Shamelees refleja la vida de millones de personas que intentan sobrevivir, de la manera posible, en un sistema capitalista que deja pocas opciones.
Miércoles 1ro de noviembre de 2023
*Spoilers
Las familias disfuncionales siempre logran captar la atención de los adeptos a las series, ya que dan pie a situaciones hilarantes y en las que podemos reflejarnos cotidianamente. De vez en vez, llegan series en las que no solo nos podemos identificar, sino en las que no nos gustaría hacerlo.
Shamelees se estrenó a comienzos del 2011 y nos muestra la vida de la familia Gallagher, que reside en el barrio más pobre de Chicago. El que “debería” ser la cabeza de la familia, Frank Gallagher, interpretado por William H. Macy (actor veterano y consolidado en Hollywood), tiene 6 hijos: Fiona (21), Lip (16), Ian (15), Debbie (11), Carl (9) y Liam (18 meses).
La premisa podría parecer simple, Frank es un alcohólico sin remedio que no se hace cargo de sus hijos por lo que Fiona, ante el abandono de su madre y con apenas 14 años, renuncia a la escuela y toma las riendas de la familia. Su nuevo rol se ve afectado tanto por lo abrumador de la tarea, como por su edad y la precaria situación en la que se encuentra la familia. Los Gallagher sobreviven de ayuda del gobierno, los precarios trabajos que pueden mantener Fiona y Lip y los robos realizados por Ian, Debbie y Carl. El escenario ya de por sí nos presenta una crítica a la situación económica que padecen estas familias, pero las críticas más fuertes vienen precisamente de los intentos de salir de esa situación.
Shamelees refleja la vida de millones de personas que intentan sobrevivir, de la manera posible, en un sistema capitalista que deja pocas opciones. Por ejemplo Lip, el más inteligente académicamente de la familia, ha navegado por la vida siendo el mejor de la clase, lo que lo hace arrogante y se plantea como el único salvador posible de la familia, ya que solamente él podrá acceder a la universidad y conseguir el éxito. Pero cuando por fin lo consigue, con una beca y un trabajo de medio tiempo, se da cuenta que su inteligencia en el barrio pobre no tiene mucho peso en un entorno donde sus compañeros cuentan con muchos privilegios que garantizan su permanencia en la escuela, a diferencia de él, pues sus problemas con el alcohol (desde la infancia Frank incita a sus hijos a tomar) lo orillan a dejar la universidad.
La serie aborda diferentes temas sociales como el racismo. Liam, el hijo menor de Frak (que por alguna razón que nunca se termina de explicar es negro, si bien toda su familia es irlandesa-estadounidense), es discriminado constantemente por su color, la misma razón por la que lo usa su padre para pedir limosna. Él logra entrar a una escuela privada solamente porque al colegio le hace falta “diversidad” en su población de niños ricos.
El tema de género se muestra de muy diversas formas, pero una de las principales en el papel de Fiona, interpretada por Emmy Rossum, que lleva sobre sus hombros la carga de sacar adelante a su familia, renunciando a su propia vida y siendo madre, sin en realidad serlo. Intenta librar a Debbie de este tipo de vida que tantas privaciones le ha costado, pero la necesidad hace que la niña sea quien se encargue de cuidar a Liam para que Fionna trabaje. Tarea que se detiene cuando Debbie se embaraza siendo adolescente y pese a los intentos de Fiona por que aborte, se escuda en la opinión pro vida de su padre y decide tener a su hija.
¿El sueño americano?
Shameless, si bien es un remake de una serie británica, refleja de muy buena manera la situación estadounidense. En sus capítulos queda claro que el sueño americano está negado para los mismos estadounidenses, y cada uno de los personajes intenta, a su manera, superarse.
Carl e Ian ven en el ejército una manera de encausar sus vidas y desplazarse económicamente. Ian es expulsado por sus crisis de salud mental (es bipolar y más que apoyo recibe rechazo) y Carl no da el ancho en la milicia y termina como policía. Al notar que este cuerpo represivo, más que ayudar a su gente, la violenta, intenta protestar por lo que lo degradan a policía de parquímetros, donde lleva su venganza personal contra los ricos, poniéndoles multas a carros lujosos.
Frank Gallagher, más allá de ser el alma de la serie, nos muestra a un personaje que encarna no solo la desesperación sino el ingenio que desarrolla aquel que necesita sobrevivir a las situaciones de la vida cotidiana.
El aspiracionismo es profundamente cuestionado. Fiona, de manera casi irreal, consigue comprar un edificio para vivir de las rentas, pero al intentar imitar a los grandes inversionistas lo pierde todo, desarrollando una profunda crisis que la lleva a huir de su casa y renunciar al papel de madre que ha llevado desde la adolescencia.
Shamlees nos muestra que no solo no existe el sueño americano, sino que en realidad es una pesadilla que miente al plantear que con esfuerzo todo se puede lograr. Los Gallagher hacen de todo para salir adelante, ya sea delinquiendo (Carl se vuelve narcomenudista antes de ser policía) o trabajando constantemente (Fiona se vuelve gerente de un restaurante antes de su gran crisis). Pero nada funciona, porque bajo el sistema capitalista solamente se puede sobrevivir.
La serie plantea esta situación de una manera sencilla, pero que invita a la reflexión. El carisma de los personajes es envolvente y se sienten cercanos. Por ello es doloroso ver cómo a pesar de todos los intentos solo consiguen estar un poco mejor que al principio, porque el cambio radical de nuestras vidas va más allá de nuestros esfuerzos personales. Si no hay un cambio profundo del sistema, ¿cómo podrían cambiar las condiciones de nuestra vida si todo lo demás no cambia?
¿Qué es más utópico? ¿Pensar que solo “echándole ganas” podemos estar mejor? ¿O querer cambiarlo todo para mejorar nuestras vidas?
Shamlees es una serie que vale la pena ver para desmentir el mito de la meritocracia.