Ante las elecciones alemanas del 23 de febrero, los partidos intentan superarse unos a otros con un racismo y un militarismo cada vez más extremos. Inés Heider se presenta en el distrito Friedrichshain-Kreuzberg con una plataforma de oposición fundamental al capitalismo.
Lunes 13 de enero 22:06
A medida que se acercan las elecciones alemanas, cada ciclo de noticias rompe nuevos tabúes. Se prevé que la ultraderechista AfD (Alternativa por Alemanía) quede segunda con alrededor del 20% de los votos. La conservadora CDU, partido de la excanciller Angela Merkel, por su parte, plagia continuamente del programa de la AfD: Friedrich Merz quiere revocar la ciudadanía alemana a los «criminales». Para no quedarse atrás, los socialdemócratas del PSD y los Verdes hablan de deportar gente a Siria y de duplicar el gasto militar, respectivamente. Sahra Wagenknecht pide más deportaciones, e incluso Die Linke se está moviendo a la derecha, con el Partido de Izquierda depositando sus esperanzas en tres viejos políticos reformistas que declaran su solidaridad ilimitada con el genocidio de Israel en Gaza.
Este es el "Rechtsruck", el giro alemán a la derecha. Los eslóganes utilizados por el fascista NPD (Partido Nacional Democrático de Alemania) hace apenas una década son ahora puntos de acuerdo en todo el espectro político.
A contracorriente
Los socialistas revolucionarios intentan plantar cara al ’Rechtsruck". Inés Heider es trabajadora social. O para ser más exactos: Tras ser despedida ilegalmente de su trabajo como trabajadora social por informar a sus colegas sobre una manifestación contra los recortes, empezó a trabajar como profesora. Heider se presenta al Bundestag por Friedrichshain-Kreuzberg como parte de una alianza socialista independiente. Franziska Thomas, otra trabajadora social, se presenta en Tempelhof-Schöneberg, mientras que Leonie Lieb, comadrona en un hospital, es la candidata por Múnich-Oeste.
Desafiando el sentido común de la burguesía alemana y de sus servidores políticos, estos trabajadores-candidatos reclaman un mundo sin fronteras, guerra ni explotación. Un programa de 14 puntos incluye demandas de expropiación de las empresas que amenacen con despedir trabajadores; de bloqueo de los envíos de armas a Israel; y de apertura de las fronteras.
Mientras que a los partidos burgueses alemanes no les importa la gente que no tiene derecho a voto -¡alrededor de una cuarta parte de la población adulta de Berlín! - una campaña socialista no consiste en maximizar los votos. Se trata más bien de: educar, agitar y organizar. No se necesita pasaporte para participar en esta labor. En las reuniones abiertas de la campaña, celebradas en alemán y también en inglés, la gente habla de recoger firmas y repartir las propuestas, pero también de movilizarse contra la conferencia del ultraderechista AfD en Riesa, el pasado fin de semana.
Las campañas están recibiendo muchos comentarios positivos: la gente se siente aliviada al saber que hay candidatos que no apoyan el Staatsräson progenocidio de Alemania. Estos candidatos son trabajadores que no creen que los políticos deban ganar más que las enfermeras. Si llegan al Bundestag, no quieren los obscenos salarios que se pagan a los llamados «representantes del pueblo» (¡actualmente más de 11.000 euros al mes!). En su lugar, aceptarían un salario obrero y donarían el resto, unos 9.000 euros, a un fondo de huelga.
Esta alianza fue lanzada por dos grupos trotskistas, la Organización Internacionalista Revolucionaria, editora de Klasse Gegen Klasse que es parte de la red internacional de La Izquierda Diario, y la Organización Socialista Revolucionaria. Pero esta campaña es una propuesta a la izquierda radical más amplia: durante las elecciones, cuando hay un mayor interés por la política, podemos ponernos de acuerdo en una plataforma anticapitalista basada en la independencia de clase y la lucha de clases, y lanzarnos a los debates.
¿A quién deberían votar los que apoyan a la izquierda?
En el último año, Die Linke (que se presentaban como "la izquierda" alemana) se ha derrumbado lentamente, y hemos visto un éxodo de grupos socialistas revolucionarios como Sozialismus von unten y Revolutionäre Linke de sus filas. La burocracia del partido ha contribuido a este proceso, expulsando al activista germano-palestino Ramsis Kilanif por su oposición al genocidio que lleva adelante Israel en Gaza. Este es el contexto en el que La Izquierda de Berlín también se ha separado de Die Linke.
Estas escisiones representan en realidad una oportunidad para los que apoyan una verdadera alternativa de izquierda. Durante los últimos 15 años, muchos socialistas revolucionarios han estado incrustados en Die Linke, obligados a hacer campaña electoral por los «socialistas del gobierno» que luego ocuparon puestos ministeriales y llevaron a cabo privatizaciones, deportaciones y desahucios. Abandonar Die Linke es un primer paso, pero tenemos que intentar presentarnos a las masas como una alternativa política al reformismo.
A seis semanas de las elecciones, ¿a quién deben votar los socialistas? Algunos se taparán la nariz y votarán a Die Linke de todos modos. Pero esto no fortalecerá a la izquierda: el apoyo de Die Linke a las políticas neoliberales y proimperialistas en realidad ayuda a la extrema derecha a presentarse como una «alternativa». Algunos se centrarán en unos pocos candidatos realmente de izquierdas de Die Linke, como Ferat Koçak en Neukölln. Ferat es un activista ejemplar, pero no se puede pasar por alto el hecho de que se presenta por un partido dirigido por partidarios del genocidio como Dietmar Bartsch y Bodo Ramelow.
También está el nuevo partido Mera25, muy popular entre los activistas de solidaridad con Palestina. Por oponerse al apoyo alemán al genocidio, ese partido ha sido objeto de terribles campañas de difamación por parte del periódico BILD, y cuentan con toda nuestra solidaridad. Sin embargo, Mera25 no es un partido socialista. Es un partido fundado por un antiguo ministro de Finanzas de Grecia, con un programa de hacer Europa más social y más democrática a través de reformas parlamentarias. Este es, como demostró dramáticamente el tiempo de Yanis Varoufakis en el cargo, un programa utópico y completamente irreal. Sólo un programa anticapitalista ofrece una oportunidad realista de detener el giro a la derecha.
Por eso creo que los lectores de La Izquierda de Berlín deberían apoyar las candidaturas socialistas de Inés Heider, Franziska Thomas y Leonie Lieb. Estas campañas pueden contribuir a dar visibilidad a la izquierda anticapitalista y socialista en un momento en que todos los partidos alemanes se están desplazando rápidamente hacia la derecha.
Nathaniel Flakin
Periodista freelance e historiador. Escribe en Left Voice, EE. UU. y Klasse gegen Klasse, Alemania. También ha escrito bajo el seudónimo de Wladek.