La alianza Cambiemos ha elegido al pueblo mapuche como centro de su ensañamiento represivo. Y esto no quiere decir que sean solo los mapuches los únicos destinatarios de sus ataques, pero sí que evidentemente hay un plan en marcha desde hace ya bastante tiempo.
Viernes 8 de diciembre de 2017 14:12
Un crimen de Estado que revela una represión planificada
El crimen de Estado de Santiago Maldonado puso al descubierto que el Gobierno viene operando en el sur en el sentido de profundizar reprimir el conflicto social y de criminalizar a los mapuches que luchan por la recuperación de sus tierras ancestrales. Todo en beneficio de Benetton y Joe Lewis, el amigo de Mauricio Macri.
Para justificar el asesinato y la persecución a los mapuches el Gobierno apela a la vieja estrategia de deslegitimar y estigmatizar a las víctimas, además de construir un enemigo interno con ribetes fantásticos que solo puede tener crédito en un sector social visceralmente reaccionario. Aunque no por eso necesariamente minoritario. Pero seguro que tampoco mayoritario.
Dominación y violencia estatal
Todo Estado se funda en la violencia decía Trotsky, y todo Estado se reserva el monopolio de la fuerza física y militar con el fin de asegurar la dominación de una clase. Específicamente todo estado capitalista debe asegurar la fuente material del poder de su clase dominante, es decir la propiedad privada, particularmente la de los medios de producción. El Estado burgués, forma política de la dominación, es entonces el garante de la desigualdad.
Para sostener el encantamiento de la democracia burguesa, el péndulo entre consenso y represión oscila según las correlaciones de fuerza del campo de la lucha social, política e ideológica. Si el Estado elige reprimir es porque ha tomado la decisión política de ir por ese camino. En ese caso, lograr un amplio consenso requiere una acción mancomunada de todos los aparatos de dominación, en especial los llamados medios de comunicación o de formación de opinión.
¿Qué más hay detrás de la persecución a los mapuches?
Hasta aquí nada demasiado novedoso. Entonces ¿por qué descargar una represión salvaje sobre un sector social que, aparentemente, no estaría en condiciones de poner en jaque ningún pilar de esa dominación de clase?
Cierto que este gobierno hace del pragmatismo un método, y también es cierto que las tierras del sur en disputa han cobrado un valor estratégico y material incalculable. Pero no alcanza para explicar una accionar represivo que se ha cobrado la vida de dos jóvenes en pocos meses.
El ARA San Juan, las FF.AA y un desprestigio social inconmensurable
El desprestigio de las FF.AA parecería de una dureza granítica que, por ahora, la clase dominante no logra revertir, a pesar de sus esfuerzos de larga data.
El opaco episodio del submarino perdido con 44 tripulantes a bordo no le alcanzó al gobierno para lavar la imagen de los militares tratando de “héroes” y “patriotas” a los tripulantes ahora ya dados por muertos.
Muy por el contrario, el corolario fatal de la “gesta” secreta del ARA San Juan, sumado a la indolencia, impericia, desconcierto y falsedad con que han actuado todos los responsables, incluyendo al Presidente y su ministro “el mudo” Aguad, profundiza el repudio de gran parte de la sociedad hacia esas fuerzas armadas que causaron un genocidio a pedido y que torturaron a sus propios soldados en la única guerra convencional que pelaron y perdieron.
Junto con el submarino parecería que también bajo el mar quedará por mucho tiempo sepultada la idea de rehabilitar a las FF.AA para intervenir en el conflicto interno.
Las fuerzas de Bullrich se entrenan para relevar a las FF.AA en la represión interna
El proceso iniciado por el kirchnerismo con la gendarmería carancho de Berni hoy cobra otra dimensión y un marcado aceleramiento estratégico.
Se trata entonces de un ensayo que prefigura un escenario de mayor conflictividad social, donde el gobierno se prepara para pasar de una represión localizada y selectiva a una de carácter más abierta y generalizada.
Estos ejercicios de guerra “de baja intensidad” son parte de la puesta a punto y del entrenamiento de campo de las cuatro fuerzas federales conducidas por la ministra Bullrich. Por eso la rotación de estas fuerzas en los distintos escenarios patagónicos.