Ideas de izquierda

Armas de la critica

SEMANARIO

Una de terror: la historia de Argentina y el FMI

LA VIDEOENTREVISTA: NOEMÍ BRENTA

debates
Fotografía: La Izquierda Diario

Una de terror: la historia de Argentina y el FMI

Pablo Anino

Ideas de Izquierda

¿Cómo el FMI, comandado por los Estados Unidos y secundado por las potencias del G7, fue atrapando a la economía argentina? La respuesta está relatada en Historia de las relaciones entre Argentina y el FMI (Eudeba) de Noemí Brenta, doctora en Economía (UBA, medalla de oro) y coordinadora académica e investigadora del Instituto de Estudios Históricos, Económicos, Sociales e Internacionales (IDEHESI) del Conicet. También ejerce la docencia en las maestrías de Historia Económica y de Relaciones Internacionales de la UBA, entre otros lugares.

De la mano de Cambiemos está en curso un nuevo desembarco a bandera desplegada del organismo multilateral más repudiado en nuestro país: en la memoria colectiva, la última pesadilla asociada al FMI es el hundimiento económico y social de 2001. No es la única.

En esta entrevista conversamos sobre los hitos de la relación con el Fondo. Juan Domingo Perón rechazó el ingreso al FMI por ser un organismo injerencista: impedía, por ejemplo, practicar el monopolio estatal del comercio exterior o esa versión light que fue el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). Fue durante el gobierno militar de la Revolución Fusiladora, bajo el mando de Pedro Eugenio Aramburu, que el país ingresa al FMI. Una pesada herencia que ningún gobierno posterior cuestionó. Fue una dictadura más sangrienta aún, la iniciada el 24 de marzo de 1976, la que expuso de manera indeleble qué es lo que quiere el Fondo: “disminuir el salario real, disminuir el poder de los trabajadores”, explica Brenta. El gobierno de Raúl Alfonsín tuvo fuertes roces con el Fondo. En el relato histórico rápidamente emergen los contrastes con el régimen político actual, no para embellecer al peronismo y el radicalismo, los partidos principales de la posguerra, sino para dar cuenta de cómo el personal político actual, que no tiene otro horizonte posible que aceptar como natural, más allá de rechazos para la tribuna, lo ordenado en Washington. En esta entrevista también hay debate: ¿quedarse en el Fondo sin firmar acuerdos o que Argentina se retire definitivamente? ¿Era necesario pagar en efectivo al FMI como hizo Néstor Kirchner?

Desde Ideas de Izquierda buscamos aportar herramientas para pensar una salida realmente emancipadora que rompa definitivamente los lazos y las imposiciones de los centros imperialistas.

En el video, la entrevista completa, y por escrito sus tramos principales.

Volvió el FMI a la Argentina, el gobierno de Mauricio Macri dice que hay un nuevo FMI distinto a aquel con el que negociaban Carlos Menem y Fernando de la Rúa. ¿Hay un nuevo FMI?

No lo hay, si pensamos en un Fondo que respete la autonomía de los países y que contemple efectivamente el crecimiento, el desarrollo como un objetivo inmediato. Todos los acuerdos con el FMI lo prometen para el futuro y este nunca llega.

Sí hay un nuevo Fondo en que ahora tiene mucha más plata para prestar: antes tenía un capital para prestar de USD 250 mil millones, ahora tiene USD 500 mil millones. Eso hace también que los préstamos del Fondo puedan ser más grandes. Eso tiene un lado bueno y un lado malo. El lado malo es que el Fondo tiene sus principales ingresos en los intereses y cargos que cobran a los países a los que presta (no son exactamente préstamos técnicamente, pero llamémosles así). Eso es un incentivo adicional para hacer préstamos a países de tamaño mediano importante, como la Argentina.

¿Quién corta el bacalao en el FMI?

Incontestablemente EE. UU.: tiene el 17 % del capital y de los votos. Tiene poder de veto, porque para algunas decisiones importantes, el FMI necesita el 85 % de los votos. El gobierno estadounidense toma al Fondo como una herramienta más de sus relaciones internacionales.

Estados Unidos también tiene mucho poder para influir sobre la agenda, sobre qué se habla, qué temas se levantan, cómo, a quién se ayuda y a quién no. Y también, lógicamente el G7 (antes el G5). Europa tiene como el 30 % de los votos juntos, pero a veces tienen intereses opuestos o rivales, entonces no se pueden coordinar de la misma manera que EE. UU.

