Presentamos los análisis desarrollados por Trotsky en ¿A dónde va Inglaterra? de 1925 y sus elaboraciones en torno a las tareas de la revolución para aquél país.
Nahuel Dominguez @NadQuetzo
Lunes 31 de agosto de 2020 12:22
Entre el 4 y el 13 de mayo de 1926 se desarrolló la huelga general más grande que conoció la historia de Inglaterra. Se estima que cerca de 2 millones de trabajadores fueron parte activa. En el caso de los obreros del carbón, sector por el que comenzó la huelga, las protestas se extendieron al menos hasta agosto y recién en noviembre finalizaron por completo. Presentamos los análisis desarrollados por Trotsky en ¿A dónde va Inglaterra? de 1925 y sus elaboraciones en torno a las tareas de la revolución para aquél país.
La salida de la Primera Guerra Mundial estuvo marcada para Inglaterra, por un retroceso en su hegemonía global. Las dificultades económicas, que tuvieron su punto máximo ante los efectos de la crisis de 1929, fueron seguidas por una aumento sideral del desempleo que escaló hasta el 21,9% en 1932. [1] Las jornadas de huelga pasaron de 10 mil en 1918 a las 160 mil en 1926. [2] En ese marco, se dio la huelga minera de 1926 que se extendió durante seis meses, y junto a la huelga general del 4 al 13 de mayo del mismo año, representó uno de los hitos más grandes de la lucha de clases en el país.
A 80 años de su asesinato, rescatamos las reflexiones estratégicas de León Trotsky sobre Inglaterra. En medio de la lucha contra el estalinismo, que avanzaba al interior del Partido Comunista soviético y de la Internacional Comunista, el revolucionario ruso dejó plasmado en su libro ¿A dónde va Inglaterra? de 1925, una aguda caracterización de los procesos sociales que se desarrollaban en la cabeza del imperio británico. En polémica con el primer ministro inglés Mr. Baldwin, líder del partido conservador, que realizo un discurso público arengando contra el socialismo y su persona, Trotsky planteo las encrucijadas del capitalismo en el país y los principales desafíos para una política revolucionaria ante la existencia de sindicatos fuertes y un partido de trabajadores reformista con apoyo de masas (el Partido Laborista). Más adelante, en Crítica al programa de la Internacional Comunista, de 1928 y otros textos, realizaba un crítico balance de lo acontecido en la histórica huelga y la política del estalinismo.
La decadencia de Inglaterra
Con ese título inicia el primer apartado del libro ¿A adónde va Inglaterra?. Allí, Trotsky recapitula sobre las tendencias de la economía global en las décadas precedentes. El papel preponderante alcanzado por el país gracias a su doble revolución, la política del siglo XVII y la industrial del XVIII, son mostradas como los pilares de la hegemonía que alcanza en el siglo XIX y que convierten a la isla en el taller del mundo, potencia militar y líder en comercio. La supremacía británica según el autor, comienza a ser cuestionada a partir de 1870 con el desarrollo de la economía alemana y más tarde norteamericana que asestan un importante golpe a la política librecambista de Inglaterra, con la competitividad de sus productos. Para comienzos del siglo XX, el modelo inglés comenzaba a mostrar fisuras, y en los años 1911 a 1913 se producen grandes batallas de clase, libradas por los mineros, los ferroviarios y los trabajadores del transporte.
