El ingeniero y filósofo Chino Yuk Hui nos ofrece un libro en el que reflexiona sobre el porvenir tecnológico de la civilización neoliberal. En un mundo en crisis ecológica y con el surgimiento de neorreaccionarios en los gobiernos; el autor propone pensar un paradigma cultural más allá de la ilustración europea, entendiendo la globalización occidental como un proceso de colonización monotecnológica. Su propuesta: el desarrollo de una cosmotécnica que desafíe el modo en que se entendió la tecnología durante el siglo XX en la filosofía.
Yuk Hui es un ingeniero informático honkonés y profesor de filosofía en la Universidad Bauhaus en Weimar. Desde hace una década viene publicando una serie de trabajos e investigaciones en donde desarrolla algo así como una tercera vía entre las corrientes de pensamiento tecnológicas más optimistas surgidas del Sillicon Valley y las pesimistas o tecnofóbicas que ven en el avance de la técnica digital el origen de todos los males contemporáneos. En ese sentido, el autor se propone barajar y repartir de nuevo definiciones conceptuales entre lo orgánico y lo mecánico (tan característico del pensamiento moderno) y entre la cibernética y la naturaleza. Los distintos ensayos de Hui fueron reunidos y publicados bajo el título Fragmentar el futuro (Caja Negra, 2020).
En el año 1949, el filósofo alemán Martin Heidegger pública el texto “La pregunta por la técnica” en el que plantea una ruptura entre los que los griegos clásicos denominaban “techné” y lo que él denomina “técnica moderna”: la primera tiene su esencia en la creación o producción y la segunda trata a todo como un stock de existencias o recursos para explotar. En ese sentido, Yuk Hui se pregunta:
¿Pero dónde entran en el análisis de Heidegger, cabe preguntar, las tecnologías milenarias de la India y de China, de las civilizaciones maya e inca, de los nahuas, los mapuches o los diferentes pueblos del Amazonas? [1]
El autor afirma que la tecnología no es un universal antropológico. Si bien hay una liberación de los órganos y exteriorización de la memoria en las diferentes tecnologías de la humanidad, lo cierto es que no son directamente comparables, ya que se basan en filosofías y epistemologías diferentes, afirma. No existe una única tecnología, sino múltiples cosmotécnicas.
Para Hui el desarrollo del imperialismo a comienzos del siglo XX, principalmente en base a la expansión militar, dio un salto en la expansión de la técnica Occidental a nivel global, dando origen una cultura monotecnológica en la que la tecnología moderna se vuelve la principal fuerza productiva y determina la relación entre los seres humanos, la naturaleza y la cultura. Los problemas que acarrea esta monotecnología son los que según el autor están llevando al agotamiento de los recursos naturales y la destrucción del medio ambiente.
El modo en cómo vemos la tecnología como mera fuerza productiva y mecanismo capitalista para incrementar la plusvalía nos impide vislumbrar en ella el potencial descolonizador y la necesidad de desarrollar y preservar la tecnodiversidad [2].
El medio por el cual, según el autor, se puede comenzar a revertir este orden es replantear la pregunta por la tecnología y cuestionar los supuestos ontológicos y epistemológicos de las tecnologías modernas, desde las redes sociales hasta la inteligencia artificial. En ese sentido lo que hay que comenzar a pensar según Yuk Hui es una filosofía poseuropea.
Qué es la Ilustración
La revolución Industrial del siglo XVIII fue determinante para la historia de la humanidad (no solo en Occidente) debido a que sus efectos y consecuencias dieron forma al mundo contemporáneo. La primera manifestación política de eso fue un movimiento social/cultural conocido como la Ilustración o Iluminismo. Dicho movimiento, negando el oscurantismo medieval, afirmaba que se debía llevar la luz de la razón para disipar las tinieblas de la ignorancia. El movimiento Ilustrado tuvo varios exponentes de autores y obras, pero fue el Contrato Social (1762) de Rousseau la obra que mejor pudo sintetizar los más avanzado del pensamiento social Ilustrado, a tal punto que veintisiete años después se convirtió en el programa político del partido revolucionario Jacobino principalmente compuesto por sectores de la burguesía, que llevó adelante junto con las masas campesinas la Revolución francesa, dando nacimiento al estado moderno en oposición al reino feudal. La Ilustración proponía un ciudadano en oposición al vasallo, un sujeto consciente y activo que por medio de la razón podía gobernar su propia vida y nación, gobernando democráticamente por medio de una voluntad general. Ese modelo ideológico que proponía la Ilustración y luego la Revolución francesa cristalizó en la forma de estado nación, se exportó e impuso globalmente, según el análisis que hace Yuk Hui, hasta el 11 de septiembre del 2001.
