El atleta etíope, medalla de plata en la maratón olímpica, cruzó la meta con las manos en alto simulando estar encadenado, para protestar contra el gobierno de su país que reprime y detiene opositores.
Gabriela Boyadjian @gabyrub_
Martes 23 de agosto de 2016 08:25
El atleta etíope Feyisa Lilesa, medalla de plata en la maratón de los juegos olímpicos de Río 2016, cruzó la meta con las manos en alto simulando estar encadenado, para protestar contra el gobierno de su país. En conferencia de prensa, repitió el mismo gesto y denunció "Fue una protesta, porque soy oromo, y en Etiopía los oromo somos reprimidos por el gobierno. Nos matan y nos encarcelan, somos sospechosos por el simple hecho de ser oromo. Tengo parientes presos y llevaré la protesta de mi gente allí adonde vaya".
Los oromo pertenecen a un grupo étnico que se encuentra en el centrosur de Etiopía, el norte de Kenia, y partes de Somalia. Se estima que hay cerca de 26 millones en Etiopía que, según afinó Feyisa Lilesa, “El gobierno nos obliga a dejar nuestras tierras, nos encarcela, nos mata. Yo les pido que ustedes, los periodistas, que hablen de la democracia que no existe en mi país, y de los intereses económicos que apoyan la represión de los oromo”. Desde el gobierno, menguaron la cuestión y aseguraron que el maratonista no sería castigado y tendría una bienvenida junto al equipo olímpico de Etiopía que participó en Río 2016.
El pueblo oromo resiste y Lilesa puso su voz
Desde finales del 2015, la policía y el Ejército etíope asesinó cerca de 500 personas en las manifestaciones contra el gobierno de los amhara Mulatu Teshome y el primer ministro Haile Mariam Desalegne, que amparado en la ley antiterrorista, reprime y detiene opositores, con métodos brutales según informan Amnistía Internacional y la organización de derechos humanos, Human Rights Watch. Los detenidos son estudiantes, profesores, músicos, trabajadores de la salud y personas que ayudan a que los perseguidos puedan escapar y refugiarse y sumado a esto, miles de mujeres han sufrido violaciones y abusos.
Las protestas del pueblo oromo se iniciaron a principios de diciembre luego que se aprobara un plan urbanístico para extender la superficie de la capital etiope, Adis Abeba, que ponía en peligro las tierras de cultivo de esta etnia, base de su economía. Pero el gobierno tuvo que echarse atrás. En este marco, a los manifestantes se los acusa de terroristas y de estar ligados a grupos terroristas como el Frente de Liberación Oromo, como una forma de legitimar, el gobierno, las sangrientas represiones.
A pesar y debido a la atroz situación que vive el pueblo etíope, Feyisa Lilesa, se animó a denunciar ante el mundo: "Si vuelvo, sé que podrían encarcelarme o incluso matarme, es algo que ya he discutido con mi familia. Pero yo represento a mi pueblo y creo que debo dar a conocer lo que nos pasa".