Durante la Primera Guerra mundial, el movimiento huelguista logró interrumpirse y Alemania ser derrotada, sin embargo las contradicciones no tardarían en profundizarse de la mano de la potencia norteamericana. Entre 1917 y 1920 se desarrolla una nueva oleada de huelgas masivas que son traicionadas por las direcciones sindicales que canalizan las energías de la clase obrera en el terreno político a través del Partido Laborista (Labour Party). Para los capitalistas ingleses se prepara una situación histórica sin salida pacífica según Trotsky. En este marco el revolucionario ruso señala: "La vida interior de Inglaterra debe ser considerada bajo la perspectiva más arriba esbozada de una disminución brutal y creciente del papel mundial de la Gran Bretaña, que, conservando aún todas sus posesiones, su aparato gubernamental y sus tradiciones de dominación mundial, se retira en realidad, cada vez más, a posiciones de segunda línea." [3]
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Para discutir las perspectivas de la lucha de clases en el país y las tareas de los revolucionarios, el fundador del Ejército Rojo emprende una polémica con la concepción evolutiva y pacífica de los cambios sociales, expresada tanto por la dirigencia política conservadora, como por los laboristas y sindicalistas, impregnados de ideología fabiana. [4]
Pese a la continua acción violenta y expoliadora de Inglaterra en el mundo, que ha saqueado recursos y naciones enteras, provocando todo tipo de trastornos incluidos los políticos, por no hablar de su rol en la Gran Guerra, las ideas del cambio gradual han impregnado a la política del país, según Trotsky. Son para el autor los éxitos en el terreno exterior los que le han otorgado los recursos que permiten efectuar reformas, contener los trastornos y la revolución, en el ámbito local. El líder laborista Mac Donald por su parte, que ya había accedido al gobierno en 1924, pese a su ideología de cambios evolutivos y pacíficos, no había tenido impedimentos para llevar a cabo una política colonial en la India y otras partes del mundo, señala el revolucionario ruso.
El parlamentarismo, así como otras instituciones, son parte de los sostenes del régimen que inculcan la posibilidad del diálogo, el acuerdo y la conciliación pacífica de los diversos intereses contrapuestos en el seno de la sociedad, según Trotsky. Esto lleva al autor a preguntarse sobre los verdaderos alcances de la democracia burguesa en Inglaterra y rebatir los argumentos contra el uso de la violencia y la revolución. Para él la negativa del parlamento a otorgar la igualdad de edad electoral entre los sexos, por ejemplo, representaba una oportunidad para señalar la usurpación de derechos electorales democráticos y desarrollar acciones de lucha. En este sentido la huelga general cobraba una importancia central, era la forma más violenta de la lucha de clases y a la que sólo le siguía la insurrección armada, para el revolucionario ruso. Consideraba a la huelga no como una era mera paralización de actividades, sino como una vía para desarrollar la organización y el control obrero: "El poder del Estado no es una idea, sino un aparato material. Si se paraliza este aparato de administración y de opresión, el poder del Estado queda igualmente paralizado. No se puede dominar en la sociedad moderna sin tener entre las manos los ferrocarriles, la navegación marítima, el correo y el telégrafo, las centrales de energía eléctrica, el carbón, etc. El hecho de que Mac Donald y Thomas rechacen todo fin político los caracteriza a sí mismos, pero de ninguna manera caracteriza la naturaleza de la huelga general, que llevada hasta el fin tiene inevitablemente que colocar a la clase revolucionaria frente a la necesidad de la organización de un nuevo poder de Estado." [5]
En referencia al Partido Laborista, el revolucionario ruso, señalaba que desde el punto de vista de los sindicatos (Trade-Unions), que fueron quienes lo crearon, el partido no era más que su natural sección política. Ya que todo sindicato necesitaba una caja de huelga, una red de delegados con poder, un diario y un diputado que goce de su confianza. Por el peso político alcanzado de los sindicatos, Trotsky veía posible que éstos pudiesen convertirse en órganos de administración de la industria nacionalizada, así como en escuelas de educación del proletariado en el espíritu de la producción socialista en un futuro. Sin embargo, consideraba que estas tareas sólo iban a poder ser llevadas a cabo en la medida que se lograse, por parte de los trabajadores, sacudirse de la casta de funcionarios, burócratas y agentes del capital. La organización que dirigía la mayoría de los sindicatos así como al laborismo era el Partido Obrero Independiente (POI), una fuerza que había