Hoy está naturalizado que Argentina es parte del FMI, pero apenas se engendró el FMI esto no era así: ¿cuál es la historia del ingreso de Argentina?

Argentina no fue invitada en el ‘44 a la conferencia de Bretton Woods porque todavía no había declarado la guerra al Eje. Eso lo hace en marzo del ‘45. Después Perón manda a hacer un estudio y deciden no entrar. No sé si lo tenía pensado de antes o no.

Consideraba que era un organismo muy injerencista y muy dependiente justamente de los EE. UU., que condicionaba a todo el conjunto de la economía. La Argentina tenía mecanismos económicos y tenía una política económica e instituciones que no iban con el Fondo y que hubiera tenido que abandonar de entrar al Fondo. Cosa que vemos en qué medida eran importantes una vez que, por un decreto del gobierno provisional del gobierno de (Pedro Eugenio) Aramburu, entra al Fondo en el ‘56. Por ejemplo, no hubiera podido tener el monopolio del comercio exterior, del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio). Si bien el IAPI fue perdiendo importancia desde el ‘52, mismo en el gobierno de Perón, era un mecanismo muy importante para financiar la industrialización y para captar la famosa renta pampeana, las exportaciones más rentables. Y también para poner un colchón entre los precios domésticos y los precios internacionales. Argentina tenía unos treinta acuerdos bilaterales con otros países. Por ejemplo, tenía un acuerdo con Suecia que iba renovando: cada uno tenía una lista de productos que vendía al otro y que eran importantes para el otro, pero lo que tenían de bueno era que no involucraba el pago de divisas permanentes, sino que era cada tantos meses, se veía quién le debía a quién y ahí se hacían los pagos, lo que ahorraba muchas divisas. Esos acuerdos bilaterales tuvieron que ser finalizados cuando la Argentina entró al FMI. Eso significó que la deuda por importaciones que tenía con algunos de estos países (con otros tenía saldos a favor) se convirtiera en deuda financiera. Perón decide no entrar al Fondo y recién en 1956 Argentina entra por consejo de Raúl Prébisch, porque tenía que ver con la ideología del gobierno y porque toda Latinoamérica ya estaba.

Yo creo que hay que estar en el Fondo, pero no hay que tomar acuerdos. El FMI no da préstamos para el desarrollo, pero era una condición entrar para adherir al Banco Mundial, el gemelo del FMI. Pero cada vez que Argentina le fue a pedir plata al BM para la electricidad, para los trenes, para el desarrollo, le dijo “ustedes son un país muy interesante, vayan al sector privado que está ansioso por prestarles”. Entonces, el Banco Mundial no nos prestó plata importante hasta los ’80, y cuando nos prestó no fue para el desarrollo, fue para las reformas estructurales en el neoliberalismo.

Del ’64 en adelante la injerencia del Fondo decae. Después, durante la dictadura, vuelve con todo el FMI. ¿Qué características tienen los acuerdos?

La dictadura hace dos acuerdos: uno en 1976 y otro al año siguiente. Son acuerdos muy feroces. Son los acuerdos más regresivos, más crueles de todos los que he leído, porque está el poder absoluto y el revanchismo. Se usan eufemismos en los acuerdos con el Fondo. En este lo dice con todas las palabras: disminuir el salario real, disminuir el poder de los trabajadores. Son acuerdos muy antitrabajadores de manera explícita, abierta, desvergonzada. Y vas viendo también cómo va favoreciendo al sector financiero; con la reforma de 1977 se abre una etapa de modelo especulativo, rentístico y financiero que cambia la economía argentina.

Vino el Plan Austral, el Primavera, la hiperinflación terminó en una catástrofe para la clase trabajadora. Vos marcás que hay un cambio en lo que exige el FMI: tiene mayor profundidad. Eso se ve de manera más contundente durante el gobierno de Carlos Menem y de la Alianza. ¿Cuál es ese cambio en lo que exige el FMI?

El cambio empieza en el ‘85 cuando EE. UU. lanza la propuesta del Plan Baker: en síntesis, que los países hagan reformas estructurales. ¿Qué eran reformas estructurales? Pro-mercado.

