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Red Internacional
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Seis horas, cinco días a la semana. Trabajadores pobres y precarios: ¿y si se reduce la jornada laboral para trabajar todes?

La pobreza se mantiene en niveles elevados, y la recuperación económica no fue para todos, creció el empleo precario. ¿Cuál es la salida? La izquierda propone reducir la jornada laboral a seis horas, cinco días a la semana, sin reducción salarial y donde nadie cobre menos de lo que cuesta una canasta familiar.

Martes 5 de abril de 2022 21:12

En todo el país hay 17 millones de pobres y 3,8 millones de indigentes, según informó el Indec la semana pasada. Según datos de Orlando Ferreres, la pobreza en 1970 era del 4,6 % y alcanzó a un piso estructural del 25 % que sube en momentos de crisis como con la hiperinflación, o en 2002 con la devaluación de Eduardo Duhalde alcanzó el 55 %. También hubo una fuerte caída del poder de compra del salario alrededor del 40 % en las últimas cuatro décadas.

En tanto, desde la dictadura a la actualidad la clase trabajadora sufrió un ataque a sus derechos y condiciones laborales. En el Gran Buenos Aires, la tasa de desocupación pasó de ser menor al 3 % en 1974 a superar el 7 % en la actualidad (cuarto trimestre de 2021). También se registran fuertes aumentos en los períodos de crisis con la tasa de desocupación por encima del 20 %, como sucedió en 2002. La última medición del Indec para el cuarto trimestre del 2021 exhibe 7 % de desocupación, 1,4 millón de desocupados, cifra que es más alta para la juventud y las mujeres.

También hay que añadir que la subocupación alcanza al 12,1 % de la población que tiene empleo: se trata de aquellas personas que tienen empleo, trabajan menos de 35 horas semanales y están dispuestas a trabajar más horas, probablemente porque no les alcanza el salario para llegar a fin de mes.

El trabajo no registrado pasó de ser menor al 20 % del total de los asalariados en la década de 1970 a ser alrededor de un tercio en la actualidad (33,3 %), 4,5 millones de trabajadores.

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Ante este deterioro, la derecha propone contrarreformas laborales, más flexibilización laboral, quieren robarle hasta el último minuto de trabajo a la clase trabajadora. Ahora también quieren que les quiten los planes sociales a quienes cortan calles. El Gobierno se despega, el ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, coincidió en que “no hay que cortar las calles” pero aclaró que “el camino no es amenazar”. El Estado se encargó en estos años de gestionar la miseria social. El régimen capitalista no puede dar una salida de fondo a la pobreza ni la desocupación. Solo las administra. ¿Cuál es la salida?

Trabajar menos, trabajar todes

El Frente de Izquierda Unidad propone trabajar 6 horas diarias con cinco días laborales a la semana, es decir treinta horas semanales, sin reducción salarial y con un salario mínimo igual a la canasta familiar. La propuesta apunta a que nadie se quede sin empleo. Es para que trabajemos todos. Pero además para que lo hagamos con todos los derechos, por eso también planteamos el fin de la tercerización laboral, con el pase a planta permanente de esos trabajadores y trabajadoras.

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Para la izquierda, la propuesta de la reducción de la jornada laboral es inseparable de la lucha por absorber a todas las trabajadoras y trabajadores desocupados en la perspectiva de imponer el reparto de las horas de trabajo. Se podría generar una gran cantidad de nuevos puestos para terminar con la desocupación y garantizar trabajo genuino a quienes hoy no tienen más alternativa que recurrir a los planes sociales como forma de supervivencia.

No se puede aceptar la generación de un ejército de desocupados crónicos e indigentes, que las empresas usan como extorsión para que los que sí tienen empleo se vean obligados a agachar la cabeza frente a los recortes salariales, jornadas extenuantes, mayor intensidad en el ritmo de producción u otros cambios regresivos en las condiciones laborales.

Que la reducción de la jornada vaya acompañada de un reparto de las horas de trabajo para trabajar menos y trabajar todos, con un salario acorde a la canasta familiar, implica afectar la ganancia empresaria para asegurar el empleo. Por eso exige una lucha organizada de la clase trabajadora, y su conquista parcial, hará necesario un control de los trabajadores en los lugares de trabajo para evitar las maniobras patronales. La conquista duradera y generalizada, necesariamente, planteará la lucha por un gobierno de trabajadores.

Esta propuesta está asociada también al impulso de un plan de obras públicas para generar, no solo empleo, sino también para construir las viviendas que se necesitan para terminar con el déficit habitacional que padecen tres millones y medio de familias en nuestro país desde hace años. También un plan de obras públicas permitiría desarrollar las obras de extensión de las redes de agua, cloacas, electricidad y gas, o las escuelas y hospitales necesarios, en función de una planificación urbana racional orientada a atender las necesidades sociales.

En la actualidad, con el desarrollo de la tecnología, se podría reducir progresivamente la jornada de trabajo, y que las mayorías puedan utilizar el tiempo libre para la cultura, el arte o la ciencia. Pero para ello hay que discutir quién dirige la producción y en función de qué fines. En manos de los empresarios -cuyo fin es mejorar sus ganancias a costa de la explotación del trabajo asalariado- el rol es otro. Esta es la propuesta de la izquierda para terminar con los flagelos que son para los trabajadores la precarización, la pobreza y la desocupación.

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