declarado sus simpatías con la URSS en un principio, pero que progresivamente se había integrado al régimen británico, y era liderada por el propio Mac Donald. Para el autor los trabajadores habían perdido su confianza en el partido liberal tras haberlos defraudado y sus expectativas habían pasado a la creación del partido laborista en el que el POI se hizo del liderazgo: "la clase obrera no puede construir un partido sino con el material ideológico y el personal director que el desenvolvimiento anterior del país, toda su cultura teórica y política, hayan formado. (…) Convertido en una fuerza política, el centrismo, como tal centrismo, quedó reducido a cero. El profundo movimiento a izquierda de la clase obrera inglesa, que llevó al partido de Mac Donald al poder con una rapidez imprevista, determinó el ostensible movimiento a derecha de este partido." [6]
Era un error terrible considerar que el POI podía convertirse en el partido revolucionario de Inglaterra, para Trotsky. Un tema que había concitado grandes polémicas al interior de la Internacional. [7] La tarea del partido comunista, en este sentido, consistía en desenmascarar el rol de los líderes del sindicalismo tradeunionista y el laborismo, para así disputar la dirección de los sindicatos y del movimiento obrero. Ya en 1924 el gobierno de Mac Donald perseguía a los comunistas, en virtud de una ley penal de 1797 sobre sedición, y en 1925 los comunistas eran excluidos del Partido Laborista. En relación al temor de los sectores pacifistas ante la perspectiva de la revolución y más todavía, ante la reacción de la armada o de potencias extranjeras como los Estados Unidos, el revolucionario ruso marcaba que: "La burguesía se sentirá más débil, la clase obrera más fuerte. Y el estado de espíritu de las masas es uno de los más importantes elementos de lo que se llama su correlación de fuerzas. (…) La esencia de una revolución. Cuanto mayor es el lugar ocupado por una nación en el mundo, tanto más grandiosas son las fuerzas de acción y reacción que la revolución despierta y desarrolla en ella." [8]
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Por tratarse de una potencia capitalista, las tareas de la revolución eran distintas a las que tocaron llevar adelante en Rusia, para el fundador del Ejército Rojo. Allí, los bolcheviques se habían enfrentado a una democracia burguesa en ciernes, y luego de la toma del poder hubo una larga guerra civil seguida de la reorganización de una economía en situación precaria y calamitosa. Para el caso inglés, Trotsky avizoraba un camino distinto: "conquistado el poder, así como la tierra, la industria, el mecanismo de la banca y del comercio, el proletariado inglés podrá, con muchos menos sacrificios, con mucho mayor éxito y a un paso mucho más rápido, efectuar la reorganización socialista de la economía capitalista." [9]
Por otro lado, el gobierno obrero triunfante en Inglaterra, significaba para el revolucionario ruso la posibilidad de liberar a la India y a Egipto de los lazos de sometimiento con la metrópoli. A la vez que podía dar un fuerte impulso a la revolución en las colonias y semicolonias, al establecer con ellas relaciones libres, igualitarias y fraternales. [10]
Las contradicciones entre el atraso de la economía inglesa, respecto a otras potencias, y el nivel alto de los salarios, conducía de manera irreconciliable a nuevos choques entre las clases para Trotsky. Este pronóstico iba a ser corroborado tan solo un año después de la publicación de ¿A dónde va Inglaterra? por la historia, en los hechos de 1926.
La huelga general
En Inglaterra, la producción de carbón, que representaba una parte importante de la producción y de la mano de obra, se había mantenido en un nivel razonable hasta 1924, favorecida por la ocupación francesa del Ruhr (región de producción en Alemania). A partir de esa fecha, la competencia de otras naciones técnicamente más eficientes así como la caída de la demanda de carbón por la utilización de otros combustibles, llevaron a una reducción de 40 millones de toneladas en la producción y de más de 300 mil trabajadores, durante el período de entreguerras. [11] Con motivo de reorganizar la industria hullera y de que recobrara competitividad, las patronales impulsaron en 1925 la reducción de salarios y el aumento de la jornada laboral en el sector. El sindicato de mineros, enrolado en el Trades Union Congress (TUC), era uno de los más organizados y fuertes, por lo que la batalla se presentaba decisiva y podía marcar el rumbo de la lucha de clases para los próximos años. El gobierno conservador de Baldwin se propuso ganar tiempo para preparar la lucha, concediendo un subsidio provisional hasta el 1 de mayo de 1926, con el fin de que las reducciones salariales pudieran ser pospuestas.
