Mientras Argentina se mete en carrera en varios de los deportes equipistas e individuales; Olé, La Nación y la TV Pública hablan de cómo la “torcida” brasilera se transforma en hinchas de todas las selecciones que jueguen contra las selecciones argentinas. Un “nacionalismo deportivo” fomentado alevosamente…
Lunes 8 de agosto de 2016 08:44
Foto: agencia EFE
Pareto subió la vara muy alto con la tempranera medalla de oro. Y Del Potro recogió el guante, con ese duelo contra Djokovic, un verdadero “reload” de la lucha por la presea de Bronce en Londres 2012. Vale casi una de oro, porque por más que su cuerpo diga “no va más” en cualquier ronda siguiente, este Del Potro hizo algo muy meritorio: le ganó al invencible.
El partido tuvo un condimento parecido al que jugó el Hándbol argentino en la digna derrota contra Dinamarca: la parcialidad corría a favor de los otros equipos. Una suerte de fusión de hinchas nativos de los países contrincantes con algunos brasileros que ayudaban haciéndoles el aguante. Esto, que es notorio y verdadero en algunos encuentros, fue reproducido hasta el cansancio por los grandes medios periodísticos argentinos. Quizás el artículo más notorio sobre esta suerte de “nacionalismo deportivo” se lo puede ver en el artículo de La Nación sobre el Hándbol. La nota habla simplemente de cómo los brasileros ayudaban a los daneses: “un clima anti-argentino de principio a fin”.
Se habla de la reacción del público brasilero incluso en las entrevistas a los jugadores. La TV Pública ahí estaba con sus periodistas, como queriendo meterle palabras en la boca a Del Potro sobre el tema, lo mismo a Campazzo luego del final del básquet en el triunfo fácil a Nigeria. Es claro que la torcida verdiamarilla hace lo que ya es parte del folklore de hinchadas contra Argentina, apoyando a los contrincantes. Ahora los medios venden como “noticia” lo que ya sabemos todos y no te cuentan casi nada de los partidos. ¿Olé, no tiene la capacidad de elevar sus títulos metáfóricos a otros temas que no sean xenófobos o machistas? Lo que se dice una línea editorial persistente.
Si uno ve a los entrevistadores de la TV Pública, las preguntas que les hacen a los jugadores se las contestan ellos mismos. Es evidente que acá hay un poco de discurso fomentado. Esa “rivalidad” contra Brasil, sino la fomenta el propio macrismo y un sector de la burguesía argentina ligada a los negocios de la TV e Internet; por lo menos habría que decir que le juega a favor. ¿No es acaso parte del flirteo de Macri en la escala sudamericana mostrar una Argentina “distinta a los populismos”, para volverse su “grandeza histórica”? ¿No le vendría bien a Macri que EE.UU. comience a mirar más en él que en Temer como garante de la normalidad continental? Estamos en los Juegos Olímpicos, y no sólo el Papa hace política sobre los símbolos en las relaciones diplomáticas internacionales. Y qué mejor símbolo que el deporte…
Recapitulemos el día: el triunfo del básquet ante Nigeria y del vóley masculino ante Irán fueron el moño de regalo para un día bastante bueno para Argentina. Lo de Las Leonas fue una mancha, perdiendo ante-ayer contra Estados Unidos una vez más. Aunque lo de Los Leones fue de hazaña con el empate contra el mejor del mundo, Holanda. En las otras disciplinas varios quedaron en el camino; y el medallero ya marca una tendencia: EEUU y China arriba del todo; Australia mostrando su gran poderío actual y el resto esperando sus platos fuertes.
Río 2016 es el negocio más acabado para Internet y la TV; que ya casi va perdiendo la “titularidad” en estos Juegos. Y todo comandado por una élite de empresas multimediales que reparten por todo el globo los resultados, las noticias y los repliques de Tweets y Selfies de los atletas. Hay vender sobre todo ese deseo de libertad, de diversión, de sana competencia en un mundo; y sobre todo en una Brasil y una Argentina, cruzadas por la recesión y el ajuste. Desde La Izquierda Diario queremos reflejar la realidad de unos juegos que, en lo deportivamente hablando, nos declaramos como en la política: internacionalistas del buen juego y la garra. Por suerte Argentina mostró algo de esto.