La Juventud del PTS denunció que en la Universidad de General Sarmiento una mujer arrancó y destruyó una gigantografía titulada “Son 30.000: fue un genocidio”
Viernes 17 de marzo de 2017 18:46
En la noche del jueves en la Universidad de General Sarmiento una estudiante protagonizó un ataque contra integrantes de la Juventud del PTS, quienes se encontraban realizando un afiche en homenaje a los 30 mil detenidos desaparecidos en la última dictadura cívico-militar.
La mujer arrancó y destruyó con toda impunidad un gran afiche que tenía como consigna "Son 30.000: fue un genocidio. No olvidamos, no perdonamos, no nos reconciliamos” con imágenes de los rostros de algunos de los desaparecidos en aquel entonces.
El hecho sucedió en presencia de quienes realizaban el homenaje los cuales inmediatamente se acercaron a pedir explicaciones ante aquel ataque violento. La Izquierda Diario conversó con algunos de ellos.
Micaela Riveros, presidenta del Centro de Estudiantes y militante de la Juventud del PTS, quien realizaba el homenaje y presenció los hechos comentó que “la mujer nos dijo que para ella no eran 30.000 sino que eran 8.000 y nos trató de ‘negras villeras’. Esto es una provocación y un ataque directo a las más elementales libertades democráticas, a los derechos humanos y además con contenido xenófogo, propio de un clima reaccionario generado por el gobierno ajustador y represor de Macri y al cual se le suma la complicidad del Frente para la Victoria”.
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Por su parte, Micaela Ríos consejera estudiantil del Frente de Estudiantes de Izquierda (FEI), por el Instituto de Ciencia (ICI) de la UNGS señaló que “no podemos permitir que estos ataques reaccionarios y xenófogos sigan sucediendo en la Universidad. Hieren la sensibilidad de la memoria, atentan contra la libertad de expresión y violan los derechos democráticos. Ya lo vivimos con las patotas del kirchnerismo en su momento y con el ataque misógino de Unidos por la UNGS el año pasado”.
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Este 24 de marzo se conmemoran 41 años de la última dictadura cívico-militar que llevó adelante uno de los genocidios más aberrantes de la historia de la humanidad.
Comandada por el Plan Cóndor y Estados Unidos, dirigida por los empresarios y los militares, con la complicidad de la Iglesia y las burocracias sindicales; la dictadura vino a terminar de raíz con un proceso que se había abierto con el Cordobazo a comienzos de los años 70, en el que obreros y estudiantes habían desarrollado un profundo combate contra el régimen y la explotación capitalista en Argentina, al igual que sucedía en el resto de América Latina.
La abolición de las libertades democráticas, la implantación del terror sistemático con métodos como la tortura en centros clandestinos de detención, la desaparición forzada de personas, los fusilamientos, los vuelos de la muerte, las ‘listas negras’ de activistas, los robos de bebés, entre otros, fueron los principales métodos utilizados por los militares no sólo para extirpar las ideas del comunismo sino para disciplinar socialmente y exterminar físicamente a toda una clase y a toda una generación que luchaba por sus derechos y por otra sociedad, con el fin de restaurar el capitalismo en Argentina y en el resto del continente.
La mayoría de los desaparecidos son obreros, estudiantes, jóvenes, profesionales, mujeres, etc. que lucharon por sus reivindicaciones, por acabar con las cadenas de la explotación de un sistema social de miseria, hecho a imagen y semejanza por y para unos pocos, un sistema que se nutre del sudor de millones y sale en busca de sangre cuando ya no le alcanza.
La “guerra contra la subversión” fue el argumento con el que los militares justificaron el genocidio que realizaron durante el “Proceso de Reorganización Nacional” y que marcó un antes y un después en la historia de la Argentina pero también una continuidad con el pasado y los años que siguieron.
Un camino que abrió paso a la Dictadura
Los años previos al golpe militar del 76 también estuvieron marcados por la persecución política y sindical, la tortura y los fusilamientos de la mano del peronismo. Desde la última presidencia de Juan Domingo Perón, ya se expresaba la fractura del movimiento peronista con la actitud conservadora del propio líder cuando desde el palco presidencial expulsaba de la Plaza de Mayo a los “imberbes” (palabras del propio Perón) Montoneros.
Pero aquello que desenmascaró el verdadero carácter reaccionario del peronismo fue la creación de la Alianza Argentina Anticomunista con Isabel Perón y López Rega a la cabeza. Conocida también como la Triple A, la misma estaba constituida principalmente por bandas paramilitares que perseguían, secuestraban y torturaban a los activistas.
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La impunidad de ayer, hoy y siempre.
Todos los gobiernos posteriores, desde Alfonsín hasta el actual gobierno de Macri, se encargaron de mantener en el poder y encubrir a los genocidas. Desde leyes de Obediencia Debida y Punto Final y el relato de “la guerra sucia y los dos demonios” durante el radicalismo (que hoy retoma el Macrismo e intenta instalar), pasando por los intentos de reconciliación por parte del peronismo-menemismo con los insultos y luego el kirchnerismo jactándose de defender los derechos humanos al mismo tiempo que sostenía a miles de militares genocidas en las fuerzas armadas, incluyendo a Milani como jefe del Ejército.
El modelo Nacional y Popular dejó que se lleve a juicio tan sólo a un puñado de genocidas permitiendo que otros miles de copartícipes se mantengan libres. Mientras tanto usó y reforzó la estructura del espionaje y la represión. Así, en 2008 votaron la Ley Antiterrorista tan reclamada por el imperialismo estadounidense y los militares y se apoyó en la SIDE (actual AFI) para infiltrarse, espiar y reprimir las protestas sociales (muestra de ello fue el Proyecto X de Cristina Fernández de Kirchner y su aliado el carapintada Sergio Berni).
Fue ese mismo modelo el que encubrió durante años a los desaparecedores de Jorge Julio López.
En la actualidad, el gobierno de Mauricio Macri viene descargando el ajuste sobre las espaldas del pueblo trabajador. En ese marco, Cambiemos avanza con su política de ataque directo a los trabajadores y su política represiva intentando borrar y justificar el accionar de los militares poniendo en cuestión el genocidio y los 30 mil desaparecidos.
Para ello cuenta con la complicidad de sus aliados tanto en el Congreso, como el Bloque Justicialista, el Frente para la Victoria y los progresista, tanto en las provincias con los gobernadores kirchneristas que replican el ajuste y la represión (Alicia Kirchner y Bertone), como en los sindicatos de la mano de la burocracia sindical.
El próximo viernes 24 de marzo la izquierda marchará una vez más junto al Encuentro Memoria Verdad y Justicia en una columna independiente como todos los años.
Las principales consignas serán dirigidas contra la impunidad de ayer y de hoy, con las banderas de Jorge Julio López, sin genocidas en las filas de su militancia y reafirmando que fue un genocidio y son 30 mil los compañeros detenidos desaparecidos.
Desde el Frente de Estudiantes de Izquierda (FEI), actual Presidencia del Centro de Estudiantes de la Universidad de General Sarmiento exigirán a la gestión la contratación de micros para ese día.