Con la finalización de contratos vigentes, anunciado por las patronales del carbón para el 30 de abril de 1926, el 1 de mayo se paralizaba la producción en el estratégico sector. Pese al intento de buscar una salida negociada al conflicto por parte de la dirección del Trades Union Congress, en la noche del 3 de mayo, ante la presión de las bases, se decreta la huelga general. [12]
El gobierno, por su parte, se había negado a todo intento de diálogo, había agitado el peligro de la guerra civil, y se proponía asestar una derrota decisiva al movimiento obrero. La acción decidida por parte de los trabajadores por un lado, que se proponían mantener sus conquistas, y del gobierno que acompañaba el ataque patronal por el otro, contrastaban con la actitud dubitativa de las direcciones sindicales a las que el llamado a la huelga les había sido impuesta.
El 12 de mayo, finalmente, el TUC declaró una completa rendición y la huelga general fue levantada sin haber llegado a ningún acuerdo favorable. Los mineros sin embargo se mantuvieron en lucha durante al menos 6 meses más. En el prefacio a la edición francesa de ¿A dónde va Inglaterra? de 1926, Trotsky señalaba al respecto: "Arrebatando a la huelga su programa político, los reformistas minan la voluntad revolucionaria del proletariado, conducen el movimiento a un callejón sin salida y obligan de este modo a las diferentes categorías industriales obreras a pequeños combates aislados. (…) La lucha implacable contra todo acto o toda tentativa de traición y la crítica sin piedad de las ilusiones reformistas es la parte más importante del trabajo de los elementos verdaderamente revolucionarios que participan en la huelga general." [13]
Sin embargo la política oficial del Partido Comunista de Gran Bretaña (PCGB), orientado por la Comintern estalinista, fue de subordinación a la dirección del TUC. En aras de mantener el Comité anglo-ruso que se había constituido para la colaboración entre los sindicatos de ambos países.
El PCGB mantendría un doble juego con resultados desastrosos para la lucha. Mantuvo el apoyo a la huelga de mineros aún después de que el TUC decidiera el fin de la huelga general, pero manteniendo la subordinación a la dirección de los sindicatos sin una política independiente. El gobierno lanzó una política de persecución a los comunistas encarcelando al menos a mil de ellos (fueron alrededor de 2500 en total) incluido Shapurji Saklatvala, quien se desempeñaba en el parlamento, bajo la acusación de ’sedición’ o ’falso rumor’. [14] Desde el TUC, por su parte, se llego a insistir en que las reuniones terminaban con el canto de "Dios salve al Rey" y "Gobierna Britania" en lugar de "Bandera Roja".
Los trabajadores desarrollaron distintas iniciativas durante la huelga, mostrando el potencial de la auto organización. Recuperando la tradición del Consejo Nacional de Acción que se había formado en 1920, para oponerse a la intervención de Gran Bretaña contra la URSS, se organizaron comités por doquier. En East Fife por ejemplo se había creado una milicia propia de defensa de los trabajadores con 700 miembros que luchaban regularmente con la policía. En Clydeside, se organizó un sistema de transporte y mensajería. [15]
Sin embargo, la política del TUC y la subordinación del PCGB a éste allanarían la derrota. Luego de al menos 6 meses de lucha, las patronales lograron avanzar en despidos, reducciones salariales y el aumento de la jornada laboral. La Ley sindical de 1927, por su parte, prohibió los piquetes y las huelgas obreras que tuvieran un objetivo de solidaridad. En 1929 el líder laborista Mac Donald accedía al gobierno y encaraba una coalición de unidad nacional, junto a liberales y conservadores, para intentar salvar a Inglaterra de la Gran Depresión.
