¿Es realmente beneficioso el teletrabajo? Trabajadoras y trabajadores de las telecomunicaciones nos cuentan su experiencia con esta modalidad trabajando para Telefónica (Movistar) y Telecom (Cablevisión-Personal).
Domingo 26 de abril de 2020 15:53
Teletrabajo en Telecom y Movistar: los trabajadores cuentan la verdad - YouTube
Para gran parte de quienes trabajamos en telecomunicaciones, el teletrabajo o home-office no es algo nuevo.
En el 2008, en el marco de la adhesión al PROPET (Programa Piloto de Seguimiento y Promoción del Teletrabajo en Empresas Privadas), impulsado en aquel momento por el Ministerio de Trabajo a cargo de Carlos Tomada, Telecom firmó un acta con el sindicato Foetra para establecer una regulación al teletrabajo.
El límite del programa lanzado por el Ministerio de Trabajo en aquel entonces fue que era un programa de adhesión voluntaria, no solo para los trabajadores sino para los empleadores. Por esto, por ejemplo, Telefónica (hoy Movistar) aplicó la modalidad de teletrabajo sin ningún tipo de regulación, sin que ni sindicato ni ministerio lo impidieran. Y de hecho lo sigue haciendo al día de hoy desde hace más de diez años.
En el acta firmada por Telecom se establecían ciertas normas, como por ejemplo que sólo se podría hacer un mínimo de dos y un máximo de tres días semanales de teletrabajo, que la empresa debería proveer a los trabajadores de elementos de trabajo y seguridad (conectividad, equipamiento informático, matafuegos, botiquín de primeros auxilios y manual de recomendaciones en materia de higiene y seguridad laboral).
Por otra parte, la empresa también era responsable de proveer de escritorio, apoyapiés, padmouse y silla con las condiciones ergonométricas requeridas, además de hacer un relevamiento de las condiciones lumínicas y de espacio adecuados para la tarea.
A su vez, los cargos y mantenimiento de la conexión eran responsabilidad de la empresa, que además debía pagar una suma compensatoria por los mayores gastos derivados del uso proporcional de energía y demás servicios.
Cuando Telecom se fusionó con Cablevisión, luego de años de mantener esta en una importante parte de su planta, decidió de golpe quitar la opción de teletrabajo. Esto causó enormes problemas ya que muchas trabajadoras y trabajadores tenían su vida organizada alrededor del teletrabajo y hasta hubo trabajadores que tuvieron que renunciar por no poder acomodarse en tan poco tiempo a la vuelta a la oficina todos los días.
Otros sectores, como los call centers, jamás tuvieron la posibilidad de teletrabajar, ya que se les informaba que no era compatible con el tipo de trabajo que realizaban. Sin embargo, hoy, pandemia y aislamiento social obligatorio de por medio, parece que no hay ningún impedimento para que todo el mundo trabaje desde casa. Si antes era un trabajo insalubre, con teletrabajo peor. El mal funcionamiento de los sistemas y la pésima calidad de sonido en las llamadas hace intolerable la tarea. Y a eso sumarle la bronca e impotencia de la gente que ve aumentos en sus facturas.
En este contexto, recibimos el testimonio de seis trabajadoras administrativas y de call center, de Telecom y Movistar, que están haciendo teletrabajo.
Los trabajadores pagamos lo que los empresarios se ahorran
¿Reglamentación? Bien gracias. Ambas compañías están utilizando esta modalidad por fuera totalmente de cualquier tipo de regulación. En muchos casos, trabajadores utilizan sus propias computadoras personales. No se envió ni escritorio, ni silla, ni padmouse, ni apoyapiés, lo que hace que muchos trabajemos como podemos en los espacios reducidos que tenemos en nuestros hogares, rompiéndonos el cuerpo, viviendo con contracturas y dolores hace más de un mes.
Además, no se nos paga un centavo de los servicios de internet y/o teléfono que estamos utilizando para trabajar y que le pagamos nosotros a la propia empresa y en este caso nuestra patronal.
Mientras las empresas ganan más que nunca por el aumento enorme del tráfico de datos y voz que genera la propia cuarentena (millones trabajando desde sus casas conectados a internet, hablando por teléfono con sus amigos y familias ante la imposibilidad de verse cara a cara, etc.) les trabajadores les tenemos que pagar el consumo de internet que usamos para trabajar para ellos. Insólito. Y como si eso fuera poco, aumentan los abonos en plena crisis sanitaria y económica, obligando a muchas familias a dar de baja el servicio y quedarse incomunicadas por no poder pagar y tener que priorizar llevar el pan a la mesa todos los días.
