Peronismo y macrismo comparten una agenda reaccionaria que busca asociar a los inmigrantes con la llamada “inseguridad”. Desde la izquierda repudiaron esos discursos.
Jueves 1ro de noviembre de 2018
La llamada “doctrina Pichetto” suma adherentes por estas horas. El discurso reaccionario que busca culpabilizar a los inmigrantes pobres de diversos delitos crece y se hace trasversal. El senador rionegrino, que ofició por más de una década de líder legislativo del kirchnerismo, impone agenda a derecha. La crisis social y económica obliga a buscar eventuales chivos expiatorios. Con ese objetivo se construye el discurso.
Este jueves le tocó el turno al presidente de la nación. El lugar elegido para hablar en contra de los inmigrantes fue la localidad de Río Cuarto, Córdoba. Allí Mauricio Macri se sumó a quienes piden discutir “el manejo de lo migratorio”.
Al titular del Poder Ejecutivo no le tiembla el pulso a la hora de impulsar medidas abiertamente favorables al gran capital extranjero. El acuerdo con el FMI y el Presupuesto 2019 están allí para demostrarlo. Se jacta, además, de su amistad con el magnate británico Joe Lewis, hombre ampliamente cuestionado por la apropiación ilegal de los territorios aledaños a Lago Escondido.
En la jerarquía política de macristas y peronistas, hay extranjeros de primera y extranjeros de cuarta categoría. Para los primeros se blindará la Ciudad de Buenos Aires dentro de poco menos de un mes, cuando se reúna la Cumbre del G20. Una verdadera ocupación policial-militar para “cuidar” a quienes ofician de dueños del mundo. En cambio, los inmigrantes pobres son víctimas de persecución y discursos discriminatorios.
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En la coyuntura política, la nueva oleada de discursos xenófobos la inauguraron, hace poco más de una semana, el ministro del Interior y la titular de la cartera de Seguridad. Rogelio Frigerio y Patricia Bullrich atacaron abiertamente a las cuatro personas extranjeras detenidas durante la represión a quienes reclamaban contra la votación del Presupuesto.
Los datos que se conocieron posteriormente pusieron en evidencia la falsedad de las acusaciones. Por ejemplo, el joven turco Anil Baran denunció que fue detenido sin siquiera haber participado en la movilización. Una posterior campaña mediática del Grupo Clarín intentó torcer la vara contra él, sin poder demostrar nada. Macartismo del más berreta.
La xenofobia no resulta novedosa en el elenco oficialista. Atendiendo a su génesis ligada, entre otros, a empresarios y figurones de partidos de derecha, en más de una ocasión se ha despachado en ataques contra la población inmigrante. En febrero de este año, un grupo de diez diputados del interbloque Cambiemos presentó un proyecto para cobrar por la utilización de la salud y la educación pública a los extranjeros.
Uno de ellos fue el mendocino Luis Petri. Este miércoles por la noche, en el el programa A Dos Voces, la diputada porteña Myriam Bregman lo cruzó denunciando que "es una perversidad asociar inmigración a delito".
Xenofobia “nac&pop”
Un exaltado Sergio Berni visitó el miércoles por la noche los estudios del canal Todo Noticias. El hombre, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, fue vocero del ataque contra los inmigrantes “que delinquen”. En una escena lamentable terminó la noche a los gritos, maltratando a un abogado de origen haitiano que reclamaba contra el racismo en la Argentina. La imagen lo decía todo.
Berni ocupó, por un lapso de tres años, el segundo lugar en el Ministerio de Seguridad de la Nación. En los últimos años del ciclo kirchnerista fue el protagonista destacado de múltiples represiones contra sectores que reclamaban por sus derechos o trabajadores que defendían sus puestos de trabajo. Su sola imagen pone al desnudo lo falso del discurso que decía que el kirchnerismo “no reprimía la protesta social”. El ahora senador provincial de Unidad Ciudadana reivindicó, sin timidez alguna, su labor.
Desde la izquierda, fue el diputado nacional Nicolás del Caño (PTS-FIT) uno de los encargados de recordar ese accionar represivo del ex funcionario kirchnerista.