Trotsky y las lecciones estratégicas de la huelga
El revolucionario ruso partía de considerar que si el proletariado británico se hubiera encontrado con una dirección que hubiese correspondido en cierto modo a su potencia de clase y a la madurez de las condiciones objetivas, el poder hubiera pasado en pocas semanas de manos de los conservadores a las del proletariado. Desde su perspectiva, el Comité anglo-ruso que había desempeñado un papel progresivo hasta el momento de la huelga general, permitiendo el avance de los comunistas británicos, debía haber sido abandonado ante la traición de la dirección del TUC a la lucha. [16]
Desde ese momento, no significaba más que una cobertura por izquierda para los reformistas y una fuente de legitimidad. La ruptura, sin embargo, no sucedió por política deliberada del estalinismo que privilegió el acuerdo con los sindicatos, bajo el argumento de que constituía una defensa contra toda guerra o intervención en la URSS. Trotsky señalaba: "La entrada de las masas en una fase abiertamente revolucionaria lanzó al campo de la reacción burguesa a los políticos laboristas liberales que habían ido un poco a hacia la izquierda. (…) Pero cuando, asustados por el movimiento de masas, lo traicionan, mantener la coalición con ellos equivale a tolerar a los traidores y disimular la traición." [17]
Finalmente la dirección de los sindicatos terminaba expulsando a los comunistas al poco tiempo. La alianza expresada en el Comité anglo-ruso había sido erigida en política permanente por la Comintern, que aducía además la estabilización de la economía y la política inglesa. Se acusaba, a su vez, de falto de ‘flexibilidad’ el rechazo a cualquier compromiso aunque fuese sin principios, en nombre de la ‘maniobra’. Para Trotsky el error estaba en querer obtener por la maniobra, lo que sólo se podía obtener por la lucha de clases. La supuesta estabilización por otra parte, para él se basaba en la fuerza conservadora de las viejas organizaciones obreras, frente a la debilidad e indecisión del Partido Comunista inglés.
Ante el fortalecimiento de los sindicatos durante los años previos en Inglaterra, la prensa rusa había puesto en debate cuáles serían las vías para la revolución proletaria en aquél país; si el Partido Comunista o las organizaciones sindicales. Trotsky consideraba que esta manera de plantear las opciones era falsa y peligrosa, ya que no tenía en cuenta las lecciones de los últimos grandes enfrentamientos de clases: "Los sindicatos ingleses pueden, en verdad, convertirse en una palanca poderosa de la revolución proletaria; pueden, por ejemplo, en ciertas condiciones y durante cierto período, reemplazar a los mismos soviets obreros. Pero no lo conseguirán sin el apoyo de un partido comunista, ni mucho menos contra él." [18]
Desde su óptica, las tareas para los revolucionarios ingleses no eran fáciles. La revolución proletaria en occidente tenía que vérselas con un Estado burgués consolidado a diferencia del caso ruso. Aunque recordaba también que la sola posibilidad de la insurrección ponía de manifiesto una situación de dislocación progresiva del aparto estatal. Una política acertada y resuelta, que comenzaba por romper el Comité anglo-ruso, no era un camino asegurado a la victoria para el revolucionario ruso, pero sí un camino posible. Sólo de esta manera, desde su perspectiva, el Partido Comunista Inglés hubiese podido crecer y madurar a saltos, para elevarse en algunos años al nivel de las tareas que tenía planteadas. En La revolución permanente, que se publicó en 1930, Trotsky agregaba: "Si tomamos a Inglaterra y a la India como los dos polos opuestos o los dos tipos extremos del capitalismo, no tendremos mas remedio que reconocer que el internacionalismo del proletariado británico e indio no se basa, ni mucho menos, en una analogía de condiciones, objetivos y métodos, sino en vínculos inquebrantables de recíproca interdependencia. Para que el movimiento de emancipación de la India pueda triunfar, es menester que estalle un movimiento revolucionario en Inglaterra, y viceversa. Ni en la India ni en Inglaterra es posible levantar una sociedad socialista cerrada." [19]
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A 94 años de la histórica huelga británica, una crisis económica, social y sanitaria sacude al mundo. 80 años después del asesinato de Trotsky, conocer su obra y sacar lecciones estratégicas de los procesos históricos de la lucha de clases, sigue siendo una tarea planteada para preparar el porvenir.
