La seguidilla de movimientos que empezó el 16 de julio tiene epicentro en Sauzal Bonito, localidad rodeada por una franja de áreas de explotación de hidrocarburos donde se aplica el fracking. La situación podría empeorar por el uso de paquetes tecnológicos más agresivos y el aumento de la explotación masiva. Daños, derrumbes y miedo en la población, el reverso de la prometida sismicidad 0.
Miércoles 28 de julio de 2021 11:44
Desde que llegaron los equipos de fracking a la norpatagonia la tierra se mueve como sacándose de encima esas moles de hierro que, con potentes motores, inyectan millones de litros de agua, miles de litros de químicos y varios miles de toneladas de arena de sílice por pozo. Aunque la tierra tiembla, la mayoría de las empresas sigue fracturando. Salvo algunas, como Shell, que pone pausa a sus operaciones por un tiempo y luego vuelve a la carga. A menos de una década de la campaña publicitaria de YPF que aseguraba sismicidad cero, la realidad en Vaca Muerta es otra e insoslayable.
La población de la zona pasó de escuchar el discurso esperanzador de trabajo y desarrollo a vivir con sobresaltos. Y así lo demuestran en los mensajes que envían.
- “Se me movió toda la casa y el techo, como que la sacudieron”.
- “Fue muy fuerte, es imposible vivir así, me costó mucho poder escribir el mensaje”.
- “Se movieron todas las paredes”.
- “El miedo nadie te lo saca, esto es muy feo”.
Los relatos de vecinos y vecinas de Sauzal Bonito, la localidad nacida a orillas del río Neuquén, dan cuenta de lo que implica la actividad petrolera en Vaca Muerta para la población. Las 300 familias del lugar viven angustiadas por temor a los derrumbes. Cuentan que han tenido que salir de la cama corriendo, agarrar a sus hijes e irse al patio en plena oscuridad y con temperaturas bajo cero.
Sauzal Bonito está en el epicentro de la última seguidilla de movimientos que empezó el 16 de julio y a la fecha registra 60 sismos de diferente magnitud. El pueblo está rodeado por las áreas Fortín de Piedra, de Tecpetrol; La Calera, de Pluspetrol; Rincón del Mangrullo y La Ribera, de YPF; Aguada Pichana Oeste, de PAE; Aguada Pichana Este, de Total Energies; y El Mangrullo, de Pampa Energía. Algunas de estas áreas de hidrocarburos no convencionales están en etapas masivas de perforación y fractura, otras están saliendo de la fase de exploración.
Las consecuencias del fracking son considerables para un proyecto que todavía está emergiendo: según el gobierno de Neuquén, solo el 6 % de las 34 áreas concesionadas está en explotación. Y a pesar de su bajo desarrollo, en la actualidad, Vaca Muerta representa el 30 % de la extracción de crudo y el 45 % de gas -shale y tight- a nivel nacional. La apuesta fuerte de los distintos gobiernos llegó de la mano de políticas públicas de incentivos millonarios que se tradujeron en una mayor cantidad de equipos perforando y fracturando en los alrededores de Añelo y Sauzal Bonito.
Tras la migración de fondos del mundo financiero a las energías verdes, las compañías de fracking en Norteamérica comenzaron a potenciar nuevos paquetes tecnológicos para bajar costos. El fracturamiento simultáneo de pozos es una de las estrategias para tal fin y la empresa YPF está realizando pruebas en el área Rincón del Mangrullo de la mano de Halliburton, una de las grandes empresas de servicios. El PAD 33, donde realizan las pruebas, está en la margen norte del río Neuquén, a pocos kilómetros de Sauzal Bonito.