Según Yuk Hui, actualmente estamos presenciando el ocaso de Occidente y sus instituciones. Específicamente esto se manifiesta en lo que él considera como la coronación de la Ilustración. El 11 de septiembre del 2001 marcó el fracaso de la “herencia de la Ilustración”. Un atentado perpetrado por terroristas formados por occidente, utilizando tecnología occidental realizaron un ataque con más peso simbólico que militar en el corazón geográfico del imperialismo mundial. El “terrorismo global” habia nacido. Una nueva teoría política surgió, para salvaguardarse de una nueva configuración mundial abierta a un nuevo tipo de terrorismo, los neorreaccionarios, según Hui son un intento de respuesta para este nuevo fenómeno social.
Los neorreaccionarios encarnan las antípodas del pensamiento Ilustrado: son racistas, xenófobos, negacionistas, chauvinistas, etc, etc. Según Hui los neorreaccionarios están atrapados en una narrativa lineal que ve el devenir histórico de forma rectilínea como “premodernidad-modernidad-posmodernidad-apocalipsis”.
La crisis del siglo XXI, afirma Hui, no es la muerte de la Ilustración sino su coronación: un proceso de globalización tecnológica orientado por Occidente que culminó cuando esas tecnologías fueron apropiadas por Oriente. En ese sentido Yuk Hui propone
… otorgarle al pensamiento una tarea opuesta a la que le asignó la filosofía de la Ilustración: fragmentar el mundo según la diferencia, en vez de universalizar por medio de lo igual; inducir lo igual a través de la diferencia, en vez de deducir la diferencia a partir de lo igual. Un nuevo pensamiento histórico-mundial tiene que surgir de cara al colapso del mundo [3].
Oriente vs. Occidente
Para Yuk Hui, este monopolio tecnológico que impuso Occidente globalmente el siglo pasado tiene su origen en el pensamiento tecnológico de la Ilustración. Este pensamiento parte de una visión dualista de la realidad, que comenzó con el filósofo francés René Descartes. Fue en su libro el Discurso del Método (1637) en donde Descartes planteó con los conceptos de res extensa y res cogitans la dualidad entre orgánico e inorgánico, pero el que sentó las bases fue Kant, quien pensó una filosofía política Sobre la paz perpetua (1795) basada en el concepto de “naturaleza”. De algún modo lo que Kant estaba dando por sentado era una naturaleza única, que se impone como racional. Y está racionalidad es una continuación de la moralidad y el propio estado. Para Hui, si el naturalismo logró imponerse y dominar el pensamiento moderno, es porque esa forma peculiar de la imaginación cosmológica resultó compatible con el desarrollo tecnológico.
En ese sentido es que Hui afirma que la globalización tecnológica de Occidente fue una forma de neocolonización que impuso su racionalidad por medio de la instrumentalidad. Para Yuk Hui, la modernidad solo podrá superarse si logramos superar los conceptos y traducciones de techné, physis y metaphysica no como conceptos meramente independientes, sino como conceptos dentro de sistemas.
Para Yuk Hui, la globalización unilateral ha llegado a su fin y “está siendo relevada por una competencia en la aceleración tecnológica y los cantos de sirena de la guerra.” [4] La solución para el autor consiste en reapropiarse de la tecnología moderna a través del encuadre nuevo de una cosmotécnica constituida por diferentes epistemologías y epistemes.
Según el autor, la cuestión de la técnica fue abordada, principalmente por Heidegger, solo desde el punto de vista mecanicista y eso genera que no se pueda pensar más allá del reino de los fines o los límites de la utilidad y la eficiencia. En La pregunta por la técnica, Heidegger propuso entender la esencia de la tecnología moderna como una “estructura de emplazamientos” en el sentido de que la totalidad de los entes se vuelven reservas o recursos disponibles. Yuk Hui dice que “redescubrir la multiplicidad de cosmotécnicas no implica rechazar la inteligencia artificial o el aprendizaje automático, sino reapropiarse de la tecnología moderna y darle nuevos encuadres a la ‘estructura de emplazamiento’ que está en el núcleo” [5].
Robots vs. Cyborgs
Para Yuk Hui Occidente se encuentra atrapado en una concepción técnica de tipo dualista. La concepción predominante es que “las máquinas son artificiales y mecánicas mientras que la ecología es natural y orgánica” [6] Según el autor, podríamos llamar a esto un dualismo de la crítica en lugar de una crítica del dualismo. Esta oposición tiene su origen en estereotipos acerca del estatus de las máquinas.
