El 9 de noviembre se cumplen 19 años de la muerte del escritor sueco Stieg Larsson (1954-2004), mundialmente conocido sobre todo por sus tres novelas que dieron inicio a la Saga Millennium (publicadas poco después de su muerte y llevadas al cine tanto en Suecia como en EE. UU., serie hoy continuada por otros autores). Estas marcaron el auge del fenómeno literario conocido como policial negro escandinavo, cuyos pioneros en las décadas del ‘60 y el ‘70 fueron la pareja sueca Maj Sjöwall - Per Wahlöö (creadores de la saga de Martin Beck) y continuado por el también sueco Henning Mankell, el noruego Jo Nesbø, o el islandés Arnaldur Indriðason, entre muchos otros. Ahora bien, hay un dato curioso pero nada casual que une sobre todo a los principales exponentes suecos de este género: Sjöwall, Wahlöö, Mankell y Larsson estuvieron relacionados con organizaciones de izquierda. Hay quien dice incluso que existe un “policial negro marxista sueco”, que además de los cuatro escritores mencionados incluiría a la pareja Roslund - Hellström, a Jens Lapidus, Arne Dahl y Lars Kepler [1]. En las obras de estos escritores hay características en común; por ejemplo, que frente a las “luces” del Estado de bienestar y la pulcra cultura socialdemócrata y liberal sueca que quiere dar la imagen de tener todas sus cuestiones sociales resueltas, sus relatos suelen tener de fondo un ambiente oscuro, sórdido, donde anidan profundos malestares y a menudo hasta grupos criminales de ultraderecha con un pie en la sociedad y otro en el Estado. En cuanto a Stieg Larsson, a pesar de su fama mundial, muy pocos de sus lectores saben que militó durante unas dos décadas en el movimiento trotskista y que fue periodista de profesión. Como la obra de este escritor socialista se terminó convirtiendo en un lucrativo negocio capitalista, sus editores tomaron sus personajes, como la inolvidable Lisbeth Salander, y en base a ellos encargaron más novelas con un criterio puramente comercial a otros escritores ajenos al universo de ideas políticas del autor original. Sus antiguos compañeros de militancia, entre ellos su viuda, han sostenido una pelea contra esta desnaturalización de su legado.
En este texto, publicado en 2011 en la revista Internationalen (en la que Larsson escribió) y traducido del sueco especialmente para IdZ por Guillermo Iturbide, se puede conocer la increíble vida política y las ideas del autor de Los hombres que odiaban a las mujeres a través del editor general de dicha publicación, quien es también un historiador del movimiento obrero sueco.
Lo que voy a contar aquí no es la vida de Stieg Larsson con su nacimiento en 1954, su crianza con sus abuelos en Västerbotten, su educación y su encuentro con Eva [Grabrielsson, su pareja hasta su muerte, N. del T.]. Otros lo han hecho, y no llegué a tener con Stieg ese nivel de intimidad en lo personal. Solo nos reuníamos como camaradas de partido y trabajando en el periódico Internationalen (“La Internacional”). Muchos otros en nuestro movimiento tenían relaciones más estrechas con Stieg y es seguro que podrían aportar mucho material personal. El objetivo aquí es simplemente resumir algo de su militancia política en el Partido Socialista, su participación en nuestro semanario y en el movimiento mundial de la Cuarta Internacional.
Stieg Larsson se involucró con la lucha de liberación vietnamita ya en 1968, cuando solo tenía 14 años. En el ambiente de izquierda radical de la ciudad de Umeå a principios de la década de 1970, entró en contacto con la organización que fue la antecesora del Partido Socialista, la Liga Obrera Comunista (KAF), donde ya militaba su futura compañera de vida, Eva Gabrielsson. La KAF era la sección sueca de la Cuarta Internacional [2], el movimiento mundial formado por León Trotsky en la década de 1930 contra el estalinismo en el movimiento comunista. En la KAF participó de la difusión del periódico destinado a los soldados, Röd Soldat (“Soldado Rojo”), en el regimiento I 20, donde hizo su servicio militar.
