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Roger Waters: entre la pasión, el rock y la resistencia

Daniel Lencina

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Roger Waters: entre la pasión, el rock y la resistencia

Daniel Lencina

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Si Pink Floyd es la banda que sigue estremeciendo a varias generaciones con su música, su fundador sigue haciendo estallar estadios repletos en todo el mundo. La actual gira mundial, llamada “Us + Them”, presenta los temas clásicos de la banda y de su carrera solista. Pero ello es, en cierta medida, una “excusa”. Porque hay un mensaje detrás de la escena y bien explícito, político, resumido en el eslogan: “RESIST”.

La historia personal de Roger Waters se mezcla con la del artista, como muestra la película The Wall dirigida por Alan Parker. Allí vemos en la animación que dos flores se seducen, se acarician al compás de la música y se muerden hasta que una se come a la otra, convirtiéndose en otra cosa: en una locura.

Hijo de un soldado británico que murió en la Segunda Guerra Mundial y que militaba en el Partido Laborista y de una maestra, creció muy solitario y rodeado de traumas como el miedo a la muerte, hasta que conoció a Syd Barret y juntos fundaron Pink Floyd; en 1967 lanzaron su primer disco.

La psicodelia en la música hacía estragos en aquellos años, dando lugar a la experimentación en muchas bandas. A fines de los ‘60 el mundo del rock progresivo marcó una gran época de creación artística que en su tiempo rompió los moldes con temas que salían de la estructura musical de las canciones comerciales, mezclando melodías con sonidos y ruidos raros, usando sintetizadores, como un pato psicodélico al final del disco con el que debutó Pink Floyd, disco en el que tuvo protagonismo en la voz y la guitarra rítmica como fue Syd Barret –por cierto un gran violero rítmico–. En esa época hasta compartieron escenario con Jimi Hendrix.

Pero Syd fue separado de Pink Floyd ya que –según la banda– era imposible trabajar con él. El genio creador se sumergía entre la locura y las drogas, un precipitado círculo que lo llevó a estar internado desde muy joven hasta el final de sus días. Un homenaje a su vida se puede escuchar en el blues “Shine On You Crazy Diamond”, compuesto muchos años después.

Con la entrada de David Gilmour, la banda toma otro giro y Roger se hace cargo de la creación artística, de las letras y la música, casi en su totalidad, compartiendo las voces que alterna con el flamante guitarrista.

Todo lo que siguió después son los discos conceptuales, entre los que se destaca The Dark Side of The Moon, Animals, The Wall y The Final Cut. Vale destacar que este último es un disco antiguerra, pero sobre todo anti Thatcher, algo poco usual entre el activismo de izquierda inglés. Con semejante éxito, en la cresta de la ola, en 1985 Roger se separa de la banda definitivamente por diferencias artísticas, musicales, y algunos dicen que hasta por diferencias políticas con Gilmour.

Con algunos traspiés, comenzó su carrera solista y Eric Clapton colaboró con él grabando y tocando en vivo, al igual que el gran guitarrista Jeff Beck.

En 1989 la caída del Muro de Berlín daba motivos para re estrenar a todo trapo la obra The Wall. En algo así como un juego de palabras por el mensaje del disco y por lo que acaba de pasar, lo que erróneamente algún que otro charlatán llamaría “el fin de la historia”. Pero Roger hizo historia porque ofreció un concierto ante 300 mil personas en Berlín, y grabó un disco y un video en vivo. Y volvió a derrumbar esa pared.

Recién en 2005, en el concierto Live 8, la banda original volvió a reunirse para tocar en vivo. Creció la expectativa de una posible reunión, pero todo fue una ilusión.

Con el reestreno de la obra The Wall en 2010, comenzó un nuevo tour mundial y también a crecer la versión más política del artista. El paso de los años dieron para él nuevos significados antimilitaristas al disco. No podemos dejar pasar el dato de que en nueve ocasiones llenó el estadio de River Plate, en Buenos Aires.

“Us + Them”

El “cisne negro” de la política mundial, el presidente de los EE. UU., Donald Trump, es el blanco principal del desprecio de Roger en vivo. Caricaturizado, convertido en cerdo, a tono con los temas de Animals que denuncia a “los cerdos que controlan el mundo” y luego aparece con la vestimenta del Ku Klux Klan y, cuando no, directamente con el uniforme nazi. Así aparece Trump en sus conciertos. Lo acompañan en el podio de los reaccionarios del mundo otros líderes como Le Pen, Benjamín Nentanyahu, caracterizados por el artista como “neofascistas” contra los que hay que “Resistir”.