Los estereotipos según Hui se fundamentan en la forma en cómo entendemos esta tecnología. Las máquinas mecánicas como los primeros robots que surgieron en el siglo XVIII (El pato con aparato digestivo de Jacques de Vaucanson o el Turco ajedrecista de Wolfgang von Kempelen) están basadas en una causalidad lineal (A-B-C). Pero, afirma Yuk Hui, esta concepción de las máquinas quedó ampliamente superada a mediados del siglo XX, por no decir obsoleta, frente al nacimiento de la cibernética. La cibernética propone otro enfoque para pensar la tecnología ya no como meramente mecánica lineal, sino como mecano-orgánico.
La máquina cibernética se basa en una causalidad circular (A-B-C-A) Significa que es reflexiva en el sentido fundamental de que es capaz de determinarse a sí misma en forma de estructura recursiva. Por recursiva nos referimos a un movimiento reflexivo no-lineal que avanza progresivamente hacia su objetivo final, ya sea este predefinido o autogenerado.
La cibernética forma parte de un paradigma científico más amplio, el organicismo, que surgió de la crítica al mecanicismo como concepción ontológica fundamental [7].
Para Hui la cibernética se propone eliminar el dualismo, quiere crear una conexión entre diferentes órdenes de magnitud, entre lo macro y lo micro, la mente y el cuerpo. La información es la medida del grado de organización, la retroalimentación es una causalidad recursiva o circular que permite una autorregulación. Hui propone no hacer foco en el viejo dualismo humano/máquina o humano/herramienta sino en la asimilación de lo orgánico y lo inorgánico por máquinas cibernéticas. En ese sentido, una máquina cibernética ya no es meramente un mecanismo, sino que asimila comportamientos propios de los organismos.
La recursividad permite al algoritmo absorber la contingencia, lidiar con accidentes que una máquina trabada en secuencia no podría resolver. Así se abandona la mecánica y emerge la inteligencia artificial. La máquina cibernética no es mecánica, es orgánica. Como la naturaleza, afirma Yuk Hui.
Es en ese sentido que Hui sostiene que la hibridación del medio ambiente natural y las máquinas constituyen un enorme sistema cuya conceptualización conduce al fin de la naturaleza y al comienzo de la ecología, resumidamente el autor afirma que “la ecología no es concepto de la naturaleza sino un concepto de la cibernética” [8] Llegamos rápidamente de este modo a la posición de que la máquina moderna ya no es mecánica y la ecología no es nada natural; sin ir más lejos, las máquinas modernas y la ecología, para Yuk Hui, son dos discursos que adhieren al mismo principio: la cibernética.
Goodbye Heidegger
Afirma Yuk Hui que hoy “vivimos más que nunca en una época cibernética” los smartphones, la naves espaciales y las redes sociales usan algoritmos que le dan forma a una inteligencia artificial que dialoga constantemente con las necesidades de sus usuarios, esa relación es cibernética. En ese sentido el autor afirma que “Como pensamiento universal reflexivo, la cibernética desplaza a la filosofía del papel que siempre había cumplido” [9]. Este desplazamiento no es un repudio a la filosofía en sí sino al pensamiento técnico-filosófico occidental. Pensar una filosofía poseuropea para el autor implica ir más allá de las categorías clásicas de metafísica y ontología. El pensamiento “cibernético” que él propone, en cuanto pensamiento universal pretende superar los tradicionales dualismos metafísicos en la ontología y la epistemología; es en ese sentido que genera una nueva condición del filosofar, y por consiguiente una nueva indagación del mundo en la forma de ecología.
Martin Heidegger, en su conferencia La pregunta por la técnica, vio en el devenir ecológico de la cibernética el triunfo mecanístico-técnico de la Modernidad sobre la naturaleza. En el texto referido del filósofo alemán, una turbina hidroeléctrica sobre el Rin convierte al río en una mera existencia para ser constantemente solicitado y explotado por la tecnología moderna. La técnica moderna afirma Heidegger ya no muestra la esencia de las cosas sino que la “oculta”. De ahí que Heidegger afirme que la cibernética marque el final de la filosofía.
