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Red Internacional
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CINE EN EUROPA ORIENTAL. Yugoslavia y el cine de Želimir Žilnik

La obra del director de cine yugoslavo/serbio Zelimir Zilnik se ha destacado por su crítica a la burocracia titoista tanto como por su denuncia a la barbarie capitalista. Actualmente se está proyectando una retrospectiva suya en la Sala Lugones del Teatro General San Martín.

Viernes 6 de abril de 2018 10:00

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Želimir Žilnik nació en un campo de concentración, en 1942, en las afueras de la ciudad serbia de Nis. Su país, Yugoslavia, se encontraba invadido por el nazi-fascismo y sus aliados. Sus padres, Milica Šuvaković y Konrad Žilnik, se habían sumado a las filas de los partisanos que enfrentaban, en las peores de las condiciones, tanto a los invasores como a los colaboracionistas locales (ustashas croatas, cetniks serbios, SS musulmanas, domobranci eslovenos, etc). Cuando Zilnik tenía tan solo 3 meses de vida, en el campo de concentración en el que se encontraba, hubo una fuga de prisioneros que se “cobraron” los nazis con el asesinato de decenas reclusos que no habían podido escapar. Entre ellos se encontraba Milica, la mamá de Zelimir. Dos años más tarde su papá, Konrad, fue hecho prisionero y torturado hasta la muerte por los cetniks (guerrilleros pro-monárquicos serbios anticomunistas).

La Guerra y el antifascismo del proletariado yugoslavo

La vida del notable realizador yugoslavo comenzó en la más profunda noche balcánica, cuando todos los países de la península del sureste europeo se encontraban bajo el dominio de Hitler, Mussolini y sus aliados autóctonos. Pero sin embargo en Yugoslavia el pueblo trabajador estaba dispuesto a luchar contra la barbarie del imperialismo fascista. El radical antifascismo de la clase obrera yugoslava se había dejado ver el 27 de marzo de 1941, cuando miles de trabajadores se manifestaron, en las principales ciudades del país, en contra de la adhesión al Pacto Tripartito(1) firmado por la monarquía yugoslava dos días antes. Ese día se hicieron famosas las pancartas en las que se leía “Bolje rat negó pakt” (“Mejor guerra que pacto”) y “Bolje grob negó rob” (Mejor una tumba que esclavo”).

El 6 de abril de 1941 los aviones de la Luftwaffe descargaron toneladas de bombas sobre Belgrado dando comienzo a la invasión. El ejército monárquico capituló luego de 11 días de nula resistencia. Claramente aquellos que 13 días antes del ataque habían intentado firmar la adhesión al Eje poco iban a hacer para defender el país. El Partido Comunista de Yugoslavia (PCY), “atado de manos” por su debida obediencia al estalinismo soviético, no se había decido a declarar la insurrección contra el invasor y sus colaboradores. El pacto Molotov-Ribbentrop, firmado en agosto de 1939, no permitía atacar a quien era un “aliado” de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Pero la Operación Barbarroja(2) , en junio de 1941, iba a liberar al PCY de esta incómoda situación, y el mismo día que las tropas alemanas invadían suelo soviético los comunistas yugoslavos declaraban la insurrección contra el invasor y sus colaboradores.

Entre el estalinismo y Truman: nace la nueva Yugoslavia

Derrotado el nazi-fascismo, sin ayuda de los aliados occidentales y la URSS, comenzó a existir Yugoslavia, como Estado obrero, a fines de 1945. Pero esto no era lo que habían acordado Churchill, Roosevelt y Stalin en las distintas cumbres (Teherán, Yalta y Potsdam) en donde habían decidido como dividirse el mundo en áreas de influencia una vez finalizada la guerra. A Yugoslavia debía volver el rey, exiliado en Londres, y tenía que continuar siendo un país capitalista. En las reuniones realizadas con Milovan Djilas(3) , Stalin le pedía al partisano yugoslavo que no “complicaran” las relaciones que la URSS tenía con Estados Unidos de América (EUA) y Gran Bretaña, que se “sacaran esa estrella roja que tanto molesta a nuestros aliados” y que dejaran volver al rey, que luego “iba a haber tiempo para clavarle un cuchillazo por la espalda”(4).

