen muchas pancartas que recuerdan cómo el fútbol sin hinchas no es nada y creo que resumen la misma esencia de este deporte. El fútbol son sus aficionados y lo están matando, atentan contra la esencia. El fútbol de hoy va contra el aficionado porque le impide seguir a sus jugadores, le impide acceder al estadio con precios abusivos de las entradas, y eso creo que matará de raíz la esencia del fútbol”, afirma Viñas.