[1] Lord Beveridge (1960) Fullemployment in a free society, Londres, p. 47. Las cifras se refieren a los acogidos al seguro de desempleo y excluyen a ciertas categorías, especialmente obreros agrícolas, trabajadores del servicio doméstico y ciertos trabajadores del Estado y los ferrocarriles. Tampoco incluyen a Irlanda del Norte, donde el nivel de desempleo era más alto. Citado en: Parker, R. A. C. (1978) El siglo XX. Europa, 1918-1945, Madrid: Siglo XXI editores, p. 131
[2] Ramos, José Luis (1991) “Huelga y revolución: Apunte sobre la política comunista en la primera posguerra” en Ayer, No. 4, la HUELGA general, pp. 83-115.
[3] Trotsky, León (1927) ¿A dónde va Inglaterra?, Madrid: Ediciones Biblos, p. 20.
[4] La Sociedad Fabiana fue fundada en Londres en enero de 1884, adoptó el nombre del famoso guerrero romano Fabius Cunctator, el Contemporizador, pronunciándose de este modo en favor de una política progresiva, expectante, circunspecta y lenta, hostil a toda acción resuelta. Su programa se reduce al reconocimiento de la necesidad de transmitir todas las tierras a la colectividad y de abolir la propiedad privada. Para alcanzar este fin, los fabianos creen suficiente entregarse a la propaganda de las ideas socialistas en todas las capas de la población. En su opinión, el programa socialista puede ser realizado por un esfuerzo constructivo gradual, lento y pacífico y por la armonía entre el capital y el trabajo.
[5] Ibídem. p. 8.
[6] Ibídem. p. 112.
[7] Albamonte y Maiello señalan que “Zinoviev, dirigente principal de la IC en aquel entonces, sostiene directamente que la evolución de los sectores de izquierda dentro del laborismo abría la posibilidad de un camino alternativo a la conformación misma de partidos comunistas independientes.” Albamonte y Maiello (2017) Estrategia socialista y arte militar, Buenos Aires: Ediciones IPS, p. 261
[8] Op. cit. p. 142.
[9] Op. cit. p. 33.
[10] Op. cit. p. 84.
[11] Pollard, S. (1962) The development of the British economy 1914-1950, Londres, pp. 110-114. Citado en: Parker, R. A. C. (1978) El siglo XX. Europa, 1918-1945, Madrid: Siglo XXI editores, p. 131.
[12] Parker, R. A. C. (1978) El siglo XX. Europa, 1918-1945, Madrid: Siglo XXI editores, p. 141.
[13] Op. cit. pp. 8-9
[14] Morris, Margaret (1976) The General Strike, Journeyman Press. Citado en Chris Marsden “Stalin, Trotsky and the 1926 British general strike (part three)” World Socialist Web Site 30/12/08, https://www.wsws.org/en/articles/2008/12/bgn3-d30.html
[15] Morris, Margaret (1976) The General Strike, Journeyman Press. Citado en Chris Marsden “Stalin, Trotsky and the 1926 British general strike (part three)” World Socialist Web Site 30/12/08, https://www.wsws.org/en/articles/2008/12/bgn3-d30.html
[16] Trotsky, León (2012) Mi vida: intento autobiográfico, Buenos Aires: Ediciones IPS, p. 527.
[17] Trotsky, León (2012) Stalin el gran organizador de derrotas. La III Internacional después de Lenin, Buenos Aires: Ediciones IPS, p. 169.
[18] Trotsky, León (2007) 1917. Escritos en la revolución, Buenos Aires: Ediciones IPS, p. 245.
[19] Trotsky, León (2011) La teoría de la revolución permanente, Buenos Aires: Ediciones IPS, p. 243.
Nahuel Dominguez
Nació en Mar del Plata en 1990. Docente e investigador en Historia por la Universidad Nacional de Mar del Plata (UNMDP). Integrante desde 2006 del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), colaborador de La Izquierda Diario.