Después del servicio militar trabajó durante un tiempo en la fábrica de papel de Hörnefors, ahorró dinero y en 1977, con 22 años, se fue a Etiopía y Eritrea. Según se sabe, su objetivo era entregar el dinero recaudado por la Cuarta Internacional a las guerrillas del EPLF, de orientación marxista. No he podido conseguir que me lo confirmen, pero quizás alguno de los veteranos del movimiento en París conozca los contactos. Durante su tiempo con la guerrilla, según él mismo contó, entrenó a guerrilleras con lanzagranadas, arma que aprendió a manejar durante su servicio militar.
De regreso a Suecia, él y su compañera de vida Eva Gabrielsson se mudaron a Estocolmo, donde se sumaron a la regional de la KAF. Se hizo cargo de tareas importantes del partido y trabajó en el correo, pero después de un tiempo consiguió trabajo en la agencia de noticias TT, con diversas funciones editoriales. Sin embargo, su trabajó en la empresa durante casi veinte años fue como diseñador editorial. A finales de los años ‘70, Stieg también empezó a escribir para el semanario Internationalen de la KAF. Durante la década siguiente, escribió una gran cantidad de artículos con mucho desarrollo e investigación sobre el imperialismo norteamericano, la extrema derecha y el fascismo. También contribuyó con artículos sobre cuestiones culturales y científicas (su primer artículo más de fondo fue sobre Julio Verne).
En 1982, él y Eva Gabrielsson viajaron a Granada, donde había una revolución. Se trataba de una pequeña isla de las Indias Occidentales donde Maurice Bishop y el Movimiento New Jewel habían tomado el poder, luego de la revolución sandinista en Nicaragua en 1979. En Internationalen escribió sobre esta revolución relativamente desconocida. Cuando la fracción estalinista de Coard [3] llevó a cabo su golpe de Estado en 1983 y asesinó a Bishop, Estados Unidos inmediatamente golpeó sobre la revolución. Stieg y otros camaradas de la asociación de la amistad Suecia-Granada estaban entrevistando por teléfono a contactos en Granada desde Suecia justo cuando invadieron los soldados estadounidenses. En Internationalen se publicaron informes de este dramático momento.
La izquierda había dominado las calles de Suecia durante los años ‘70, pero a principios de los ‘80 grupos racistas y fascistas comenzaron a disputárselas. La KAF, que cambió su nombre por el de Partido Socialista (SP) en 1982, tomó la iniciativa de organizar contramovilizaciones antirracistas, ayudando a poner en pie el grupo “Paremos el Racismo”, que en 1985 se convirtió en una organización nacional. La inspiración provenía de la Liga Antinazi de Gran Bretaña [4], y Stieg participó activamente en la fracción del SP dentro de aquella organización. Junto con otros camaradas, estableció contactos con la revista antifascista británica Searchlight. Constantemente escribió artículos al respecto para Internationalen, pero creo que fue durante estos años cuando desarrolló la idea de poner en pie una versión sueca de Searchlight: el proyecto que eventualmente sería el periódico Expo, que se inició en 1995.
Los años 1989-91 se vivieron cambios fundamentales a nivel internacional y en la sociedad sueca. La “caída del Muro”, junto con la disolución de la Unión Soviética y del Bloque del Este, provocó un cambio drástico en el clima político e ideológico. Las elecciones de 1991 condujeron a la primera victoria de la derecha en Suecia desde 1928 y Carl Bildt se convirtió en Primer Ministro. Además, el partido populista y antiinmigrante Nueva Democracia logró hacerse con una banca en el Parlamento en unas elecciones bastante agitadas. A partir del éxito de la derecha, el racismo callejero cobró impulso, y el ejemplo más aterrador fueron los atentados del llamado “hombre láser” [5]. El asesinato de inmigrantes por parte del hombre láser en 1991-92, los vientos de derecha y la desintegración de los antiguos Estados obreros del Este hicieron que muchos socialistas reconsideraran sus antiguas opciones políticas. Stieg, quien durante mucho tiempo se había centrado precisamente en combatir a la extrema derecha y al racismo –tanto en sus artículos como en su actividad práctica–, decidió concentrarse en el tema en el que creía que podía marcar la diferencia. En los primeros años de la década del ‘90 estuvo muy activo, junto con otros, escribiendo artículos y también varios libros sobre la extrema derecha (en el sitio web de la revista Expo se puede consultar una lista de sus textos).