Para Yuk Hui la respuesta de Heidegger frente a los avances técnicos de la cibernética no es ni humanista ni transhumanista, sino, una interpretación Occidental. Sostiene Hui que, desde un punto de vista lingüístico al menos, “el concepto de ser no tiene equivalente en el lenguaje del pensamiento chino” [10] El concepto de ser que utiliza Heidegger en su análisis no es “universal” sino local, es específico de Occidente. Y es acá donde está la cuestión según Yuk Hui: el destino de lo local todavía no es claro en la época tecnológica digital.
Según Yuk Hui, el pensamiento chino prestó “poca o ninguna atención a la ontología, ya que la cuestión del Ser no tenía un lugar central en él” [11] Para Heidegger, la historia de la filosofía o de la metafísica en Occidente es la historia del olvido de la pregunta por el Ser, ya que en su afán por entender al ente en cuanto tal y en su totalidad, ignora al Ser, que escapa tanto a lo racional como a lo irracional, afirma Hui. Además sostiene que el pensamiento chino es no-ontológico y no-teológico, en clara oposición a la filosofía heideggeriana.
El avance de la tecnología de redes acelerará la comprensión espacial y por eso no tiene importancia discutir lo que llamaríamos geograficidad o topología. Ya que todos los intercambios se realizan a la velocidad de la luz.
El mundo está cambiando, no es más el mundo fenomenológico que describe Heidegger. El mundo es capturado y reconstruido en medida cada vez mayor, por sensores y dispositivos de todo tipo, en un avanzado proceso de digitalización. Nuestro mundo está cada vez más encerrado en una pantalla, sobre todo si tenemos en cuenta que cada vez es más fácil hacer virtualmente todo mediante aplicaciones en smartphones.
Para Yuk Hui la evolución de la inteligencia de las máquinas anuncia el fin del humanismo. Nuestra tarea, por lo tanto, es precisar esta condición del filosofar y señalar la dirección posible de una filosofía poseuropea” [12] Sostiene Hui que “el desafío de la inteligencia artificial no es construir una superinteligencia, sino hacer posible una tecnodiversidad” [13] que se manifieste como una cosmotécnica.
¿Cuál es la tarea política de la cosmotécnica? Se podría resumir como un redireccionamiento del aceleracionismo. Acelerar la tecnología para superar al neoliberalismo no es intensificar la velocidad de lo dado sino redireccionarlo, bifurcar el futuro hacia múltiples cosmotécnicas, más orgánicas, más respetuosas de su entorno humano y no humano. Recuperar la diversidad biológica y cultural requiere recuperar la diversidad tecnológica, reconstituir cosmotécnicas, esto es, la unidad del cosmos y la moral por medio de actividades técnicas.
Fragmentando respuestas
Hay que resaltar la originalidad de la propuesta del autor al pensar la tecnología digital más allá de las visiones preponderantes de tecno-optimistas que ven en el desarrollo de la técnica digital un concepto en sí mismo que se eleva por sobre las contradicciones del mundo material y por otro lado los tecno-pesimistas que ven en la información digital “no-cosas” que nos privan de nuestra vinculación con el mundo material convirtiéndonos en entes mental y afectivamente formateados sin vínculos ni lazos comunitarios.
Yuk Hui parte del presupuesto de entender que las técnicas de producción son un fenómeno cultural y no económico. Dicho de una forma más directa no hay análisis político de los criterios económicos de producción a la hora de pensar el desarrollo de la técnica productiva. No existe la política económica en sus análisis.
Según Yuk Hui cada revolución científica surgió de un cambio de paŕadigma epistemológico, cuando Coopernico sostuvo que el centro del sistema solar era el Sol y no la Tierra cambió el foco de comprensión de la realidad pasando del Teocentrismo al Antropocentrismo, fue ese giro copernicano el que sentó las bases para que los seres humanos comienzan a interpretar y producir el mundo a la medida de ellos y no de los textos escolásticos. Fue ese giro el que le dio los fundamentos científicos a René Descartes para afirmar Cogito ergo Sum y convertir al “yo” pensante en la unidad mínima e indisoluble de existencia y representatividad humana, dividiendo dualmente al mundo entre una res cogita y una res extensa una mente y un cuerpo o un mundo físico y un mundo ideal/conceptual.
En el siglo XIX el giro copernicano epistemológico se dio, según Hui, con las leyes de la termodinámica. El segundo principio de la termodinámica cuestiona la afirmación de la física clásica con respecto al hecho de que la energía termodinámica no podía volver a utilizarse. El segundo principio surgió en plena Revolución Industrial, en el contexto de las máquinas térmicas como una explicación empírica de por qué éstas se comportaban de una manera determinada y no de otra. La creciente producción industrial estaba dejando atrás los modelos de producción artesanal. El estudio de las máquinas térmicas fue fundamental para hacer más eficientes los procesos de producción lo que, desde el punto de vista capitalista, significaba una mayor eficiencia y una mayor ganancia.
