Lunes 6 de enero 12:02
Facundo Mariano Pérez recorría los puestos de sus negocios casi todos los días. Armado con armas cortas o largas, amenazaba a los pibes que había engañado con la promesa de “un buen laburo”. Todos menores, cargaban y descargaban verduras en cualquier horario del día, por 7 mil pesos diarios. Si no lo querían hacer, llegó a secuestrarlos.
Facundo Mariano Pérez no era de “la mafia del Mercado Central”. Se entrenó en una mil veces peor. La Armada Argentina. Fue infante de marina entre 2003 y 2011, llegando a la categoría de “marinero primero”.
La valiente denuncia la hizo un vecino. Dijo que en la cadena de verdulerías de su barrio en Ensenada, el dueño captaba a menores de edad para hacerlos trabajar en condiciones denigrantes. Y agregó que se mostraba armado y los amenazaba. El fiscal Juan Mennucci tuvo que iniciar una investigación por amenazas agravadas y trabajo infantil. Instruyó a la Dirección de Investigaciones de Trata de Personas de la Policía Bonaerense, que seguramente decidió tomar el caso para disimular su fama de tener buenas relaciones con los responsables de los negocios de trata.
Según dejó trascender la fiscalía, la acusación es por "largas jornadas de trabajos forzados, desarrollando tareas de carga y descarga de camiones", con bajos salarios e intimidaciones con armas de fuego en algunas oportunidades (El Día).
Pero cuando la policía fue a detenerlo, se encontró con un arsenal digno de un “comando”. Una pistola Taurus 9 mm -con dos cargadores-, dos pistolas Bersa .380 -con seis cargadores-, una carabina automática calibre .22 con culata rebatible -y sus dos cargadores-, un rifle de aire comprimido y una réplica de una ametralladora Uzi. Además le secuestraron un equipo de handies y dos escopetas sin numeración ni inscripciones en sus comercios.
En el allanamiento se logró además liberar a un joven de 16 años que trabajaba a punta de pistola bajo las órdenes del infante Pérez.
Las redes de trata de personas, en sus distintas formas, tienen distintos actores. Pero no pueden desarrollarse impunemente sin connivencia con las fuerzas de seguridad. Como vemos ahora, algunos miembros de las fuerzas son partícipes directores. Recordemos que otro marino, Carlos Pérez, está detenido por la desaparición de Loan Peña en Corrientes. La justicia además habría en diciembre una investigación sobre sus posibles conexiones con el caso de la chiquita Sofía Herrera.
No sorprende. Una fuerza represiva que convirtió la ESMA en un símbolo de la tortura, la violación, la muerte y el trabajo esclavo, no puede tener otra moral que la de los opresores.