Ante el agravamiento en la crisis política y económica nacional, publicamos para nuestra sección de Tribuna Abierta, esta contribución que nos hicieron llegar desde Cochabamba.
Viernes 1ro de noviembre
Foto: redes sociales
El alto grado neofascista, violento y racializado del grupo paramilitar Resistencia Juvenil Cochala (RJC), nuevamente, se está volcando a las calles y avenidas de Cochabamba.
La noche del miércoles 30 de octubre, en horas de la noche, aproximadamente un centenar de miembros y acompañantes, hombres y mujeres, de la RJC se desplegaron por las calles de Cercado en dirección a Quillacollo con el propósito de desbloquear violentamente parte de la ruta que conecta al occidente del país.
Disfrazados y enmascarados, a vísperas de la celebración del halloween o noche de brujas, transitaron las calles hasta pasada la medianoche. Se debe considerar que, para esa hora, los campesinos ya se habían replegado momentáneamente, por lo tanto, no se registraron enfrentamientos.
Una modalidad en su accionar se caracteriza por la previa coordinación con la policía, aunque en ocasiones operan autónomamente, de fondo responde a órdenes superiores de sus auspiciadores ultraderechistas.
Los disfraces y máscaras, como fenómeno social alienante en esta organización, nos permiten observar la irradiación de un habitus capitalista en el quehacer normalizado de la burguesía local, particularmente de un sector juvenil, compuesto principalmente por jóvenes blancos acompañados de sectores lumpen y clase indeterminada de la sociedad mestiza, que, fundamentadas en prácticas violentas, racistas y excluyentes van acentuando y normalizando límites entre centro y periferia, ciudad y campo, entre Cercado y las provincias de Cochabamba. Además, estas prácticas abiertamente reconocidas y propagadas por sus financiadores, como el Comité Cívico y otros sectores políticos con intereses privados y empresariales ligados a la ultraderecha, constituyen a la violencia como su única respuesta política. Parafraseando a Frantz Fanon, las “máscaras blancas” representan la etnicidad y las clases indeterminadas por el capitalismo; tal es el caso de los miembros de la Resistencia Juvenil Cochala y ese chovinismo criollo-mestizo, colonial y republicano que reivindica una narrativa racializada en la identidad cochabambina.
Hay que plantear a contrapunto y debate los problemas estructurales de clase y etnicidad que estos fenómenos sociales implican socio históricamente, la regresión hacia el pasado colonial de estos sectores que fueron potenciados por los pactos políticos e indeterminaciones del MAS son, hoy, una clara muestra de la internalización del capitalismo.
Frente a los resabios de la violencia paramilitar vigentes en la actualidad y su protagonismo impune, debemos afirmar: ¡Milicos, policías y paramilitares, nunca más! Por lo tanto, es necesario y urgente luchar para extinguir estas tendencias y prácticas paramilitares.
Ante este fenómeno de polarización mediáticamente predeterminado por los intereses en juego, planteamos para la clase trabajadora, obreros, campesinos y desempleados, la búsqueda de la independencia ideológica y política orientada hacia una organización profunda y diferencial, no cooptativa ni pongueable, que sea emergente desde nuestras bases sociales y que respondan a sus intereses inmediatos e históricos con la determinación y claridad que en este recorrido no podemos eludir y dejar sin importancia aspectos como la violencia patriarcal, el colonialismo y el clasismo burgués.
Ante la agudización del racismo y el colonialismo sobre las naciones originarias, campesinas e indígenas es necesario reconocer la legítima lucha por su autodeterminación histórica, además de la urgente necesidad de establecer diálogos críticos enmarcados en las dimensiones de clase y etnicidad contra el capitalismo y el colonialismo imperantes en Bolivia.