La diferencia, si se insiste en ellos, radica en que hemos pasado de las máquinas individuales –como por ejemplo las máquina automáticas de las fábricas de la Manchester del siglo XIX descritas por Marx– a sistema técnicos que conectan varias máquinas y establecen una recursividad entre ellas [14].
Según Yuk Hui Marx y su análisis de la producción capitalista en El Capital están atrapados en una episteme tecnológica, en un paradigma técnico ya superado por la cibernética.
En ese sentido el autor considera que la cibernética modificó el paradigma productivo ya que, según él, la generalización de algoritmos recursivos y su implementación en computadoras digitales concretan el “pensamiento cibernético” y lo aplican prácticamente a todos los ámbitos sociales, económicos y políticos. “El capital pasa así de modelo mecanicista observado con precisión por Marx a un modelo organicista realizado por máquinas informáticas equipadas con complejos algoritmos recursivos” [15]. Para Yuk Hui el análisis que hace Marx sobre el sistema productivo capitalista en sus estudio y fundamentación del El capital “consiste básicamente en la descripción del funcionamiento de una máquina mecánica” [16].
En el siglo XIX hubo varias revoluciones epistemológicas que dieron forma a nuevas formas de análisis de la realidad. Marx y Engels vieron estos fenómenos nuevos, y no se quedaron solamente con los cambios en las leyes de la termodinámica, hubo otros dos cambios paradigmáticos a los que pusieron especial atención: el análisis de la célula orgánica junto con el desarrollo de la fisiología, y a eso se le sumó la teoría de la evolución de Darwin basada en la selección natural por variación innata. Justamente acá está el eje de la discusión: Tal como observó más tarde Ilya Prigogine (Premio Nobel de Química de 1977) la gran intuición de Marx y Engels fue reconocer que estas tres revoluciones en la ciencia física “rechazaron la cosmovisión mecanicista dominante” y se acercaron “a la idea de un desarrollo histórico de la naturaleza” [17].
Pero semejante afirmación por parte del autor en realidad muestra una lectura sesgada y parcial de la obra de Karl Marx y sus posiciones respecto a la técnica de producción industrial.
A modo de cierre
Si algunas corrientes de pensamiento decoloniales o de liberación afirmaron, muy superficialmente, que Marx era eurocentrista por su análisis, podemos agregar ahora que además, según Yuk Hui, era mono-tecno-centrista por no contemplar otras formas de producción de valor más allá de las industriales.
Podemos sintetizar que la propuesta política de Yuk Hui es una suerte de “aceleracionismo procapitalista crítico” ¿en que sentido?: por un lado el autor considera a “Deng Xonping el mayor aceleracionista de la historia” [18] el dirigente que en los años 80 permitió que China se abra al capitalismo global bajo el lema “un país dos sistemas”. Esa política procapitalista permitió que China emergiera como potencia económica mundial al punto de que los EE. UU. Le tengan que declarar una guerra comercial. Lo cierto es que esa orientación generó una gran cantidad de contradicciones internas muy importantes que van desde la precarización de la mano de obra local (haciendo que los productos chinos sean tan baratos que no tengan competencia) hasta crisis ecológicas como la explosión de la pandemia de covid-19 en la provincia de Wuhan, hasta el rescate por parte del estado chino de una empresa inmobiliaria gigante como Evergrande.
Estas contradicciones, según Hui, se pueden conciliar respetando las diferencias culturales y técnicas, por medio de una tecnodiversidad que tenga la forma de una cosmotécnicas, o sea: técnicas que pueda unificar en sus pŕacticas el cosmos y la moral ¿cómo se aplica políticamente?
El autor no lo plantea, pero lo cierto es que la división que hace entre tecnología y economía política es tal que termina cayendo en un idealismo parecido al mismo que le crítica a Heidegger, ya que su propuesta no pasa de crear conceptos epistemológicos nuevos que permitan el surgimiento de nuevas epistemes que permitan acceder al mundo más allá del valor utilitario/ontológico de las cosas (que señalo Heidegger) pero que Yuk Hui quiere superar sin meterse con el valor mercantil en el sistema capitalista.
Pensar la tecnología y la política por fuera de las relaciones mercantiles de la economía es caer en un idealismo de las cosas, que termina fomentando el argumento de que la tecnología no tiene ideología.
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