Cuando Menem asume en el ‘89 tiene su segunda hiperinflación. Firma con el FMI, pero le suspenden el acuerdo. En el ‘89 el cambio que profundiza lo de Baker es el lanzamiento del Plan Brady, que también lo lanza el Tesoro de EE. UU. El secretario del Tesoro era Nicholas Brady. Este plan era para regularizar las deudas de los países muy endeudados como la Argentina.

La firma del Plan Brady, que va de 1989 a 1996, y Argentina suscribe en 1993, significó acuerdos con el FMI muy grandes, y en los que el Fondo realmente desembolsó. Esos son los acuerdos más condicionales, porque había mucha plata en juego.

Había que entregar las joyas de la abuela, ¿no?

Claro, había que entregar las joyas de la abuela, pero además el Plan Brady en definitiva, para decirlo sencillamente, cambió la deuda que la Argentina y otros 16 países tenían con bancos comerciales en situación irregular, lo que quiere decir que estaban atrasados, que los bancos tenían que previsionarlo, hacer reservas, mandarlos a pérdida, por bonos. Estos bonos los bancos los pudieron mostrar en sus balances como activos sanos. Una parte pudieron cambiarla por las joyas de la abuela, ya que fueron rescatados en las privatizaciones. Y además, estaban garantizados por un bono del Tesoro estadounidense a 30 años.

Se hizo como una vaquita, entre el Tesoro de EE. UU., el FMI y otros organismos para juntar la plata y las garantías para hacer este canje de deuda bancaria, por bonos. El acuerdo fue muy duro en las condicionalidades. Durante la mayor parte de los años ‘90 la Argentina le pagó al FMI más de lo que recibió del organismo. Pero en 1993 fue al revés: el Fondo le entregó al país una buena cantidad de dinero, USD 2.500 millones. Después la Argentina siguió pagando. Entonces, los acuerdos eran mucho más condicionales. Si bien el acuerdo firmado por Alfonsín en 1984 fue el que tuvo más condiciones (19), las de mayor profundidad fueron las de 1993. Que también coincidían con las propuestas del propio gobierno de Menem.

Bajo el gobierno de Menem y hasta el final la Convertibilidad es el momento de la historia en el que Argentina está más años bajo acuerdo con el FMI. El resultado es más o menos evidente. A fines de 2000 se acuerda el Blindaje, con intervención del FMI, a los pocos meses el Megacanje, y todo esto no evitó el corralito ni el default, ya con Rodríguez Saá. Después del default de 2001, llega Néstor Kirchner a la presidencia en 2003, reestructura la deuda pública en 2005, y en 2006 cancela con el FMI con un pago de USD 9.600 millones, decisiones todas que yo cuestiono. Si uno agarra la historia de la deuda, documentada en la causa de Alejandro Olmos y el fallo en la misma del juez Ballesteros, estamos hablando de una deuda con un origen fraudulento que se recicla permanentemente, bajo la tutela del FMI y los EE. UU. Pero además había un hecho inmediato, de pocos años atrás, que era el Blindaje y el Megacanje. Puede decirse que terminan pagando esos acuerdos, cuestionados hasta judicialmente. ¿Cuál es tu interpretación de cómo fue ese hecho?

Antes de contestarte esto, quiero decir algo sobre los efectos que tiene que el país permanezca tantos años bajo acuerdos con el FMI. Entre 1982 y 2004 la Argentina estuvo prácticamente en todo momento con acuerdos con el organismo. Ningún otro país de ingresos medios estuvo tanto.

Además de los efectos recesivos y estructurales, esto tiene como consecuencia que los hacedores de política económica, lo único que saben hacer son planes de ajuste. Toda la burocracia estatal se pone en función de cumplir las metas, de renovar los acuerdos, es decir, de los aspectos financieros y del ajuste regresivo. Esto el propio Fondo lo tiene estudiado. Esa es una de las razones adicionales por las que hay que evitar permanecer en acuerdos con el organismo.

Respecto de lo que vos decías, hay dos aspectos. Uno es de la legitimidad de la deuda, y otro el de los pagos al FMI y la no interrupción de los mismos.

