Así lo confirmó este miércoles el director del FBI en Washington, Christopher Wray. Parece un chiste pero no lo es. Cualquier argumento es más valido que reconocer el racismo institucional que es parte constitutiva del principal imperialismo del mundo.
Juan Andrés Gallardo @juanagallardo1
Jueves 25 de junio de 2020 14:31
El Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI), está dispuesto a hacer el ridículo para explicar las protestas por el asesinato de George Floyd, antes de reconocer que el único motivo de las acciones que han tenido lugar durante el último mes están directamente relacionadas con el carácter institucional del racismo en el principal imperialismo del mundo.
La primicia la dio este miércoles el director del FBI en Washington, Christopher Wray, durante una entrevista con la cadena Fox News. En ella dijo que la oficina está investigando la "posibilidad de influencia extranjera o interferencia extranjera" en las recientes protestas a nivel nacional contra la violencia policial racista que iniciaron tras el asesinato de George Floyd.
Las pistas serían muy claras. Aparentemente, como ha venido señalando el asesor de seguridad nacional Robert O’Brien, detectaron mensajes en redes sociales de China, Rusia e Irán en los que se festeja el caos que vive Estados Unidos. Para ser honestos, lo realmente extraño sería que esos mensajes no existieran. En ese caso sí deberían sospechar de algo grande...
En la entrevista con Fox, Wray dijo que "Ciertamente hemos visto en el pasado una variedad de adversarios extranjeros que buscan amplificar la controversia en este país y usan los medios estatales, usan las redes sociales, algo de eso es a través de la propaganda, algo de eso es a través de la desinformación y de las fake news".
Allí arriesgó la hipótesis más jugada: "estamos observando cuidadosamente la posibilidad de influencia extranjera o interferencia extranjera en todas las actividades de protesta (que) ocurrieron en las últimas semanas".
Este intento, vano, de negar las causas profundas del movimiento que tomó las calles de Estados Unidos contra el racismo institucional y que se extendió a varios países alrededor del mundo, llega cuando se cumple un mes del asesinato del afroamericano George Floyd a manos de policías blancos en Minneapolis.
Miles de estadounidenses han salido a las calles en las últimas semanas luego de la muerte de Floyd y otros afroamericanos para protestar contra la violencia policial y contra el racismo sistémico del propio Estado.
Este tipo de "investigaciones" del FBI no son nuevas. Así como la CIA históricamente se encargó de diseñar los enemigos externos que Estados Unidos necesitaba para proyectar su hegemonía sobre el mundo a base de bombardeos y muerte, el FBI hizo lo suyo en el plano interno persiguiendo, encarcelando y asesinando a todo aquel que cuestione las bases fundamentales del capitalismo estadounidense. En la década de 1950 fueron los comunistas y la persecución macartista, en los 60 y 70 todo aquellos y aquellas que participaron de las luchas por los derechos civiles, luego inventaron una guerra contra las drogas para perseguir a las comunidades pobres y encarcelar sobre todo a afroamericanos, y en las últimas décadas vimos la proyección interna de la guerra contra el terrorismo que le permitió al Estado investigar, escuchar e interferir las conversaciones de todas las personas bajo la ley patriótica que siguió a los ataques a las torres gemelas de 2001.
Por supuesto, estas investigaciones nunca fueron dirigidas seriamente contra quienes sí están detrás de la mayoría de las acciones consideradas "terrorismo doméstico" y crímenes de odio como son los miembros de organizaciones supremacistas blancas o del Ku Klux Klan.
Trump ensayó hace unas semanas la construcción de un nuevo enemigo al culpar a los antifascistas como la organización que estaba detrás de las protestas. El FBI sigue ese mismo rastro que no tiene ninguna seriedad: "La violencia que se produjo durante la protesta en las últimas semanas es impulsada por una variedad de motivaciones e ideologías diferentes, no es todo el trabajo de un solo movimiento o grupo de ideología", dijo Wray, quien afirmó que la investigación involucra a personas que se identifican con los Antifa.
Sin embargo, la masividad, extensión y profundidad de las protestas muestran una realidad que difícilmente pueda ser negada por las investigaciones ridículas del FBI. Las décadas de racismo estructural del capitalismo estadounidense, que incluyeron la esclavitud primero, la segregación después, y el encarcelamiento y la desigualdad endémicas en la actualidad, se unieron en las calles con nuevas generaciones que solo vivieron años de crisis y precarización laboral y social. Una generación que sabe que va a vivir peor que sus padres, que en una gran proporción dicen simpatizar con la idea de socialismo, aunque no tengan claridad de qué significa. Una generación que nace a la vida en medio de una pandemia histórica y en muchos casos siendo parte de una clase trabajadora multiétnica, feminizada y muy precarizada, que se muestra esencial a los ojos del mundo.
Es el cóctel explosivo que está detrás de las actuales movilizaciones y protestas en Estados Unidos y que cuestionan en profundidad parte de las propias bases del Estado al atacar, entre otras cosas, a la propia institución policial y la simbología racista y colonialista de las estatuas que caen a diario en todo el país.
Un movimiento que se ha puesto en marcha y que difícilmente pueda ser frenado con las recetas clásicas del FBI y su eterna búsqueda de los peligrosos enemigos internos. Ya están ahí, y se cuentan por millones.
Juan Andrés Gallardo
Editor de la sección internacional de La Izquierda Diario