Para Javier Grosso, geógrafo y docente de la Universidad Nacional del Comahue, “los experimentos que hace Halliburton con fracturas simultáneas están muy cercanos al epicentro de los sismos. El 20 de julio a las 12.30 hs hubo un sismo que está localizado casi en la locación. La correlación espacial y temporal está más que clara, por eso es urgente la necesidad de pedir a las empresas, sean de fractura u operadoras, información sobre la cantidad de fracturas, horarios y días en que las realizaron, para establecer con mayor precisión la relación. Pero esa información no la dan, hay acuerdo de confidencialidad”. Según Grosso es como un déjà vu: “42 sismos en tres días en la localidad de Sauzal Bonito es un episodio que se repite, que ya ocurrió en enero de 2019 con 36 sismos en menos de dos días”. La composición de los escenarios de ambos sucesos es la misma: muchos equipos trabajando generan una cantidad de movimientos tectónicos que afectan a las poblaciones cercanas a las locaciones donde hacen fracking, las viviendas se dañan, la gente entra en pánico, el Estado provincial y las empresas se mantienen básicamente en silencio. Tras el enjambre sísmico de 2019, a cuatro familias les debieron construir viviendas ante el peligro de derrumbe de las que habitaban.
En noviembre de 2014 Sebastián Correa Otto y su equipo de investigación del Instituto Geofísico Sismológico de la Universidad de San Juan instalaron once sismógrafos para realizar el estudio Sismicidad en la cuenca Neuquina, monitoreo de la actividad de fracking en la formación Vaca Muerta. Tomaron datos hasta julio del 2016 con el objetivo de evaluar la sismicidad base en la región de Añelo para determinar la posible actividad neotectónica -movimientos geológicos- y también la sismicidad asociada a la inyección de fluidos por parte de la actividad hidrocarburífera. El 19 de noviembre de 2015 registraron un sismo de 4.2 grados ocurrido al sur oeste de Añelo y determinaron que sucedió sobre la falla Dorsal Huincul. La conclusión preliminar fue que “son reactivaciones tectónicas de la dorsal de Huincul debido a los esfuerzos compresivos del margen activo de subducción controlados por la estructura compleja de la dorsal; o posible reactivación de una falla antigua debido a la actividad de fracturamiento hidráulico y la inyección de fluidos en la zona”. Recientemente Correa Otto declaró en La Mañana de Neuquén que hay relación directa entre la actividad y los sismos, además explicó que hay lugares que no se pueden fracturar, porque se pueden afectar infraestructuras preexistentes y, sobre todo, se puede alterar la vida de pueblos como Sauzal Bonito.
Por su parte Andrés Folguera, doctor en Ciencias Geológicas, investigador Principal CONICET y profesor de la Universidad de Buenos Aires, explicó a Canal abierto que “la actividad del fracking en cualquier lugar se sabe que está relacionada a la inducción de terremotos, y eso no debería sorprender a nadie”. Una de las preocupaciones inmediatas que sugiere el científico es la falta de una cultura antisísmica en la provincia de Neuquén, tanto en las construcciones sismorresistentes como en la educación de la población ante estos eventos. A su vez, advirtió que “no se puede descartar la posibilidad de que aumenten estos movimientos, como ya se registró en otros lugares donde se realiza el fracking con terremotos de entre 6 y 7 puntos”, refiriéndose a zonas de explotación en Estados Unidos.
Este año, antes de la última seguidilla de movimientos, la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), junto a la comunidad mapuce Wirkaleo y pobladores de Sauzal Bonito presentaron un amparo judicial. Santiago Cané es parte del equipo jurídico que impulsa la medida y, consultado por OPSur, explicó: “El objetivo del amparo es que se determinen medidas adecuadas para que el fracking no provoque sismos, o sea, que no haya sismicidad inducida tanto por la fractura como por pozos sumideros”. Producto de la evidencia, señaló que “el Estado debería suspender las actividades, prohibir que se sigan haciendo inyecciones en sumideros y hacer el estudio que estamos pidiendo para tomar las medidas necesarias para que no ocurran sismos”.