Es una cosa que yo no tengo muy clara. Te puedo comentar lo que acabo de leer en un libro de [Yanis] Varoufakis, ministro de Finanzas de Grecia durante los primeros cinco meses del gobierno de Syriza. Según plantea, no pagarle al Fondo complica mucho la economía. Se supone que el FMI es el espacio de coordinación del sistema monetario internacional. Nunca miré con mucha profundidad la cuestión, porque siempre asumí, como todo el resto, que se puede atrasar la deuda o defaultear con otros acreedores, pero con este organismo multilateral no, porque se caen los acuerdos con los otros acreedores. Te puedo dar esta respuesta que no puedo fundamentar mucho más que diciendo “nadie lo hizo”.

Respecto de la legitimidad e ilegitimidad de la deuda, tengo la impresión, y esto es lo que dicen algunos otros autores, que con las renegociaciones, había contratos que venían de la dictadura, el Club de París, y que todo esto se fue confundiendo, se fue haciendo fungible. No me consta, no estoy segura. A mí también me gustaría hacer como hizo Correa [Rafael; expresidente de Ecuador] una auditoría de la deuda papel por papel, y para atrás. Pero aquí no tengo una respuesta mucho más profunda. Sería bueno saber, pero ya está.

Entonces, una cuestión es la de la ilegitimidad de la deuda externa y su revisión, y la de seguir pagándole al FMI, pero también al Banco Mundial y el BID, en 2002. Le pagamos USD 12.000 millones de dólares cuando la gente comía de la basura, es una cuestión.

La otra cuestión es la cancelación en enero de 2006 de esos USD 9.600 millones. Ahí yo creo estuvo bien pagarla, por tres cosas. Una porque los vencimientos que venían en los siguientes años había que pagarlos, y eran USD 4.800 millones en 2006 y en 2007, o sea que había una exigencia de pagos alta. Dos, porque el acuerdo era muy condicionante. Si bien Kirchner lo suspendió en septiembre de 2004 justamente por esa razón, mientras estaban vigentes las deudas con el Fondo, este tiene derecho a ejercer una supervisión sobre el país. Y tres, porque los intereses de la letra que el Tesoro le entrega al Banco Central para que el Banco Central le dé las reservas para pagarle al Fondo, son más bajos que los que Argentina hubiera debido pagarle al FMI ese año. Entonces tampoco es cierto que el financiamiento era más barato.

El pago había que hacerlo igual, está bien que en cuotas. Pero las reservas se recompusieron muy rápido y nos sacamos de encima a alguien que hubiera dificultado mucho seguir con el canje de la deuda, las políticas activas y, ni que decirlo, la estatización de las AFJP, la AUH, la nacionalización de YPF y tantas otras cosas que pudieron mantener a la Argentina a flote incluso después de la gran crisis que empezó en 2007. Entonces, sí, sacarnos de encima al FMI era importante.

Seguramente. Pero si uno agarra la historia de la relación con el organismo, desde tu propio libro, mi conclusión es hay que salirse del FMI en vez de pagarle. De manera definitiva, cortar cualquier contrato con el Fondo y lo mismo repudiar toda la deuda pública porque está inscripta en este mecanismo. Como vos decías, en el organismo las decisiones se toman en EE.UU. principalmente. Entonces uno está jugando siempre un juego donde la cancha está inclinada. Me parece que es interesante desde el punto de vista del debate actual. Yo pienso que hay que repudiar y no pagar la deuda externa y salirse del Fondo. Lo mismo que el canje de deuda a muchos de los acreedores les convino, digo por el canje de 2005 y 2010 que hace primero Lavagna y después Boudou. Muchos acreedores como George Soros habían comprado los títulos devaluados a 10 %, después cuando le descuentan el 70 %, el 60 %, 65 % terminan ganando igual.

Ahora volvió el FMI y volvió con todo, el gobierno apela al organismo como una ayuda. Ahora, ¿hay algún país donde sea exitoso un acuerdo con el FMI?

Que yo conozca, no hay ninguno.


VER TODOS LOS ARTÍCULOS DE ESTA EDICIÓN
COMENTARIOS
CATEGORÍAS

[Desendeudamiento]   /   [Macrismo]   /   [Reestructuración de deuda]   /   [Deuda externa]   /   [Kirchnerismo]   /   [FMI]   /   [Economía argentina]   /   [Entrevista]   /   [Economía Nacional]   /   [Economía]

Pablo Anino

@PabloAnino
Nació en la provincia de Buenos Aires en 1974. Es Licenciado en Economía con Maestría en Historia Económica. Es docente en la UBA. Milita en el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Es columnista de economía en el programa de radio El Círculo Rojo y en La Izquierda Diario.