Pero esta “petición” de la burocracia soviética no iba a ser satisfecha debido a que las masas obreras y campesinas no estaban dispuestas a volver al pasado opresor de la monárquica serbia. Durante la “Lucha Antifascista de Liberación Nacional de Yugoslavia” (LALNY) los distintos pueblos y naciones habían luchado juntos contra los invasores y sus aliados locales. Fue una lucha de liberación nacional y guerra civil al mismo tiempo. Además, por el fundamental peso que tuvieron las masas, se terminó expropiando a la burguesía pero mucho antes de que esto sucediera en los países de Europa Central y Oriental, que habían sido liberados por el ejército rojo a fines de 1944 y principios de 1945, y que luego de pasar por las “repúblicas populares” iban a formar el glacis soviético.

La expropiación de la burguesía y la creación de un Estado obrero, la República Federativa Socialista de Yugoslavia en la cual Zilnik vivió salvo unos años en los que permaneció en Alemania Federal, no fue, como en la revolución rusa, la consecuencia del poder emanado de los consejos obreros, estudiantiles, campesinos, etc. Sin embargo la tremenda fuerza, obrera y campesina, que tuvo el movimiento de liberación nacional hizo posible que la dirigencia del PCY tuviera espaldas para negarse a aceptar la “indicación” estalinista del retorno del rey. Y más adelante, cuando los planes de Tito y el búlgaro Dimitrov(5) iban rumbo a la creación de una Confederación Comunista Balcánica (también iba a incluir a Albania, que era en los años inmediatamente posteriores a la guerra una suerte de anexo yugoslavo), circunstancia que provocó la expulsión de la Kominfor(6), la casta burocrática titoista en formación se pudo mantener por fuera de la órbita soviética debido a dos cuestiones: 1) el apoyo popular emanado de la lucha de liberación nacional y 2) el respaldo occidental. El presidente estadounidense Harry Truman sostuvo, en 1947, que una invasión soviética a Yugoslavia no iba a dejar inmóvil a los EUA. Al año siguiente Tito envió a Koca Popovic (jefe de la comandancia militar del ejército yugoslavo) a establecer contactos con el gobierno estadounidense. De estas conversaciones se obtuvo armamento, ayuda económica y apoyo militar, y el mismo año se firmó el Pacto de los Balcanes: una alianza militar entre Turquía, Grecia y Yugoslavia bajo el padrinazgo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Esta circunstancia iba a terminar intimidando a Stalin, y en última instancia: ¿Yugoslavia no debía ser zona de influencia occidental según lo acordado con sus aliados durante la guerra?

Consolidación de la casta dirigente

Luego de la ruptura con la URSS la dirigencia de Yugoslavia llevó adelante una importante purga. El país de los eslavos del sur no tuvo gulags pero sí una isla llamada Goli Otok (e inclusive hubo otra llamada Sveti Grgur reservada para mujeres) a donde iban a parar todos los presos políticos (estalinistas sobre todo, pero también los pro-monárquicos serbios y disidentes en general) hasta 1956, cuando se recompusieron las relaciones con Moscú debido a la muerte de Stalin y la llegada al poder de Nikita Krushev.

Luego de 10 años de existencia estatal ya estaba absolutamente consolidada la casta burocrática yugoslava. La policía política, UDBA (conocida así por sus siglas en serbo-croata), dirigida por el burócrata y nacionalista serbio Aleksandar Rankovic (discriminador y opresor de la nacionalidad albano-kosovar) no solo se encargó de perseguir a los criminales de guerra ustashas (por todo el mundo) sino que también fue la encargada de reprimir cualquier tipo de “desviación” política, ya fuera esta de tipo soviética, burguesa o trotskista.

