En las puertas de una crisis política, la Gobernadora envió a Joaquín de la Torre a ocuparse de la situación tras las muertes en el recital del Indio Solari. Su camaleónica carrera y su nostalgia de la dictadura.
Lunes 13 de marzo de 2017 16:33
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Es el tema más triste y debatido de los últimos días. El recital del Indio Solari en Olavarría dejó la muerte de, por lo menos, dos personas y una innumerable cantidad de heridos. Pero también una crisis política para el intendente del PRO Ezequiel Galli, tras conocerse su responsabilidad en la organización de un espectáculo que recaudó millones de pesos arriesgando la vida de miles de jóvenes.
Galli está muy comprometido tras la divulgación de un documento que comprueba sus gestiones para la realización del recital. Por eso María Eugenia Vidal envió a Olavarría a uno de sus hombres “fuertes” para operar en el lugar de los hechos.
No es casualidad que se trate de Joaquín de la Torre. El ministro de Gobierno es muy cercano a Galli, a quién visitó el 18 de febrero cuando ya se estaba montando el lugar donde sería el trágico recital.
Pero lo más notable del enviado de Vidal es su pasado. Elegido como intendente de San Miguel por el Frente para la Victoria, tras la buena elección de Sergio Massa en 2013 se convertiría en uno de los intendentes del Frente Renovador. Pero no duraría mucho.
Aunque sonaba como ministro de Seguridad de un eventual gobierno de Massa, poco después del triunfo de Cambiemos De la Torre se haría en un ferviente macrista. Por eso decidió pedir su licencia como intendente en agosto de 2016 para convertirse en Ministro de Gobierno de María Eugenia Vidal.
A De la Torre le cabe aquella frase que acuñó el sindicalista Oscar Lescano: “si nosotros siempre fuimos oficialistas”.
El “oficialismo” del ministro de Vidal, sin embargo, tiene un antecedente mucho más oscuro. Fue firmante de una solicitada de apoyo al gobierno más brutal de nuestra historia. El que encabezó Jorge Rafael Videla.
Cómo se difundió hace unos años, De la Torre fue uno de los firmantes de la carta que, en 1989, expresaba “nuestro reconocimiento y solidaridad a la totalidad de las Fuerzas Armadas de Seguridad y Policiales que defendieron a la Nación en la guerra desatada por la agresión subversiva y derrotaron a las organizaciones terroristas que pretendieron imponernos un régimen marxista”.
Quizá aquella brutal confesión, que De la Torre jamás negó, fue la que lo acercó al excarapintada Aldo Rico. Aunque fueron muchas veces rivales en las urnas, cobijaron una buena relación, que se tradujo incluso en el nombramiento de familiares de Rico por parte del entonces intendente de San Miguel.
En su distrito De la Torre siempre ha gobernado con mano dura contra los jóvenes y los sectores más pobres. Ha recibido denuncias de organismos de derechos humanos y organizaciones sociales por el accionar de funcionarios municipales que actúan en común con la Gendarmería Nacional, la Policía Bonaerense y también con las policías locales.
De hecho, fue uno de los intendentes que se opuso al proyecto de Daniel Scioli de policías locales y llegó a crear una propia criticada por la oposición por sus numerosas irregularidades. Con esas iniciativas logró una fuerte militarización del municipio.
Pero no hace falta hurgar mucho. De la Torre siempre se encarga de hacer notar sus ideas políticas. Por eso pocos se sorprendieron cuando, tras las polémicas declaraciones de Juan José Gómez Centurión negando el genocidio, el ministro de Vidal solicitó el nombramiento del hijo del titular de Aduana como subsecretario de Asuntos Metropolitanos e Interjurisdiccionales del Ministerio de Gobierno de la Provincia.
Con esos antecedentes y su visión sobre la juventud, la elección de Vidal no es casual. Un “duro” que seguramente intentará “salvar” las responsabilidades del Estado y apuntar contra los miles de jóvenes que en Olavarría querían divertirse.