Se ahorran la energía y todos los gastos que habitualmente tienen en sus oficinas (no solo la luz; se ahorran hasta el papel higiénico de los baños). Aumentan las tarifas. El consumo de sus servicios por parte de la población es infinitamente superior. Son las grandes ganadoras de esta crisis.
¿No es hora de terminar con el robo de las privatizadas? ¿E ir a una salida de fondo, discutiendo la renacionalización de las empresas de servicios públicos bajo gestión de trabajadores y junto con comité de usuarios? Esto sólo es posible si las telecomunicaciones no están sujetas al lucro empresarial y se ponen a disposición de las necesidades de las mayorías populares.
Doble jornada laboral en casa
Muchas trabajadoras de las telecomunicaciones son madres, viven solas con sus hijes o con sus parejas que también están trabajando dentro o fuera de sus casas. Muchas de ellas son obligadas a trabajar igual desde sus hogares, no respetando la licencia paga que les corresponde por decreto. Muchas otras son presionadas para que empiecen a realizar teletrabajo.
Tienen que ocuparse de trabajar y al mismo tiempo cuidar de sus hijos, ayudarlos con las tareas del colegio y realizar las tareas domésticas, las cuales son indispensables y sin ningún tipo de remuneración. Esta doble jornada, que ya existía antes de la cuarentena, hoy empeora sobrecargando jornadas interminables para la mayoría de las mujeres, que según un estudio de este año del Indec], son quienes en su mayoría realizan las tareas del hogar.
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Se escucha mucho hablar de los “beneficios” del teletrabajo, pero habría que pensar realmente para quién es un beneficio. ¿Para las trabajadoras y trabajadores? ¿O para los empresarios?
¿El teletrabajo “llegó para quedarse”?
Es muy posible que esa sea la idea de los empresarios. El teletrabajo golpea sobre los vínculos y la solidaridad entre trabajadores, propiciando una relación más individual frente a la patronal y limitando la posibilidad de organización para la defensa de los derechos laborales.
En un contexto de crisis económica, social y sanitaria en el que empresarios aprovechan para imponer una reforma laboral en los hechos con despidos, suspensiones y rebajas salariales, está claro que mantener aislados y lo menos organizados posibles a las trabajadoras y trabajadores que somos quienes movemos el país, es una buena opción para los empresarios y los gobiernos de turno.
Las empresas acá y en el mundo entero, siempre defienden sus intereses. En tiempos de crisis, en emergencias o catástrofes, buscan aún más la defensa de sus ganancias, porque se mueven en función de su lucro individual e irracional y sobre esta base van a intentar avanzar en todo lo que puedan.
Sin embargo, no pueden arrasar con todo sin encontrar resistencias. Son diversos los ejemplos de organización que se están desarrollando, como el del frigorífico Penta que pelean por sus puestos de trabajo, o el de los jóvenes precarizados de las cadenas de comida rápida, las acciones solidarias de docentes que se pusieron al frente del reparto de las comidas en las escuelas mientras denuncian que los gobiernos dan alimentos que solo empeoran la salud de niñas y niños de los sectores populares, o de las y los trabajadores aeronáuticos que conformaron una comisión de higiene y seguridad y lograron que se retroceda con el despido de dos de sus trabajadores.
Lo que pone en discusión más profundamente esta pandemia es ¿qué intereses se van a privilegiar? ¿Los del pueblo trabajador o los de los dueños del país? Para que no haya que elegir “entre 100.000 muertos y un 10% más de pobres”, como afirmó el presidente Alberto Fernández, se hace imprescindible tomar medidas de emergencia, entre ellas el subsidio de $30.000 para todos los desocupados, monotributistas y trabajadores no registrados, en base al impuesto a las grandes fortunas de los empresarios más ricos, los cuales muchos se vieron beneficiados en base a subsidios o la estatización de sus deudas o con las privatizaciones como es el caso de las telefónicas, además de la explotación de sus trabajadores. Y hacer efectiva la prohibición de despidos, suspensiones y rebajas salariales, o el cese del pago de la deuda externa; y la necesaria centralización del sistema de salud, bajo control de sus trabajadores.
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Foetra, Satasaid y todos los sindicatos tienen que tomar esta demanda en sus manos, sabiendo que está abierta una pelea más de fondo por quién paga los costos de esta crisis, para la que hay que prepararse desde ahora organizando comisiones de higiene y seguridad entre trabajadores efectivos y tercerizados, los que más en riesgo están, porque nuestra salud vale más que los millones que estas empresas ganan y no la va a cuidar nadie más que nosotras y nosotros mismos.