Nunca tomó una decisión formal de abandonar el Partido Socialista, pero sus cotizaciones como militante se fueron reduciendo cada vez más durante la transición de los años ‘80 a los ‘90 y finalmente cesaron por completo. Eran tiempos en que la izquierda y el Partido Socialista perdían militantes y se disolvió la regional del partido del norte de Estocolmo a la que pertenecía Stieg. En este contexto, también cesó la afiliación de Stieg.
Hay un artículo falso en Wikipedia que afirma que Stieg rompió activamente con el partido en 1987, porque “no quería defender regímenes socialistas de otros países cuya reputación democrática era dudosa”. Esto es una distorsión ridícula de la historia, tanto en términos de cronología como de contenido político. Es obvio que la sección sueca de la Cuarta Internacional nunca había defendido a los regímenes estalinistas, sino que, por el contrario, había apoyado muy activamente, también a través del trabajo clandestino, a la oposición democrática y a la clase obrera del Este. Teníamos vinculaciones con la Charta 77 en Checoslovaquia, el KOR –Comité para la Defensa de los Trabajadores– en Polonia, el movimiento sindical libre Solidaridad y los sindicatos clandestinos en la Unión Soviética. El último artículo de Stieg para Internationalen en 1989 expresaba las grandes esperanzas y la apuesta a un desarrollo socialista democrático en la Unión Soviética y a escala internacional que todos compartíamos. El titular era: “La Glasnost en las calles de Moscú - un viento cálido”.
En la década de 1980, Stieg participó activamente con otros camaradas en Paremos el Racismo. Pero el movimiento, que estaba por una acción de masas pacífica y no violenta, sufrió escisiones y decayó a medida que una generación más joven, en la transición a los duros años ‘90, optó por la acción directa y la confrontación física con los fascistas. Cuando Paremos el Racismo llegó a su fin a mediados de los noventa, Stieg ya estaba ocupado con el proyecto de la revista Expo, la Searchlight sueca, donde podían trabajar juntos antirracistas de diferentes orígenes y orientaciones políticas.
Seguíamos viéndonos de vez en cuando en el movimiento antirracista, y él siempre se mantenía en contacto con los camaradas de Searchlight y los militantes del Partido Socialista en ese movimiento. A veces se ponía en contacto con Internationalen para intercambiar información y puntos de vista, y nosotros le pedíamos consejo y sugerencias de fuentes para artículos que estábamos planeando. Poco antes de morir, me invitó a Expo para charlar e intercambiar experiencias.
En cierto modo, Stieg fue un “producto” de nuestro movimiento socialista. Esto para nada menosprecia su historia subjetiva, su desarrollo y otras influencias en la configuración de su propia trayectoria vital. Por ejemplo, su abuelo materno Severin –un viejo comunista que estuvo preso durante la guerra y con cuyo nombre a menudo Stieg firmó sus artículos para Internationalen y sus contribuciones al debate interno del partido–. La fuerza de oposición crítica de su compañera de vida Eva. Los amigos y las experiencias políticas y personales... Pero no creo que sea erróneo decir que fue en el terreno ideológico representado por la Cuarta Internacional donde Stieg aprendió a combinar una perspectiva socialista con la democracia, el feminismo, el antirracismo y el internacionalismo. De joven participó en círculos de estudio sobre el marxismo revolucionario en los que leíamos a Ernest Mandel, Trotsky, Lenin, Marx y Rosa Luxemburg. No para estudiar dogmas, sino para desarrollar nuestra crítica a la sociedad.
Nunca oí, ni de él ni de nadie, que abandonara sus ideales socialistas, pero tampoco fue nunca un “predicador marxista” o un teórico (aunque participó con frecuencia en los debates internos de la Cuarta Internacional sobre cuestiones internacionales como Granada y la guerra de Malvinas). Era más bien un periodista de investigación de orientación socialista que llegó a concentrar sus esfuerzos en denunciar la extrema derecha, el imperialismo, el racismo y el fascismo.
Así es como lo conocimos y lo recordamos en el Partido Socialista.
Fuente: Håkan Blomqvist: ”Stieg Larsson – Den grävande socialisten”, internationalen.se.
Traducción: Guillermo Iturbide
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