En diciembre pasado Benjamín Netanyahu volvió a asumir el gobierno del Estado de Israel, esta vez al frente de una coalición de extrema derecha que por su intento “cesarista” de reforma judicial enfrenta grandes movilizaciones de la clase media israelí, a la que se sumaron empresarios de la industria high tech. A la par que recrudece la brutal represión del Ejército en Cisjordania y Jerusalén oriental, volviéndola diaria. Ambos elementos envalentonan a los colonos extremistas que atacan poblados y ciudades palestinas, como ocurrió hace pocos días en la ciudad cisjordana de Huwara, al sur de Nablus. La ofensiva criminal de Israel convierte la zona en un polvorín. Lo que comienza a preocupar tanto a las burguesías árabes de la región como a Estados Unidos, el socio estratégico de Israel, que empieza a ver como disfuncional la política implementada por la coalición gobernante.
La preocupación del imperialismo estadounidense y de los países árabes también se centra en que la Autoridad Palestina perdió toda legitimidad frente a una juventud que rechaza su política acuerdista y de conciliación con Israel, de allí se explica también el surgimiento de Lion´s Den (la guarida del León) el grupo armado con epicentro en Nablus, que no responde a ninguna dirección tradicional palestina y que es vista con simpatía y respeto por las nuevas generaciones de jóvenes palestinos, que tienen un justo odio y que resisten frente a su opresor sionista.
El nuevo gobierno ultraderechista del Estado Nacional judío –tal su denominación legal–, tiene por delante varias contradicciones, para poder asentarse, entre ellas los objetivos propios de sus socios los colonos. ¿Qué intereses están detrás de esa reforma judicial?, que muchos ven también como un intento de cerrar los juicios que se le siguen al primer ministro y así evadir una posible sentencia de prisión. Los fracasados acuerdos de Oslo establecieron una división ominosa para el pueblo palestino en Cisjordania, estableciendo áreas de dominación con distinto grado. El área C está bajo dominio militar y financiero del Estado de Israel, ¿hay un intento de reconfigurar esa situación y anexar esos territorios?
Sobre estas cuestiones conversamos con Nicolás Zazon, él es argentino y vive hace más de treinta años en Jerusalén, licenciado en Historia y Filosofía, ex miembro del partido árabe israelí Matzpen. Zazon fue cuatro veces preso por negarse a realizar el servicio militar bajo las órdenes del Estado de Israel.
La semana pasada la crisis en Cisjordania pegó un salto con el pogromo de colonos israelíes al poblado de Huwara en Nablus. ¿Cuál es la situación?
Esto es un polvorín, que es muy difícil de predecir qué va a pasar porque hay un montón de tendencias, de cierta manera contradictorias.
La primera contradicción es que por un lado tenés a los colonos que son parte del gobierno, que exigen implementar o aplicar sus demandas, como la de tomar tierras en Cisjordania, de poder apoderarse de las tierras, de construir colonias. Esto tiene un lado ideológico muy fuerte, pero también tiene un lado económico porque cuando recibís tierras gratis el único coste que tenés es el de construcción. O sea, levantar una nueva colonia es un negocio bastante redondo, sin dejar de lado el aspecto ideológico.
Por otro lado, en este mismo aspecto tanto ideológico como económico, está la demanda ya no tan secreta de la limpieza étnica en lo que se llama área C [que comprende el 60 % de Cisjordania y está bajo control económico y de seguridad israelí, N. de E.] y es algo que los colonos van llevando a cabo de forma autónoma frente al Estado, sin que el Estado intervenga (o siendo cómplice directo). Lo que estamos viendo en la zona de Huwara, en Nablus, tiene que ver con que el poblado de Huwara queda en camino a una colonia israelí y en ese lugar ya hace tiempo que se están desarrollando tensiones entre colonos y palestinos. El objetivo de los colonos, con la quema del pueblo, era justamente ocupar el territorio de la carretera que pasa hacia su asentamiento, o sea una limpieza étnica parcial o total.
Hay que tener en cuenta, por otro lado, que esta política de los colonos, con sus objetivos muy concretos tanto económicos como políticamente, entra en contradicción con la política internacional de EE. UU. Hechos como los de Huwara, que generan tensión e inestabilidad con el mundo árabe, con Egipto, Arabia Saudita o Jordania, impiden que EE. UU. pueda implementar una política global mucho más expansiva. Entonces la política de Netanyahu, gracias a los colonos, entra en contradicción con la política de EE. UU- para la región.
Los yankees ya han advertido a Netanyahu, y él sabe que no tiene elementos para contradecir a los norteamericanos, tanto económicamente (son 4.000 millones de dólares anuales) pero también militarmente (el Ejército de Israel está armado por EE. UU.).
Aquí vemos entonces la segunda contradicción entre el Gobierno de Netanyahu y los colonos, por la crisis que le genera en el terreno internacional.
Un tercer elemento de conflicto, lo podemos ver dentro de la burguesía israelí, como las compañías de alta tecnología, que producen algo así como el 25 % del PBI de Israel [mientras que constituyen el 43 % de sus exportaciones. N. de E.], y vienen expresando su malestar. Hay una contradicción entre los intereses de estas compañías y el lobby, con peso en el Gobierno, de una nueva política neoliberal representada en el Kohelet Policy Forum, financiado por el multimillonario replublicano estadounidense Jeffrey Yass, que busca llevar adelante cambios en las leyes israelíes y una profunda relajación de los controles de inversión dentro de Israel, lo que ha llevado a fuertes cortocircuitos con la burguesía local.
