Hillary Clinton llamó a “darle una oportunidad para liderar el país” y Obama dijo que “hará todo lo posible para que tenga éxito”. Un mensaje de unidad nacional en el marco de la polarización que expresaron los votos.
Jueves 10 de noviembre de 2016
El sistema electoral de EE.UU. volvió a hacer de las suyas. Como había ocurrido en el año 2000, cuando quienes compitieron fueron George Bush (h) por el Partido Republicano y Al Gore por los demócratas, en este caso nuevamente, el ganador en términos de votos totales no fue quien se quedó con la presidencia.
El sistema de voto indirecto fue el que permitió que Trump, a pesar de haber obtenido más de 220.000 votos menos que Hillary Clinton, lograra medio centenar de electores, que son los que le permitieron alzarse con la elección. Más allá del resultado final, la gigantesca paridad volvió a mostrar la profundidad de la polarización política y social que recorre al país.
Precisamente ese indicador parece haber estado en la base de las declaraciones que se fueron conociendo a lo largo de la jornada. El mismo Trump lo había empezado a mostrar en su discurso de la madrugada del miércoles, cuando entonó un discurso esencialmente marcado por el llamado a la unidad nacional.
El espíritu de cordialidad que primó en su discurso era el que no había estado presente a lo largo de la campaña. El alcance del mismo llegó hasta una reivindicación de Hillary Clinton, que fue sindicada como una persona a la que “el país debía estarle agradecido”. Una frase que contrastó poderosamente con aquella de los debates de campaña donde había prometido, en caso de llegar a la Casa Blanca, “meter presa” a la candidata demócrata.
Transición pacífica
En esa misma tónica –y bajo los mismos parámetros políticos- hay que inscribir el discurso de Hillary Clinton en la mañana de este miércoles. Si bien durante la madrugada, la ex secretaria de Estado había reconocido el triunfo de Trump, esto no había implicado declaraciones públicas.
“Hemos visto que nuestra nación está más dividida de lo que creíamos, pero yo todavía creo en Estados Unidos y siempre lo haré”, fueron algunas de las afirmaciones de Hillary, que estuvo flanqueada por su marido, el expresidente Bill Clinton, y por su familia. .
Agregó que “felicité a Donald Trump y le ofrecí trabajar con el por nuestro país. Espero que sea un presidente exitoso. Le debemos una mente abierta y una oportunidad para liderar".
Como en el caso del presidente electo, la definición suena un poco liviana teniendo en cuenta su tono alegre, considerando que durante semanas afirmo que un eventual gobierno de Trump era lo peor que le podría pasar al país.
La definición de la ex candidata no estuvo separada de la que hizo el presidente saliente. Pocas horas después, desde los jardines de la Casa Blanca, era Barack Obama el que llamada a la unidad nacional.
“Estamos todos en el mismo barco, ante todo somos estadounidenses, patriotas. Queremos lo mejor para nuestro país. Eso es lo que escuché subrayar a Trump anoche. Y eso es lo que le escuché cuando hablé directamente con él, lo que me tranquiliza” señaló”. “Antes que republicanos o demócratas, somos americanos” completó la idea.
Ambos mandatarios hablaron de la necesidad de una transición pacífica. Una muestra de la profundidad de las tensiones políticas y sociales que dan contorno a las elecciones.
Un gabinete en armado
Durante la jornada también empezaron a sonar los primeros nombres para el gabinete de gobierno que Trump, que asumirá oficialmente el próximo 20 de enero.
Entre los nombres que se barajan se encuentran el del ex presidente de la Cámara de Representantes, Newt Gingrich, y el del antiguo alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani. Ambos conforman el Partido Republicano desde hace muchos años.
Giuliani es conocido por ser el principal referente de la llamada doctrina de la “tolerancia cero”, que implica mano dura contra lo que se denomina el crimen. De hecho fue uno de los primeros en ser mencionados por Trump en su discurso de la madrugada de ayer miércoles.
Por su parte, Gingrich ha sido una de las voces cantantes en el Congreso contra la gestión de Obama. Durante los últimos ocho años, lo que han primado han sido las acusaciones de “exceso de estatalismo”.
Según la información que brindaba ayer NBC News, Gingrich podría ocupar la secretaría de Estado (Cancillería) mientras que a Giuliani podría asignarse el rol de fiscal general del Estado.
Otro de los nombres que se conoció es el del militar retirado Michael Flynn, quien fue jefe de inteligencia de los servicios norteamericanos en Afganistán. Flynn podría tener su lugar en el Departamento de Defensa.
Como posible jefe de Gabinete, el que suena es el nombre Reince Priebus, quien fue el jefe de la campaña de Trump en los últimos meses y es el presidente del Comité Nacional Republicano desde hace 6 años. Un punto que tiene a su favor es que es un aliado clave del presidente de la Cámara alta, el también republicano Paul Ryan.
Otro nombre que sonó este miércoles fue el del ex secretario del Tesoro de George Bush (h), Paul O’Neill. Para la Argentina no se trata de una noticia grata. Fue el funcionario que, en agosto del 2002, hizo famosa la frase “no quiero malgastar la plata de los plomeros y los carpinteros norteamericanos en el rescate de un país como la Argentina que no tiene un programa económico sustentable”.
Tensiones sociales y políticas
Al cierre de esta edición, movilizaciones de decenas de miles de personas se desarrollaban en New York y diversas ciudades del país. El común denominador era el rechazo a la figura de Trump, cuestión que ya había ocurrido la noche anterior, cuando se conocieron los primeros resultados.
Todo parece indicar que la oposición política y social al Gobierno de Trump será una de las marcas distintivas del período por venir. Desde sectores de la izquierda ya anunciaron que llamaran a movilizarse contra sus políticas, y el mismo día de la asunción.
Ayer esa tensión invadió las páginas de diversos medios. Por solo citar un ejemplo, Katrina Vanden Heuvel, editora del emblemático The Nation, firmó una columna donde señalaba que “hoy en día nos afligimos. Algunos de nosotros incluso lloramos. Sabemos las semanas, meses y años venideros no serán fáciles, apuntamos a que vamos a salir de ellos juntos y vamos a salir más fuertes, como hemos hecho siempre”.
En la misma editorial se afirmaba que “la respuesta inmediata a la elección de Trump es una de oposición. Nos comprometemos a obstruir, retrasar y detener cualquier ataque a las personas de color, mujeres, o personas que trabajan que pueden provenir de una administración Trump”.
Esa tensión social y política marcará el ciclo por venir. Los intentos de unidad nacional por los que ya bregaron los dos sectores del establishment, y la resistencia a las políticas de Trump serán sin duda, algunos de los componentes del próximo período.
Redacción
Redacción central La Izquierda Diario