El exjuez Sergio Moro y el fiscal Deltan Dallagnol, fueron una pieza clave en la operación Lava Jato que tras el golpe institucional de 2016 terminó con el ecanrcelamiento de Lula dejando el camino libre al triunfo de Bolsonaro en 2018. Aunque se demostró que la operación fue un freude, ambos fueron elegidos este domingo como parlamentarios.
Lunes 3 de octubre de 2022 09:10
El exjuez Sergio Moro, pieza clave en la freudulenta operación Lava Jato que terminó con el encarcelamiento y proscripción de Lula y luego fue ministro de Justicia en el Gobierno de Jair Bolsonaro, logró este domingo un escaño en el Senado brasileño.
Moro consiguió la banca que se disputaba en el estado de Paraná, desde donde lideró la operación Lava Jato, una trama de corrupción en torno a la estatal Petrobras y que terminó años más tarde con el encarcelamiento de Lula, dejando el camino libre a Bolsonaro para ganar la presidencia en 2018.
En 2021 el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Brasil concluyó un proceso en el que confirmó que el exjuez Sergio Moro no actuó con la debida imparcialidad en uno de los juicios a que fue sometido el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La muestra más clara de imparcialidad, además del juicio viciado, fue que Moro terminó asumiendo como ministro de Justicia de Bolsonaro una vez que este asumió.
Otro de sus aliados en la Lava Jato, el entonces fiscal coordinador de esa operación, Deltan Dallagnol, fue elegido diputado federal, siendo el más votado de Paraná, por delante incluso de la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, según los resultados oficiales.
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La Operación Lava Jato entró en desgracia a partir del momento en que la Corte Suprema anuló muchos de esos procesos por problemas de jurisdicción y, además, declaró que Moro no fue "imparcial" en causas contra Lula.
Tras ser ministro de Bolsonaro, Moro finalmente renunció al cargo a poco más de un año de asumido por disputas con el propio presidente y con la casta judicial que empezó a dar un giro para poner frenos al propio Bolsonaro e intentar limpiar la propia imagen de un poder judicial que aparecía como desprestigiado, lo que incluyó el cuestionamiento al accionar de Moro.
El exjuez fue elegido senador de Paraná como candidato de União Brasil y defenderá una
agenda de ataques contra los trabajadores y los sectores empobrecidos, siguiendo los pasos que llevó adelante hasta ahora. Moro es uno de los responsables de materializar el avance de los ataques neoliberales contra la clase obrera que se produjo con el golpe institucional de 2016 contra Dilma Rousseff -en el que luego Bolsonaro asciende al poder como un fruto no deseado- y la detención arbitraria de Lula.
Cuando Moro fue ministro de Justicia de Bolsonaro, hizo la vista gorda ante los numerosos casos de escándalos de corrupción que involucraban a Bolsonaro, su familia y milicianos mercenarios de su entorno, aunque después de dejar el cargo trató de reubicarse cuestionando al presidente.
Como ministro, Moro aprobó su "paquete anticrimen", que en realidad vino a profundizar el carácter racista y autoritario del Estado brasileño contra la población. Las medidas de este "paquete" restringen el derecho a la defensa de los imputados, ampliaron y agravaron las penas, muchos delitos se tornaron atroces, dieron un salto en la vigilancia estatal, autorizan el registro de los presos y también el pago de honorarios y bonos por parte de la policía a los policías que asesinan.
En un intento de triunfar como una “tercera vía”, coqueteó sistemáticamente con la base ultraderechista bolsonarista, incluyendo varias declaraciones sexistas y LGBTQIAP+fóbicas, defendiendo la ley antiaborto y la inmunidad de las deudas de la Iglesia , etc. También fue un firme partidario de la reforma de las pensiones.
No podemos olvidar que Moro y la operación Lava Jato se fortalecieron como actores políticos -no votados- gracias al apoyo de instituciones del régimen político como el Supremo Tribunal Federal y el Congreso Nacional. Sin mencionar el gran apoyo de los medios de comunicación, como Rede Globo, las Fuerzas Armadas y las camaras patronales como la FIESP (de San Pablo). Todos exigían el golpe para profundizar los ataques a los trabajadores y seguir lucrando.
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