Este último sector, que dice estar “defendiendo la democracia” cuando en realidad está defendiendo sus intereses, amenaza con retirar sus negocios de Israel y sacar los capitales del país, creando una fuerte crisis económica, debilitando el Shequel (moneda israelí) y empujando la inflación.
También hay desesperación en la clase media con deudas, hipotecas o créditos que se empiezan a hacer imposibles de pagar y cuando el Estado cada vez invierte más en los sectores religiosos u obliga a las municipalidades a invertir en colegios religiosos. Todo esto hace que la clase media israelí salga a las calles. De hecho ha aumentado mucho la cantidad de personas de clase media que ha empezado a pensar en emigrar.
Esta es entonces la tercera contradicción: entre el Gobierno de Netanyahu y un sector de la burguesía y la clase media.
Todavía está por verse cómo va a reaccionar el mundo árabe a ésta política de Netanyahu y si el Gobierno va a poder seguir adelante en medio de todas estas contradicciones. Si el Gobierno cae hoy, volvemos a la misma crisis del año pasado donde no hay ningún partido que pueda formar coalición de Gobierno.
Nos hablaste de dos sectores distintos de la burguesía en Israel. ¿Podés ahondar un poco más en esto para entender qué sector está detrás de la reforma judicial que impulsa Netanyahu y su coalición ultraderechista?
Lo que ocurre en este momento es que tenemos, y ese es el choque dentro de la sociedad israelí, dos tipos de apropiación de capital, una apropiación colonial del capital, que es lo que ocurre ahora en Huwara, en todo Cisjordania, en el Neguev también. Eso es lo que lleva adelante Smotrich [ultra derechista nacionalista, colono, ministro de Finanzas y quien dirige actualmente la Autoridad Nacional Judía en Cisjordania, N. de E.], parte del Likud también.
La gente se apropia del capital colonizando la tierra, construyendo, explotando de una u otra manera la mano de obra local en pequeños proyectos agropecuarios, rurales y muchas veces mantenidos por el Estado. Eso era lo que fue el proyecto original del sionismo. Esto le da a una clase media, no pequeña, la posibilidad de vivir básicamente bien, con un nivel de vida de clase media israelí, con muy pocos gastos de vida. Eso es por un lado, por otro, hay dentro de Israel otro sector capitalista mucho más dinámico, mucho más moderno diríamos, que está concentrado en la industria de Hi Tech y que produce el 20 % del PBI israelí.
Esas dos formas de apropiarse del capital, han llegado hoy a un choque, no podemos si no verlo como un choque. En este choque hay un tercer jugador y este es Jeffrey Yass, que viene de Estados Unidos. Él viene a apoyar al sector agrario, del colonialismo agrario, el que está metido en la limpieza étnica. Porque él tiene otro interés, o sea para él que se liberen las restricciones estatales en todo el tema del gobierno es hacer plata, o sea, el tipo con un Estado liberado, sin una Corte Suprema, sin ningún tipo de parámetros que paren su capacidad de apropiarse de proyectos, ese Estado que viene a ser su compinche, en el Likud, con sus Smotrich, simplemente es una forma donde el capital del Estado es transferido directamente a esta compañía en Washington.
O sea, esta gente puso el Kohelet Policy Forum, con más de 100 investigadores en todos los espacios, que hoy se están transformando en los asesores de los ministros y son los que llevan adelante el cambio legal en Israel. Lo que ganan es el acceso a la economía israelí, parecido de cierta manera (no es igual, nunca son iguales las cosas), a lo que hicieron los milicos en Argentina cuando nacionalizaron la deuda de los grandes empresarios al final de la dictadura. Es lo mismo que están haciendo acá, o sea, no es la deuda, simplemente que es una transferencia de fondos de parte del Estado a manos privadas y no es a manos privadas locales, sino hacia un fondo de inversión extranjero.
Entonces hay una alianza estratégica entre un sector o una compañía en Wall Street, con los colonos más radicalizados.
Los hechos atroces protagonizados por colonos en Huwara, no es una novedad para la población palestina. ¿Hay un intento más a largo plazo de la derecha israelí, junto con los colonos de reconfigurar el status del Área C en Cisjordania?
No, no es el primer intento el de Huwara. Es más que nada la posibilidad de aprovechar la oportunidad, es lo que hacen los colonos todo el tiempo. Casi el 50 %, si no me equivoco, de las colonias fueron construidas como revancha, como revancha a algún tipo de evento palestino, entonces este no es el primer intento, sino que es un sistema de acción.
El objetivo es la anexión del Área C, con la menor cantidad de palestinos posibles, por eso hay dos instrumentos que se utilizan para cumplir con ese objetivo. Un instrumento es el Ejército, el suelo es Cisjordania. Me imagino que habrás escuchado de Masafer Yatta, ahí el que está expulsando a los palestinos lentamente es el Ejército, declarando el área como territorio militar cerrado. Lo mismo ocurre al norte del Valle del Jordán, donde las comunidades que viven ahí (que son pequeñas comunidades campesinas), están siendo desplazadas para necesidades militares. Por otro lado hay otro desplazamiento del Área C que es por parte de los colonos, esto ya es una acción directa de colonos que los va empujando fuera del territorio. Ahora lo importante es que en Huwara ya no se trata de una pequeña comunidad, sino una ciudad bastante grande, donde hay un choque mucho más antiguo, mucho más profundo.
Ahora el hecho de utilizar y de aprovecharse de la crisis para poder profundizar el proyecto de colonización sionista, eso viene desde 1948 [año en que se constituye el Estado de Israel, expulsando a la población nativa y apropiándose de sus casas y tierras, con la anuencia de las Naciones Unidas, N. de E.], desde aquel momento es que cada revancha era usada para levantar un nuevo kibutz y cosas así.
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