Vivir con miedo
A diferencia del enjambre sísmico del 2019, ahora los habitantes no tienen dudas, las petroleras son las responsables. Mabel es una vecina de Sauzal Bonito y su preocupación es cómo esta situación afecta a les niñes. “La sensación es muy fea, vivimos con estrés, cuando pasan los sismos quedás como mareada, con dolor de cabeza, te baja la presión, y a los niños también. Incluso ellos lo perciben antes que nosotros y viven con miedo, cuando tiembla salen corriendo para la calle. Esto es todo debido al fracking, aunque las petroleras no lo quieren reconocer y la Provincia tampoco”.
Adrián es otro vecino afectado, asegura que desde 2019 no se registraban tantos movimientos en pocos días, “durante todo el parate de las empresas no hubo movimientos”, señala en relación a la pausa que impuso la pandemia en 2020, e ironiza: “naturaleza sabia, no tembló mientras no estaban las empresas”. También comenta que hasta el momento el gobierno de la provincia solo fue a relevar daños en viviendas: “En 2019, cuando pasó similar, vinieron con un yeso que ponían en las grietas de las paredes como testigo para ver si se seguían rompiendo. No quedó ninguno con todos los movimientos”. Para Adrián el desamparo se refleja en que desde la Provincia no les dan información, “nos enteramos gracias a la información que nos mandan desde Chile y periodistas que siguen el tema. Gracias a eso se sabe y la provincia tuvo que venir, sino ni se enteran”.
A Inés le indigna que las empresas hayan traído más sufrimientos que alegrías. “Las empresas que están produciendo esto no van a dejar de trabajar pero deberían, al menos, ayudar un poco a la gente a tener una mejor calidad de vida, y no que se lleven todo y no dejen nada. Nosotros, acá, estamos rodeados de pozos de gas, pero no tenemos en nuestras casas, nos calefaccionamos con leña y cocinamos con garrafas. Tenemos que salir a buscar leña y habemos gente grande ya para eso”, relata con pesar. “Nosotros necesitamos el gas, necesitamos que dejen algo, que hagan algo por nuestro pueblo. Queremos que se entere todo el país y las autoridades nacionales lo que estamos padeciendo, nuestro lugar era una maravilla, era pacífico”, subraya Inés.
Además de los daños en las viviendas, el desmoronamiento de rocas pasó a ser un problema cotidiano para la población a causa de los sismos. Néstor Moreno es un campesino que vive en la margen sur del lago Mari Menuco, en octubre del 2020 estaba almorzando con su familia cuando sintió dos movimientos fuertes consecutivos. Según el reporte de Red Geocientifica se trató de un sismo de 4.3 ML y tuvo percepción en varias localidades de la zona. “Después de eso tuvimos este desprendimiento”, dice Néstor y señala las rocas acumuladas al borde de un acantilado. “Han quedado debajo unas ovejas que seguro estaban sombreando”, señala. Además de los riesgos que estas situaciones representan para los pobladores, el geógrafo Javier Grosso advierte que durante las épocas de verano, los acantilados son refugio de bañistas y pescadores que asisten al lago e intentan ponerse a resguardo del sol. En 2020 el desprendimiento de una roca de gran dimensión le aplastó la pierna a una joven. Un año después pescadores lograron captar con las cámaras de sus teléfonos el derrumbe de uno de los acantilados.
Susana vive en el ingreso a Sauzal Bonito, sus nietos solían jugar al pie de las bardas, donde se acumulan rocas, pero desde que comenzaron los movimientos tuvieron que dejar de hacerlo o estar siempre acompañados de adultos. Al igual que Néstor, dice que en noviembre de 2020 se produjeron desprendimientos.
La situación de Sauzal Bonito puso de manifiesto la poca transparencia de las políticas públicas en el abordaje de puntos críticos del desarrollo de Vaca Muerta y el fracking. El gobierno neuquino podría (y es su obligación) garantizar un fácil acceso a la información pública, tomar medidas inmediatas para frenar los movimientos e impactos y brindar asistencia a la población afectada. Pero no muestra intenciones de avanzar en ese sentido. La postura es la defensa de Vaca Muerta sin fisuras.
Artículo publicado originalmente en Observatorio Petrolero Sur