A mediados de la década de 1950, Milovan Djilas, quien había sido uno de los líderes partisanos más destacados durante la Segunda Guerra Mundial fue mandado a prisión acusado de disidente. Sus constantes críticas a la dirigencia, que luego tomarían forma de libro con La Nueva Clase en 1957, denunciaban el surgimiento y consolidación de una casta de dirigentes: “que se tornaban en una "élite de burócratas" que aunque, no eran propietarios de los medios producción, sí aprovechaban la administración de éstos para proporcionarse privilegios y ventajas que estaban fuera del alcance del proletariado”(7).

¿En contra de la planificación soviética?: el socialismo de autogestión

A principios de la década de 1950, debido a la necesidad de legitimar ideológicamente la ruptura con la URSS, la dirigencia yugoslava llevó adelante una serie de reformas económicas y políticas a partir de las cuales se intentaba tomar distancia de la centralización política y la planificación económica del estalinismo soviético. Rápidamente este fenómeno fue denominado “socialismo de autogestión”. En los papeles, en cada establecimiento laboral debían implementarse mayores grados de democracia. Los puestos debían rotarse y las decisiones tomarse de forma colectiva. Sin embargo estas intenciones, planeadas desde “arriba”, nunca llegaron a tomar consistencia. Tito había impedido durante la revolución el desarrollo de la autoorganización de las masas, especialmente en las fábricas. Los únicos que podrían haber realizado una planificación democrática de la economía. Eso permitió que la casta dirigente no hiciera más que ir acumulando privilegios.

La desintegración: de Yugoslavia a Serbia

A principios de 1990 la RFSY comenzó a desintegrarse. De seis repúblicas surgieron 6 países y un protectorado de la OTAN(8), El nacionalismo separatista croata liderado por Franjo Tudjman, apoyado por la UE, la OTAN y el Vaticano, se enfrentó al nacionalismo hegemonista serbio cuya figura más sobresaliente fue Slobodan Milošević. Este enfrentamiento, que se vestía de la “defensa de la nación serbia” y “del derecho croata a ser independiente”, se debía al deseo de avanzar sobre el territorio del resto de los pueblos y nacionalidades que habitaban Yugoslavia.
Las guerras de desintegración, provocaron que la convivencia de décadas había hecho que los pueblos se juntaran y fusionaran cada vez más. Los casamientos mixtos estaban a la orden del día. La religión remitida al ámbito privado no era una variable que distanciara para la gente. Salvo el caso del Eslovenia, en el resto de las repúblicas la multinacionalidad de sus habitantes era la norma y no la excepción. A modo de ejemplo Serbia era habitada por serbios, albaneses, húngaros, montenegrinos, búlgaros, etc, pero lo mismo pasaba en Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y Croacia.

El paso de un Estado obrero deformado a una economía de mercado no fue una circunstancia agradable para los yugoslavos. Sobre todo para aquellos pueblos que sufrieron la guerra como los serbios, albano-kosovares, croatas y musulmanes. Zelimir Zilnik ha retratado en varios films las consecuencias de la entrada al capitalismo y ha criticado a la podrida y vendida (a los intereses del imperialismo alemán y estadounidense) clase dirigente serbia.

La “Ola Negra” del cine yugoslavo

El cine partisano había sido, desde principios de la década de 1950, promovido con el fin de consolidar ideológica y culturalmente al régimen titoísta. Se trataba de films que resaltaban el rol de los partisanos, en general, y el de Tito, en particular, durante la Segunda Guerra Mundial. En su gran mayoría fueron creaciones de baja calidad artística pero con un gran despliegue de efectos especiales. Sí bien en un principio fueron modestas producciones, con el paso del tiempo las películas comenzaron a ser más costosas y lujosas. A modo de ejemplo se pueden destacar “La Batalla del río Neretva” ("Bitka na Neretva”), de 1969, y “Sutjetska”, de 1973, en donde actuaron estrellas hollywoodenses de fama mundial como Orson Wells, Richard Burton, Yul Brynner, Irene Papas, etc. Los estudios cinematográficos Avala Film habían sido creados tempranamente, en 1946, y disponían de un abundante presupuesto, mayormente utilizado para la realización de los films partisanos (partizanski filmovi).

