Se cumple un año del día en que Kicillof derrotaba a María Eugenia Vidal y recuperaba la gobernación de la PBA para el peronismo kirchnerista. De la promesa de terminar con la tierra arrasada dejada por la exgobernadora a los ataques en Guernica, un prometido “progresismo” que no fue.
Walter "Pata" Moretti @patamoretti
Martes 27 de octubre de 2020 08:00
Pasó tan solo un año desde su triunfo electoral, pero la lucha de clases se llevó puesto el relato progresista de Axel Kicillof. Si bien el mismo ya venía desflecado por la pandemia, en Guernica se terminó de evaporar. La recuperación de tierras en esa localidad del sur del conurbano bonaerense se convirtió en un laboratorio donde floreció la acción directa de miles de familias, en su gran mayoría integradas por jóvenes desocupados y precarizados o cuentapropistas que durante la cuarentena lo perdieron todo: sus trabajos, sus salarios y hasta la posibilidad de pagar un alquiler. Ante esta situación desesperante tomaron en sus manos la exigencia de una tierra para vivir. Un reclamo justo y elemental que ya lleva más de tres meses, y que desde el vamos se encontró ante la resistencia y los ataques del gobierno provincial.
En Guernica a Kicillof se le cayó la careta
Desde que la recuperación de tierras comenzara a extenderse y organizarse Kicillof intentó liquidar el reclamo. Para ello no faltaron provocaciones y hasta campañas mediáticas a la medida de la “oposición” derechista. Tampoco amedrentamiento, amenazas y difamaciones contra la izquierda que es solidaria con la lucha. Una verdadera batería para expulsar a los vecinos. La persistencia de las familias los empujó a buscar la desorganización a través de engaños y propuestas miserables e indignantes, que son inaceptables para las familias y que fueron rechazadas en distintas asamblea.
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El gobierno quiere imponer una salida que no lo deje mal parado, frente a una crisis política que ya venía creciendo al calor de la extensión de la pandemia de covid-19 en la provincia. Pero sus propuestas (hasta el fin de semana al menos) mantienen a las familias expuestas a la precariedad, por eso ya fueron rechazadas por las asambleas que se hicieron el sábado y domingo. El resultado de no permitirles contruir refugios más consolidados pudimos verlo con mayor crudeza aún durante los recientes temporales que convirtieron al predio de Guernica en la tierra arrasada que Kicillof supuestamente venía a convertir en suelo fértil.
El Estado y los distintos gobiernos -incluidos los “progresistas” como el de Kicillof- son incapaces de responder favorablemente de una demanda tan elemental como la de tierra y vivienda para que los sectores populares, y especialmente los más empobrecidos, puedan vivir dignamente. Por el contrario, favorecen la concentración de la tierra en las manos de un puñado de ricachones.
El peronismo bonaerense -incluidos el kirchnerismo y La Cámpora– funcionan como laderos del gobernador, con Máximo Kirchner convertido en una suerte de “comisario político” para que no se desmadre el equilibrio inestable con los intendentes. Andrés “Cuervo” Larroque se sumó para controlar desde el Ministerio de Desarrollo de la Comunidad, convertido ahora en un coto de caza de las distintas “orgas” kirchneristas. Todos ellos son archienemigos de la acción directa de los de abajo, que precisamente pone en cuestión el miserable tutelaje del propio peronismo. Frente a esto Kicillof comenzó a hacer suyo el viejo modus operandi del peronismo bonaerense: engaño, represión y persecución a la izquierda solidaria, la cual defiende e impulsa la acción directa y la autooarganización de las vecinas y vecinos. Como señaló el diputado del PTS en el FIT Unidad Claudio Dellecarbonara durante una reciente sesión legislativa: “el gobernador se desliza por la senda de Duhalde y Ruckauf”.
