En Fighiera no solo quedó en evidencia el gran caudal de agua que dejó el temporal, sino que, sobre todo, fueron las malas políticas públicas las que generaron esta situación.
Martes 17 de enero de 2017
Luego de lo sucedido durante lo que va del nuevo año a causa de temporales y tormentas, claramente, Fighiera no es un caso aislado del saldo que dejaron las inundaciones. No sólo quedó en evidencia el gran caudal de agua que dejó el temporal y las fuerzas de la naturaleza. Sino que, sobre todo, fueron las malas políticas públicas las que generaron esta situación.
¿Basura o malas políticas públicas?
No podemos evitar la furia de la naturaleza. Si bien cayó demasiada agua en un corto lapso de tiempo, quedó claro la ineficiencia de las políticas públicas, por parte de la Comuna de Fighiera y la gran impermeabilidad que los campos allegados tienen en su superficie, producto de los sojeros y agro-tóxicos utilizados. Éstos son la raíz de los problemas causados al largo plazo en toda la zona sur de Santa Fe, Córdoba y Norte de Buenos Aires.
Variadas opiniones se pueden escuchar desde diferentes sectores, pero una de ellas es la versión que más corre: gran parte de la población acusa a las periferias del pueblo de los males de este, en este caso por falta de limpieza, acompañando a estos argumentos de descalificativos o insultos y, casualmente, utilizando los mismos argumentos que se utilizan contra los hechos de inseguridad o vandalismo.
No es extraño que durante una pérdida, busquemos culpables. Pero en este caso, parece que buscamos culpar a otro para ocultar nuestra propia responsabilidad. Surge una pregunta clara ¿Es necesario que pase un hecho lamentable para elevar las voces de queja e indignación?
Durante años, en Fighiera también, los barrios periféricos parecen formar parte de otro pueblo. Fueron los últimos en construirse, pero los primeros en olvidarse. En éstos las inundaciones y otros hechos lamentables, son materia diaria. La comuna parece no escuchar esas voces o mira para otro lado. Los recursos se fijan en el centro del pueblo, y sin embargo, también se generaron inundaciones y escaso drenaje del agua. Entonces, ¿no estaremos mirando hacia otro lado?
Es evidente que el problema es la ineficiencia de la toma de decisiones de las presidencias comunales a lo largo de varios años y, las obras públicas, que son ineficaces o se encuentran a medio terminar. Entre ellas el acceso al pueblo desde autopista, no hay canales de drenaje a los lados del carril y el acceso está tapado por montañas de tierra.
También los accesos a los barrios Palermo, Fonavi, Costa y calles perifericas sin suficientes canales de drenaje, sucios con basura o escombros o el camino rural hacia el lado de Pavón que tiene los canales tapados con plantas, tierra y basura. A esto se suma la calle San Martin, principal arteria del pueblo, que no drena bien el agua y está falto de mantenimiento.Tampoco hay canales, no hay planes para la creación de desagües tanto en esta calle como en las demás calles principales.
El camino rural Arroyo Seco–Fighiera tiene falta de mantenimiento y escasos canales. También los bosque de eucaliptos ya que sus hojas impermeabilizan el suelo, lo que los hace ineficientes en su tarea.
Todas estas tareas, además de estar mal planificadas cuentan con muy pocos trabajadores para poder llevarla adelante, sin embargo, la comuna continúa con el cobro de impuestos.
Estos y un sinfín de problemas estructurales, con falta de ingeniería, políticas públicas, mal uso de los recursos y malas decisiones que traen problemas gravísimos a largo plazo. Porque, ¿de qué sirve construir sin cimientos firmes?
A esto, se le suma el gran problema de la principal zona sojera del país. Los campos se encuentran impermeabilizados, y en poco tiempo veremos lo que los productos agro-tóxicos producen en nuestro medio ambiente y las napas subterráneas. No hay controles ni políticas de ningún tipo para regular esta conducta tan arraigada en el país desde hace mucho tiempo.
Somos responsables de no elevar las voces de queja durante los años de mandato presidencial, y de dar nuestro voto de confianza a personas que no hacen más que dar una continuidad a los gobiernos que tanto mal hacen al pueblo. Somos por de más de solidarios, salimos a la ayuda de todos. Pero, en algún momento, ¿hicimos algo para prevenirlo? Teniendo en cuenta la falencia de las obras públicas, y el poco compromiso de los políticos de turno, surgen otras preguntas: ¿Estamos fijando nuestras energías donde corresponde?, ¿nuestras voces de queja e indignación apuntan al lugar correcto? ¿no estaremos culpando a los padecientes?
Durante el temporal, en las calles, no sólo era posible ver basura. Vimos malas políticas públicas y una gestión comunal que deja mucho que desear. La misma amargura diaria por ver cómo la gente más necesitada y trabajadora es la que menos atención recibe y, además de esa injusticia, son culpabilizados de la responsabilidad de todos.