A principios de la década de 1960 un pequeño grupo de realizadores cinematográficos, con el paso del tiempo iban a ser denominados la “Ola Negra”, comenzaron a realizar películas que diferían sustancialmente del “cine oficial”. Críticos del “optimismo” de la burocracia empezaron a filmar la vida cotidiana yugoslava. La vida tal como era y no la representación de la propaganda política del régimen. Decenas de films, documentales y de ficción, fueron prohibidos. El pequeño documental “El Desfile” (“Parada”), dirigido en 1962 por Dušan Makavejev, fue censurado porque mostraba a Tito saliendo de su limusina y ofreciéndole a un portero que prediga su futuro por un dinar (monda yugoslava). Pero además el film no mostraba a los grandes políticos que desfilaban sino que estaba centrado en todos aquellos que lo preparaban, en los trabajadores que hacían posible la exhibición de los “notables”. En 1963 se filmó “La Ciudad” (“Grad), dirigido de manera colectiva por Vojislav Rakonjac, Marko Babac y Živojin Pavlović, censurado porque contaba, a partir de tres historias, la alienación, la desesperación y la melancolía de un grupo de jóvenes en una ciudad sin nombre.

Film "El Desfile", de Dusan Makavejev

“La Ola Negra” fue criticada y atacada por la censura debido a que representaba una “visión pesimista sobre la evolución de la Yugoslavia socialista”. Las películas eran tomadas como ataques liberales, anarquistas e individualistas a la “sociedad socialista”. Una importante lista de películas fueron censuradas (alrededor de 30) y algunos de sus directores se vieron obligados a abandonar el país.

Film "Pioniri Maleni", de Želimir Žilnik

Želimir Žilnik y “Los Primeros Trabajos” de Marx y Engels

Quien había nacido en un campo de concentración durante la ocupación alemana de Yugoslavia y había vivido en carne propia todo el proceso de consolidación del régimen titoísta, mientras pasaba de niño a joven y de joven a adulto, iba a realizar en 1969 una de las películas que más incomodaron a la burocracia: “Primeros Trabajos” (“Rani Radovi”). Esta producción cinematográfica, realizada un año después de invasión soviética a Checoslovaquia, se destaca por llevar adelante una contundente crítica a los regímenes socialistas de Europa Central y Oriental (dentro de los cuales estaba el yugoslavo aunque haya salido de la esfera soviética en 1948).

El título del film remite a la popular antología de textos(9) de Marx y Engels, publicados en Yugoslavia en 1953, y seguramente se debió a una irónica apuesta que tenía como fin hacer visible el abismo entre la teoría expresada en los padres del marxismo y la práctica llevada adelante en Yugoslavia y los regímenes soviéticos. En “Primeros Trabajos” se destacan monólogos, enunciados principalmente por la actriz Milja Vujanovic, extraídos del texto homónimo. Al comienzo del film Vujanovic dice:

“Paremos de hablar y empecemos la acción. Las aldeas son despreciadas pero acarrean todas las guerras y dificultades sobre sus espaldas. Empecemos nuestra acción desde la raíz”.

Habiendo abandonado sus hogares, los tres muchachos y la muchacha, se pasean por el campo y las aldeas intentando encontrar la conexión entre la teoría y la realidad. Pero luego de un innovador recorrido se van a topar con la fuerza represiva del régimen, que además denota un inocultable patriarcado, heredado del cercano pasado de la Yugoslavia campesina y monárquica, pero para nada superado por el Estado obrero deformado.

