Realizada en el marco del juicio que se lleva adelante desde 2020 contra 15 represores por los crímenes cometidos durante la última dictadura cívico militar en dicho centro y en las Brigadas de Investigaciones de Banfield y Lanús. Sobrevivientes confirmaron su funcionamiento desde 1974.
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Valeria Jasper @ValeriaMachluk
Viernes 11 de agosto de 2023 09:25
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Ricardo Basílico, presidente del Tribunal, encabezó, en la mañana del martes, la inspección junto a las querellas y las defensas y varios sobrevivientes en el excentro clandestino de detención, ubicado en las calles Alison Bell y Garibaldi de la localidad de Quilmes, lugar donde funcionó la Brigada de Investigaciones durante la última dictadura militar.
La medida fue realizada en el marco del juicio unificado que se sigue a genocidas acusados de los delitos cometidos en los centros clandestinos conocidos como Pozo de Quilmes, Banfield y El Infierno, integrantes del circuito Camps, desde octubre de 2020.
Durante el recorrido, colmado de una profunda emoción por parte de sobrevivientes que volvían al lugar de tortura, se pudo acreditar, en base a los testimonios brindados en el juicio, que el Pozo de Quilmes, dependencia de la Policía de la provincia de Buenos Aires, funcionó como centro clandestino desde 1974 y continuó durante la dictadura cívico militar eclesiástica.
María Santucho, sobreviviente del Pozo de Quilmes volvió
por primera vez al lugar donde estuvo secuestrada. Tenía 15 años cuando fue secuestrada junto a su madre, sus dos hermanas de 13 y 10 años, cuatro primos (hijos de Roberto de 14, 13, 12 y 9 meses) y Esteban Abdón de 4 años, hijo de un compañero de la organización.
"Volver a las celdas del tercer piso dónde estuve y ver los colchones me da una dimensión aún más grande de lo planificado que fue esto. Es todo muy fuerte, más a poco de haber encontrado a mi primo", sostuvo María.
Todos los niños Santucho fueron trasladados al pozo de Quilmes donde permanecieron en celdas. En su declaración como testigo en el juicio sostuvo: “Somos sobrevivientes. Ser reconocida y querida como hija de alguien que dio su vida para cambiar el mundo fue muy sanador y lo sigue siendo. Pero cada vez que hablo es un desgarro profundo, la fractura sigue allí”.