Ante el rechazo de las asambleas a las propuestas durante el fin de semana, el gobernador amenaza con el desalojo. Más allá de los supuestos protocolos definidos por la Justicia, un desalojo quedaría en manos de Sergio Berni, a quien Kicillof viene sosteniendo. Y con Berni viene la maldita Bonaerense, fuerza que a la cual durante la cuarentena ha empoderado y ante cuyo levantamiento de principios de septiembre cedió en toda la línea, aun después de conocido el terrible secuestro, desaparición y asesinato de Facundo Castro y decenas de casos de violencia policial a manos de esa institución. Ahora reprimen más contentos desde que les aumentaron el sueldo: eso es seguro.
Al momento del reclamo policial -que se plantó frente a la residencia del gobernador y a Olivos, armas reglamentarias incluidas-, la lucha por tierra en Guernica llevaba 40 días y habían realizado la primera movilización al municipio de Presidente Perón. A los policías Kicillof les cedió todo en cuestión de horas, mientras que las familias que siguen viviendo prácticamente a la intemperie y en condiciones desesperantes solo siguen sufriendo engaños y amenazas de desalojo. Raro progresismo el de Kicillof.
En estos últimos días, los representantes del Serpaj y el CELS reconocieron que el censo recientemente realizado en la toma y que ellos mismos auditaron demostró que más de 1400 familias se mantienen en la recuperación de tierras. Estas declaraciones tiran abajo el falso conteo de Larroque, que indicaba una cifra mucho menor. No se trata de un error matemático, sino de un argumento mentiroso tendiente a minimizar el reclamo de los vecinos y mostrarlos como un grupejo rebelde y minotitario.
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Kicillof con los especuladores inmobiliarios y las grandes empresas constructoras
A lo largo de las distintas recuperaciones de tierras, y con el objetivo de desprestigiarlas ante la opinión pública, aparece el reaccionario argumento de que muchos quieren la tierra para revenderlas. Este argumento tramposo oculta que quien está a favor del gran negocio inmobiliario es el propio Kicillof, como quedó más claro en su discurso de este lunes durante una entrega de viviendas en Ezeiza, en el que salió a aclarar sus dichos en una entrevista dada a Télam.
En la lucha por la tierra el gobernador se ha puesto decididamente del lado de los grandes holdings inmobiliarios y las empresas constructoras, que construyen lujosos countries y barrios privados para los ricos en las últimas décadas. Recientemente el propio Kicillof tuvo que reconocer que la gran mayoría de ellos no tienen los “papeles en regla” y por lo tanto ni siquiera pagan los impuestos correspondientes. “Esas también son ocupaciones de tierras” reconoció el propio gobernador… pero con estas “ocupaciones top” el gobierno es condescendiente y ofrece tiempo para “regularizar la situación.
La ministra de Gobierno Teresa García reconoció que en los últimos 30 años –es decir, bajo todos los gobiernos provinciales peronistas y los cuatro años de gobierno de María Eugenia Vidal- se ha hecho uso y abuso de la tierra fiscal que pertenece a todos los bonaerenses y hace décadas que no pagan canon. A su vez la funcionaria se mostró también -ante el enojo de la derecha por los dichos de Kicillof en Telam- como defensora de la sacrosanta propiedad privada, incluso en aquellos casos -como en Guernica- donde su certificación está floja de papeles.
Para qué ponerse exigentes, si de última en su propio origen toda propiedad privada está “floja de papeles” porque como señaló hace más de 170 años Carlos Marx: “la propiedad privada es un robo”. Kicillof se ubicó en el bando de los ladrones de guante blanco que concentran más y más tierras, mientras millones no tienen donde vivir o ni siquiera pueden pagar un alquiler para vivir hacinados o en lugres deplorables. En Guernica Kicillof eligió su lugar; en estas jornadas decisivas, más que nunca, nosotres tenemos que estar junto a las familias de Guernica luchando por una tierra definitiva para construir sus viviendas y parar frenar el desalojo. ¡Todes somos Guernica!
Walter "Pata" Moretti
Junta Interna de ATE - Ministerio de Desarrollo Social PBA