En América Latina hizo temblar el Zócalo, en México en 2016, donde ofreció un concierto gratuito al que asistieron más de trescientas mil personas (la última vez que hizo algo similar fue en Berlín, 1990). Pero en la tierra de Pancho Villa y Emiliano Zapata se tomó el tiempo para leer en español una carta, redactada por él mismo, exigiendo la aparición con vida de los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa.

Pero la sorpresa la dio en Brasil, en medio de la polarización social y política por el ballottage entre Bolsonaro y Haddad, se tomó el tiempo para incluir en la lista de “neofascistas” a Jair Bolsonaro. Y como todo tiene un costo político, aquí fue doble: de un lado fue abucheado por gran parte del estadio –mientras la otra mitad lo aplaudía– y de otro lado recibió amenazas de que si volvía a hacer lo mismo en la veda electoral, lo meterían en cana. Pero, ¿qué es el rock sino algo que al menos rompa las reglas? Y eso fue lo que hizo, faltando apenas 30 segundos para que empiece la veda electoral: Waters sumó su voz a los millones del pueblo negro, los trabajadores, la comunidad LGTB, las mujeres y los oprimidos que reclamaban al unísono #EleNao. En los conciertos previos, estuvo con familiares de Marielle Franco y en la pantalla grande puso la foto del Mestre Moa.

Nada sorprende del artista que desde hace muchos años viene siendo activista por la defensa del pueblo palestino. Y cada tanto cuestiona públicamente a los demás artistas que van a tocar a Israel. Bon Jovi, los Rolling Stones, Joaquín Sabina y Serrat fueron persuadidos por Roger Waters para que no vayan a tocar al Estado genocida. Les dijo que si iban, con su presencia legitimarían a los colonos que con las topadoras tiran abajo las casas de los palestinos y quedarían del lado de los que tiran bombas contra un pueblo indefenso. Pero en esta ocasión el bajista no pudo derribar esa pared, y se estrelló con la indiferencia. “Money”, tal vez. Últimamente participó de una charla en Uruguay, en solidaridad con Gaza y Cisjordania, dejando en claro que no solo basta con hacer una canción como “Song for Palestine”; hay que poner el cuerpo, incluso a los 75 años.

En Argentina se involucró con la identificación de los soldados no identificados en el cementerio Darwin en las Malvinas. Es de redactar cartas, participar en movilizaciones, volver a redactar cartas y si ello no basta ahora su concierto se vuelve un manifiesto contestatario.

El cerdo

El cerdo volador, marca registrada de la casa, es el momento esperado y aclamado en un concierto en vivo. Roger aprovecha en general para escribir sobre el lomo del mismo alguna frase política.

Por ejemplo en Argentina. Jorge Julio López despareció en septiembre del 2006; Roger vino al país en marzo del 2007 en el marco de la presentación de su gira mundial The dark side of the moon. Cuando el cerdo gigante sobrevolaba la cancha de River de un lado se leía “Bush, Videla, Thatcher y Massera son lo mismo” y del otro lado decía: “¿Y a dónde está Julio López? ¡Nunca Más!”. Nada más que agregar, mientras el público estallaba en aplausos –vale recordar que fue en pleno auge del kirchnerismo y que CFK nunca nombró López en ningún discurso oficial–.

En México, frente a 300 mil personas, el cerdo decía “Nos faltan 43” en alusión a los estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, como puede verse en el video del tema “Pigs”.

El corte final

En la actual gira, hay un par de manos que intentan llegar a tocarse, acercándose lentamente en el tema “Wish You Were Here”, pero antes de hacerlo se desintegran, se parten en miles de pedazos, generando esa sensación de pérdida, de “deseo que estés aquí”...

Sin embargo, si bien hace décadas viene girando por el mundo, claramente esta es la versión de Roger Waters donde la música y la política se dan la mano, y aquí sí logran hacerlo, como en el tema “Comfortably Numb”, que inunda la megapantalla de fondo que usa en vivo. La música y el mensaje se dan amistosamente la mano, muy a pesar de los conformistas que se llevan muy bien con el sistema, dando contenido a una crítica para que el mundo ya no esté controlado por los cerdos. Y si de cerdos se trata, se dio el lujo de citar a George Orwell, parafraseando a su gran fábula Rebelión en la granja: “No permitan que algunos animales sean más iguales que otros. RESIST”.


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Daniel Lencina

@dani.lenci
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.