Esta pieza intenta demostrar la fragilidad de las hojas secas de mujeres mal llamadas "servidumbre". Ellas están dispersas en la realidad del empleo domestico, el árbol que sostiene la explotacion laboral muchas veces las vincula directamente en una suerte de relación de familia y a las vez quedan atrapadas en un circulo donde el destino, los contactos y la justicia siempre juega a favor de los patrones. Andá a verla este 31 de enero a las 22:30 en el teatro La Carpinteria (Jean Jaures 858).
Tomás Máscolo @PibeTiger
Martes 28 de enero de 2020 11:28
Un unipersonal que refleja la precarización laboral, el abuso de una patrona y la dulce venganza de una empleada doméstica. "Esta obra cuenta la vida de Soledad, una mujer pobre, de provincia, campesina, marrón, con rasgos indígenas, que supo encontrar una sonrisa en el transitar de una vida sumida en la precariedad laboral y vivencial", cuenta su protagonista Daniela Ruiz.
La historia que relata Daniela Ruíz encarnando el personaje de Soledad es la de una de ellas. No sólo dejó la vida en la casa donde limpió desde los 12 años sino que también entregó a su hijo, Wilson. "Conocí muy poco el amor", dice Solita, como le decía su patrona.
Como relata en la gacetilla de prensa "el uso de la relación familiar para justificar el trabajo precarizado y de explotación laboral en el que lo que paga el empleador vale el triple de lo que la empleada pueda llegar a hacer para ganarse ese jornal muchas veces mísero y en el peor de los casos inexistente, en el que prácticamente se trabaja en los quehaceres de la casa solo por un techo y un plato de comida. En este círculo quedan atrapadas estas mujeres en donde el destino y la justicia juega a favor de los patrones".
En nuestro país se estima que existen en el país 1,2 millones de personas que trabajan en hogares de familia, en su gran mayoría mujeres. Las que están registradas son menos de la mitad, unas 517 mil personas que representan el 43 por ciento del total, lo que muestra que el servicio doméstico es uno de los sectores con más proporción de trabajadores en negro entre las actividades laborales.
Daniela Ruiz, la autora, le dedica esta obra a su madre y a todas las mujeres que podrían ser su madre, mujeres fuertes que supieron soportar el dolor y la explotación por darle a sus hijes un futuro mejor, el futuro que ellas no tuvieron.
Una marea gigante dejó claro con la pelea por el aborto legal, que la maternidad no es un destino para las mujeres como así tampoco las tareas domésticas. Tanto en el teatro como en la vida real hay que seguir peleando por estas mujeres. Para que ya no haya explotadas ni oprimidas.
Tomás Máscolo
Militante del PTS y activista de la diversidad sexual. Editor de la sección Géneros y Sexualidades de La Izquierda Diario.