Asco el racismo de Berni. El secretario de seguridad del gobierno "progre" que cuenta con orgullo haber desalojado más de 2000 mil piquetes, cortes de ruta, y ocupaciones de tierras de familias humildes a las que llegó a destruirles con topadoras sus precarias casillas. https://t.co/nOJYZaMZyL
— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) 1 de noviembre de 2018
Durante gran parte de su ciclo político en el poder, el kirchnerismo presentó un discurso de apertura hacia la inmigración. El relato de la “patria grande latinoamericana” fue enarbolado en múltiples ocasiones. Sin embargo, vale la pena consignar que, en 12 años de gestión, los inmigrantes siguieron enormemente limitados en un derecho político tan básico como el del voto.
Un discurso con tono de ajuste
Este jueves, el presidente Macri también afirmó que había que modificar el sistema migratorio para protegerse “frente a otros que tienen otro tipo intenciones que nos complican la existencia a todos y le dan un enorme trabajo a la ministra Bullrich". A su lado la titular de la cartera de Seguridad asentía.
El discurso de demonización hacia la población extranjera es tan viejo como Estado-nación argentino. El gobierno de Macri no hace más que recuperar la política histórica de la clase capitalista argentina. Se trata de construir un chivo expiatorio al cual culpabilizar de los “males” que afectan al país. Poco importa que esto tenga fundamentos reales. De lo que se trata es de crear y recrear un discurso que divida a los trabajadores nativos de sus hermanos de clase bolivianos, paraguayos, venezolanos o brasileros, por citar ejemplos al azar. Los mismos partidos patronales que se arrodillan a besar los pies de Christine Lagarde gritan a viva voz cuando se trata de los inmigrantes que viven en la pobreza.
En 1902, con la Ley de Residencia impulsada por el escritor Miguel Cané, la la oligarquía gobernante sembró una tradición que fue seguida por radicales, peronistas y (ahora) macristas. La norma que sentenciaba, entre otras cosas, que se podía “expulsar del país a cualquier extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”, siguió vigente bajo Yrigoyen y Perón.
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El contexto político y social explica -y mucho- el retorno de ese discurso. Los aires bolsonaristas y trumpistas que recorren la región convergen con una política de fuerte ajuste, que ya se hace sentir en el cuerpo y los hogares del pueblo pobre. Bajo los dictados del Fondo Monetario Internacional se hunde al país en una aguda recesión. Se trata entonces de empujar "la responsabilidad" de la crisis hacia uno de los sectores más golpeados de la clase trabajadora.
Como resulta lógico, cuentan para esa política con la ayuda inestimable de la conducción burocrática de los sindicatos. En el ADN de esa burocracia está el macartismo que ataca “lo foráneo”, “lo extranjerizante” o “los troskos”. Esa casta de dirigentes millonarios no representa -ni podría hacerlo- a los millones de hermanos trabajadores latinoamericanos y de otras latitudes que puedan el país.
Es imperioso enfrentar y denunciar abiertamente este discurso reaccionario. Este jueves, a instancias del diputado Del Caño -y con las firmas de Nathalia González Seligra, Romina Del Plá y Araceli Ferreyra (PPV) se presentó un proyecto en Diputados para repudiar la represión del pasado 24/10 y la campaña xenófoba de Cambiemos y el peronismo. Sería muy bueno que los bloques que hablan desde la defensa de las libertades democráticas sumen su apoyo.
Proyecto que presentamos en @DiputadosAR para repudiar la represión del 24 de octubre y rechazar la campaña xenófoba del Gobierno y Pichetto. pic.twitter.com/iAKDkGOh3n
— Nicolas del Caño (@NicolasdelCano) 2 de noviembre de 2018
Eduardo Castilla
Nació en Alta Gracia, Córdoba, en 1976. Veinte años después se sumó a las filas del Partido de Trabajadores Socialistas, donde sigue acumulando millas desde ese entonces. Es periodista y desde 2015 reside en la Ciudad de Buenos Aires, donde hace las veces de editor general de La Izquierda Diario.