Este film, en un principio censurado debido a que no fue del agrado de Tito, fue luego exhibido debido a que Žilnik se presentó ante Veljko Vlahovic, uno de los ideólogos más influyentes del régimen, y este desconociendo la opinión del líder yugoslavo dispuso su proyección. Sin embargo la película pero pasó prácticamente desapercibida para el gran público. Todo lo contrario a lo sucedido en Alemania Federal, en donde obtuvo el primer premio en la Berlinale en el año 1969.

"Los Primeros Trabajos", de Želimir Žilnik

El “Film Negro”

Enero de 1971 en la ciudad de Novi Sad, en el crudo invierno balcánico, Žilnik encuentra en la calle a seis personas sin hogar y los lleva a dormir a su casa. El “Film Negro” (“Crni Film”) se encarga de describir la situación de un grupo de yugoslavos que se encuentran sin vivienda y sin trabajo, pero también absolutamente abandonados por el Estado. Mostrar la dramática situación de estos ciudadanos no fue del agrado de las autoridades.

Los films documentales que muestran y denuncian lamentables situaciones de pauperización en las condiciones de vida de los trabajadores han sido y son hecho “aceptable” dentro de las sociedades capitalistas. Pero a principios de la década de 1970, en Yugoslavia, una crítica de esta naturaleza, contra un Estado que se consideraba socialista y en donde la pobreza, según el discurso oficial, había desaparecido debido a la liquidación de la burguesía era una circunstancia inaceptable.

"Film Negro", de Želimir Žilnik

“Tito por segunda vez entre los serbios”

En “Tito por segunda vez entre los serbios” (“Tito po drugi put među Srbima”) el actor serbio Dragoljub Ljubičić se viste como el histórico líder y se pasea por distintas calles céntricas de Belgrado, en donde la gente comienza a discutir, desde distintas posiciones políticas e ideológicas, acerca del pasado y del presente.

Este film documental, filmado en 1994, fue realizado mientras todavía se daban las guerras de desintegración de Yugoslavia, que iban a tener como resultado final el surgimiento de nuevos países y decenas de miles de muertos. El pueblo serbio, que “debate” de historia y política con el viejo líder yugoslavo, se encontraba en una situación de extrema precariedad. El final del régimen burocrático no había traído un mejor presente. Slobodan Milošević, quien era el presidente, era un digno representante de la casta burocrática que había mutado de “comunista” a nacionalista burgués sin perder su despotismo.

“La Vieja Escuela del Capitalismo” y el “Serbistán”

“La Vieja escuela del Capitalismo” (“Stara škola kapitalizma”) filmada en el 2009 está ambientada en una serie de revueltas obreras que se dieron en la década de 1990 contra el gobierno de Slobodan Milošević. El film describe el enfrentamiento de clases entre los trabajadores, que fueron despedidos de una fábrica, y los nuevos dueños, que se habían quedado con la industria debido a un corrupto proceso de privatización.

Junto a Bitácora Serbistán, este film muestra claramente la “lente” ideológica desde la cual filma Žilnik. Reconocidos realizadores cinematográficos antiburocráticos, en el marco de los regímenes estalinistas, como el polaco Andrej Vajda, el ruso Nikita Mihailkov y el bosnio Emir Kusturica, entre otros (la lista es muy larga), una vez restaurado el capitalismo hicieron rápida empatía con los nuevos tiempos y se “ubicaron” confortablemente en el nuevo escenario. Vajda, en la década de 1990, fue elegido senador y ofició como director de Teatro Powszchny de Varsovia. Nikita Mihailkov siempre cercano al poder: de 1991 a 1993 fue consejero cultural del vicepresidente ruso Aleksandr Vladímirovich Rutskói, luego bajo el gobierno de Vladimir Putin, en el 2011, fue presidente del Consejo Social de Defensa, dueño de un banco y propietario de minas de diamantes. Emir Kusturica, nacido en bosnia y de padre musulmán, decidió convertirse al cristianismo ortodoxo en el 2005. Luego de la desintegración de Yugoslavia comenzó a tomar, con el paso del tiempo con mayor determinación, una defensa de la nación serbia, sustentada con una apreciable afinidad con el cristianismo ortodoxo ruso y el gobierno de Vladimir Putin, del que se ha declarado abiertamente afín.

