Un relato que muestra la prepotencia y precarización de hoy.
Lunes 28 de marzo de 2022 15:54
"Ya tuviste vacaciones..."
Esa fue la respuesta de mi jefe al escucharme llegar al restorán donde trabajo haciendo delivery. Restorán muy conocido en San Fernando, por los años que tiene y por sus mozos tan simpáticos, que es lo único que puedo a llegar a rescatar.
Llegaba en el horario del turno del mediodía y me sentía apurado por la vorágine de aquella mañana: venía directo de hacer una changa donde tenía que repartir sobres por la capital.
Esa mañana había hecho la zona más conveniente para llegar a SanFer sin tantos problemas a pesar de un choque que hubo en la Panamericana.
Entonces, llegué al restorán diciendo que necesitaba vacaciones. Lo dije fuerte como todo lo que digo, para que me escuchen y vean mi esfuerzo para llegar a pagar la cuota de la moto 0 Km que tuve que comprarme para volver a trabajar ya que en octubre del 2021 me robaron la anterior, con la que empecé en este rubro.
"Ya tuviste vacaciones..." dijo el mismo jefe que me pedía que siguiera trabajando con el auto pero no quería aumentarme el sueldo, sabiendo que mi auto es a nafta y que chupa más que la Bullrich, corriendo el riesgo de que se me rompan los amortiguadores por las calles empedradas de San Fernando y sabiendo que me representaba un problema familiar acaparar el uso del auto.
Cuando escucho la respuesta de mi jefe me quedo mirándolo fijo y esperando una señal de gracia para que no me lo tome en serio pero nunca llegó. Lo estaba diciendo en serio.
Les cuento a ustedes cómo fueron mis "vacaciones": desocupado por haberme quedado sin vehículo para laburar, sin un mango, buscando trabajo de lo que sea y con la presión familiar de pagar mis cuentas, como la factura de celular, internet y Netflix. A pesar de todo lo adverso, mis amigos y mis compañeras donde milito me dieron una gran ayuda: haciendo rifas e invitándome a compartir comidas y cervezas sin pedirme un peso, pasando el 24 y 31 compartiendo lo poco que teníamos y lo mucho que nos queremos.
Dos meses sin trabajar, cada día que pasaba me sentía más agobiado y sabiendo que el trabajo que encontrara iba ser por tres meses o tercerizado y ni para agregar al CV me iba a servir. Ya con un grado avanzado de depresión, tomando pastillas para amortiguar tanta realidad, pude negociar con mi madre, con una mezcla de vergüenza y fortuna para que sacara un préstamo con el banco y sacar una moto para que siga trabajando, pagando cuotas que me comen más del 70% de mi sueldo actual en negro en el restorán.
Y así fue, me volvieron a llamar del restorán como si supieran que tenía moto nueva y además hago viajes por mi cuenta.
Voy a insistir con esa frase que me inundó de bronca.
Cuando mi jefe me dijo "YA TUVISTE VACACIONES" vi pasar en cámara lenta todos los momentos que tuve que fiarle al almacén, todos los cigarrillos convidados de mis amigos, todas las peleas que tuve con mi vieja por sacarle cigarrillos.
Le respondí:
"Sí eso fueron vacaciones, no dejaría nunca de trabajar."
Y la realidad es que es así, muy pocos tienen vacaciones pagas y tienen ese tiempo de ocio, la mayoría de los trabajadores no corremos con esa suerte. Yo tengo dos años para pagar una moto con la que genero una "ganancia" para pagar las cuotas, necesito vacaciones pero mi realidad no me permite tomármelas y mucho menos con lo precarizado que estoy. Y por eso no dejo de pensar que este sistema está caducado y en conserva. Que está hecho para que los patrones sigan exprimiendo a los jóvenes trabajadores al máximo y no podamos tener ni dos semanas de libertad.
No tenemos ni el derecho al descanso y nos quieren convencer de que tenemos que estar agradecidos por tener trabajo para subsistir en este sistema capitalista.
Cierto día más temprano que tarde cuando todos los trabajadores que estamos atados a esta situación tomemos las riendas de la historia contra este sistema vamos a obtener lo que nos merecemos: el derecho al descanso.