El mes pasado en un desayuno organizado por “El Mercurio” el Rector de la Universidad de Antofagasta, Marcos Cikutovic Salas, anunció que dicha institución abrirá una sede en Calama.
Domingo 14 de julio
Una Universidad Estatal para Calama es una demanda anhelada históricamente por miles de familias calameñas y de la Provincia del Loa, quienes durante décadas, para estudiar en una Universidad estatal deben salir de la ciudad, pagando pensiones, transporte y comida para los estudiantes, un esfuerzo tremendo para el bolsillo familiar.
Una Universidad para Calama: Una universidad para los trabajadores y el pueblo
En la actividad donde se dio a conocer este anuncio, el Rector de la UA comentó que estaban trabajando de manera muy activa para hacer realidad lo antes posible el sueño de la comunidad de Calama, el de contar con una sede de una universidad, la cual ofrecerá carreras técnicas acordes a la necesidad de los diversos sectores productivos de la región.
Es aquí donde surge la trampa y debemos cuestionarnos ¿Una Universidad para quién? En Antofagasta tenemos un grave problema en torno a las universidades, CFT e IP, que están todos enfocados en los sectores productivos de la región para seguir poniendo el conocimiento y las ciencias en función de aumentar las ganancias de las transnacionales, pero poco o nada se dice sobre que la Universidad debe cumplir un rol mucho mayor, abriéndose a solucionar los grandes problemas del pueblo trabajador.
Si queremos que la Universidad sea como la soñamos, hay que acabar con el negocio en la Educación.
Un negocio completamente rentable, tanto para las instituciones educativas privadas como para los bancos. Por un lado, el financiamiento que llega del Estado a instituciones privadas es enorme: 26,9% para Universidades privadas tradicionales y un 21,7% para privadas no tradicionales. Mientra que las universidades estatales reciben solo un 31%. A la par, el Estado que ha subsidiado la deuda del CAE a los bancos, sólo en el último año ha pagado a la banca casi 300 millones de dólares. Para hacernos una idea, la Construcción del Hospital Regional de Antofagasta salió más barato ($288 millones). ¿No hay que invertir las prioridades?
Si queremos que la Universidad de Calama no sea solo un mito o una realidad precaria donde se abren “sedes” que se caen a pedazos, hay que hacer frente al mercado en la educación. Sobre todo, porque será una sede de la Universidad de Antofagasta, institución contra la cual se han movilizado los estudiantes precisamente por la infraestructura precaria y el no pago de sueldo a los docentes. Para hacer realidad este sueño, hay que poner fin al subsidio a los privados por parte del Estado y fortalecer un sistema de Educación Superior que contemple un financiamiento estatal en un 100% a las Universidades de propiedad del Estado, mediante aportes basales y no a través del sistema voucher. Hay que poner fin al lucro en la educación: ¡Ningún peso a los bancos!
Pero también, para asegurar que sea efectivamente un derecho social, debe generarse una ampliación generalizada de las matrículas (y por tanto, la contratación y formación de más docentes y funcionarios, y más campus en ciudades) y establecerse el acceso irrestricto (No más PAES ni pruebas estandarizadas) a estas universidades estatales y totalmente gratuitas, para que no queden más estudiantes obligados a caer en las garras de las universidades privadas. Y para lograr esto, implica mucho dinero. Dinero que existe, y que, por ejemplo, se lo llevan las grandes transnacionales que explotan el cobre y el litio. La educación pública debe ser financiada a través de la nacionalización de los recursos naturales.
A la par, no basta pensar una Universidad solo desde su financiamiento. Es urgente democratizarla, para orientarla hacia los verdaderos problemas de la población. Por ejemplo, la Universidad de Calama debería no solo tener carreras técnicas, sino carreras que relacionadas a los verdaderos problemas de la población: carreras científicas, para buscar solucionar el grave problema de contaminación en la región, especialmente en Calama; Asimismo, fortalecer las carreras de salud, pues hasta el año pasado habían 1.160 cirugías y 10 mil consultas de especialistas pendientes en la comuna de Calama. También carreras humanistas para fomentar el arte y la cultura, el pensamiento crítico y las pedagogías.
Pero, ¿Cómo podemos decidir sobre la universidad que queremos? Actualmente, en las universidades rige una “democracia” completamente censitaria: Las autoridades son elegidas principalmente por un sector de académicos y no por el conjunto de la comunidad educativa. Las rige una junta Directiva, donde los estudiantes y la comunidad no tenemos nada que decir. 3 personas son elegidas por el Presidente de la República, 3 son Graduados distinguidos nombrados por el Consejo Académico y 3 son Académicos escogidos por el Consejo Académico. Curiosamente, una de los graduados distinguidos es Olga Alfaro Toledo quien en 2021 asumió el cargo de Gerente General de Operaciones Cátodos para Minera Escondida, y se desarrollado en diferentes roles, de superintendencias y gerencias en, por ejemplo, Antofagasta Minerals. Es decir, las grandes transnacionales diciden sobre una Universidad pública y quienes somos parte de su comunidad no.
Implica una amplia forma de organización a través de los métodos de la democracia directa, donde estudiantes, funcionarios y académicos puedan votar y remover a sus delegados, y que éstos puedan llevar la voz de las bases a claustros triestamentales, pero también colegiados, en donde se llevan adelante las decisiones de las mayorías. En otras palabras, que el poder de decisión se encuentre en las bases, y no en las cúpulas del rector, empresarios y personajes de confianza del gobierno de turno.
Es necesario que las autoridades de la Universidad, es decir, rectores, decanos, directores de departamento y jefes de carrera sean elegidos por la comunidad universitaria en su conjunto. Asimismo, los consejos de carrera, de facultad y consejos directivos deben estar compuestos por igualdad de números entre todos los estamentos, estos son, funcionarios, docentes y estudiantes. Todos con derecho a voz y voto. Y que nuestro voto valga lo mismo ¡Una persona, un voto!
La existencia del cogobierno implica que cada uno de los integrantes de la universidad cuestionen el rumbo de la casa de estudios en la que se encuentran, es decir, la función de sus carreras, su enseñanza y que rol juega la institución dentro de la sociedad, entre otras cosas.
Para conquistar todo esto, es necesario no confiar en los mismos de siempre. Por un lado, en la ex Nueva Mayoría, que buscaron tomar nuestras demandas como la gratuidad y la transformaron en una beca, o el cogobierno triestamental para transformarlo en una democracia censitaria y sin participación del conjunto de la comunidad educativa. Pero tampoco en aquellos que hoy están en el Gobierno, que alimentaron las ilusiones de miles con el fin al CAE y cuyo proyecto, a 3 años de gobierno, aún está dormido. También, porque es detrás de este Gobierno, se esconden todos aquellos perpetuaron el lucro y el negocio educativo, desde el Partido Socialista hasta la Democracia Cristiana. Solo confiando en nuestra organización y fuerza, en unidad con otros sectores, podremos luchar para conquistar este derecho.