A diferencia de estos galardonados directores de cine, críticos de la burocracia estalinista y titoísta, que una vez desaparecidos los regímenes autodenominados socialistas dejaron el cuestionamiento al orden establecido bien apartado de sus films, Želimir Žilnik no ha parado. Antes contra la casta estalinista y la traición al socialismo y luego desnudando todos los crímenes del capital y del imperialismo. En su último film, estrenado en el año 2015, “Bitácora Serbistán” (“Destinacija Serbistan”), el realizador yugoslavo retrata, de manera documental, el recorrido que realizan a través de Serbia inmigrantes provenientes de Asia y África. Desde Afganistán, Irak, Siria, Ghana, Somalia, etc intentan llevar adelante la “ruta balcánica” de ingreso a Europa, más precisamente a Alemania. Sin embargo esta “travesía” no les va a ser fácil. Con cierto aire al cine de Aki Kaurismaki (en los films del realizador finés está siempre al orden del día la solidaridad de clase) puede verse como la clase trabajadora serbia se solidariza con aquellos que escapando de la barbarie creada por el imperialismo, en sus países de origen, han huido en busca de un futuro mejor, que quizás solo signifique mantenerse con vida.

Ver la programación completa del ciclo en la Sala Lugones del Teatro General San Martín aquí .

"Bitácora"

"Stara škola kapitalizma", de Želimir Žilnik

Notas:

1. Alianza militar entre Italia, Alemania y Japón a la que luego suscribieron otros países.
2.La Operación Barbarroja fue el nombre que dio el nazismo al ataque sorpresivo a la URSS el 22 de junio de 1941.
3. En su libro Conversaciones con Stalin Djilas cuenta su impresión acerca del líder soviético, en particular, y de la dirección política de la URSS, en general, luego de haberse reunido varias veces, durante la guerra y en el periodo posterior inmediato.
4. Djilas, Milovan (1963). La Nueva Clase, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, p. 123.
5. Militante comunista desde su juventud fue dirigente de la fallida insurrección en 1923 en Bulgaria. Luego se exilió y comenzó a trabajar para la Komitern. Cuando los nazis llegaron al poder en Alemania fue acusado de la quema del Reichstag (1933). En 1934 fue secretario general de la III Internacional y bajo su dirección se aprobó la política de Frentes Populares (de conciliación de clases) en todos los países. Con la finalización de la Segunda Guerra Mundial se trasladó a su Bulgaria natal y fue el líder político de ese país hasta su muerte en 1949.
6. Luego de la disolución de la Internacional Comunista por Stalin en 1943 (como prenda de sumisión a los Aliados), frente al inicio de la Guerra Fría se creó este organismo entre 1947 y 1956. Lejos de una nueva Internacional le servía a la burocracia soviética para dictaminar las políticas a seguir por los gobiernos del “glacis”.
7. Djilas, Milovan (1963). La Nueva Clase, ob. cit., p. 76.
8. La desintegración de Yugoslavia dio lugar al surgimiento de Croacia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Eslovenia, Macedonia, Montenegro. Kosovo que era una región autónoma bajo Tito y Milošević pasó de la lucha legítima por la autodeterminación a la dominación directa del imperialismo.
9. Una colección de escritos de juventud de Marx y Engels que fueron publicados tardíamente en Yugoslavia y que sirvieron de inspiración al Grupo Praxis. Un colectivo de académico con base en, Belgrado y Zagreb, que se hizo famoso por criticar los puntales burocráticos del régimen yugoslavo.