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MARIANO WITIS Y DARIO RIQUELME, ¡PRESENTES! Gatillo fácil de la Bonaerense: a 20 años de los crímenes de Mariano Witis y Darío Riquelme

La mañana del 21 de septiembre de 2000, Darío Riquelme de 16 años tomó como rehén tras escapar de un robo a Mariano Witis de 23. El cabo de la Policía Bonaerense, Rubén Emir Champonois, los fusiló a los dos. Desde entonces, los padres de Mariano no sólo buscaron justicia por su hijo, si no que se unieron con Ana María Liotto, la madre de Darío, con quien lucharon para que ambas muertes no quedaran impunes, logrando después de once años de los hechos, que el policía sea condenado por Casación a 15 años de prisión. Entrevistamos a Raquel y Jorge Witis, para que nos cuenten como era Mariano, tras dos décadas de lucha contra la violencia policial.

Lunes 21 de septiembre de 2020 08:25

Esa mañana Raquel había salido acompañada de Mariano que en ese momento tenía 23 años, cerca del hipódromo de San Isidro. Cuando se separaron, él se puso a hablar con Julieta Schappiro, una ex compañera de la escuela que estaba en un auto, cuando aparecieron Darío Riquelme con otro joven, subieron a Mariano al auto y se metieron ellos, obligando a la chica a manejar hasta un banco Itaú en Béccar, donde robaron 5.400 pesos.

Lograron escapar, pero a pocas cuadras, un auto del Comando de Patrullas de San Fernando les cerró el paso, por lo que Darío Riquelme tiró el arma oxidada que no servía para disparar y se iba a rendir, pero el cabo Rubén Emir Champonois y otros policías bonaerenses dipararon sus armas contra el auto. Julieta, la amiga de Mariano, logró refugiarse contra el volante y no tuvo lesiones, pero Mariano y Darío recibieron varios disparos.

La Bonaerense difundió en todos los medios que había desarticulado una banda y que se trataba de una persecución entre policías y delincuentes, pero como quedó demostrado en el juicio realizado dos años después de los crímenes, nunca hubo un enfrentamiento.

El intento de la policía de lograr impunidad, no logró evitar que ambas familias se unieran en la búsqueda de justicia y lucharan juntas hasta lograr que el policía sea condenado por los dos crímenes a 15 años de prisión.

Raquel Witis y Ana Maria Liotto. Crédito: Página 12
Raquel Witis y Ana Maria Liotto. Crédito: Página 12


Mariano Witis, en palabras de Raquel y Jorge

En diálogo con este diario, Raquel describe las cosas que llenaban de pasión a su hijo: "Llevaba la música en la sangre, le encantaba tocar a Piazzola, pero su sueño era cantar en el Colón y eso que amaba el rock".

Con Jorge compartían el gusto por los deportes, y con ternura recuerda "cuando era chiquito íbamos a la playa y paleteaba conmigo, le gustaba mucho, aunque la paleta de madera era casi de su tamaño".

En estos años de lucha, el recuerdo de Mariano se fortalece: "Mariano era un muchacho alegre, era el cascabel de la familia, muy compinche, buen hijo, dulce, maduro y responsable. Querido por muchos que compartíamos sus actividades musicales, de estudio, de trabajo, de recreación y la vida cotidiana", cuenta Raquel.

Mariano de chiquito
Mariano de chiquito

"Nadaba y jugaba a la paleta desde los tres años, participaba en varias disciplinas: fútbol, rugby (jugó en las inferiores del CASI), básquet, concurría al gimnasio, andaba en bicicleta, cosa que aprendió también desde pequeño, en fin, los deportes contaban con él. Escribía y componía sus temas, también en compañía de Fernando, su hermano, Hernán y Nicolás con quienes integró una banda de rock llamada Mística, en la cual él era tecladista y cantante. Hoy Mística se reconstruye con mucha dificultad y dolor", recuerda su mamá.

Mariano, el día de su egreso en la secundaria
Mariano, el día de su egreso en la secundaria

"Además era tecladista y segunda voz en Manos que Curan, conjunto de música del caribe, liderado por Daniel Santos. Mientras estudió en el Centro Polivalente de Arte de San Isidro, también fue miembro del Coro y ejecutante de piano en múltiples audiciones. Profesores, padres y compañeros, aún de la escuela primaria, nos acompañaron espontáneamente en ocasión de su entierro ya que fue amigo de muchos de ellos y así lo siguieron considerando aún sin verse con frecuencia.
A partir de su ingreso en el Conservatorio, comenzó a interesarse por la ópera y la canción lírica. Su vocación hizo que buscara perfeccionarse con una profesora particular de canto, Liliana Bensusan, quien le dio clases semanales durante más de 2 años, puliendo su voz de tenor, fresca y alegre".

Raquel y Jorge Witis
Raquel y Jorge Witis

Todos los años la música es parte del homenaje que familiares, amigos, amigas y organizaciones hacen para recordar a Mariano y Darío en la Plaza de Martinez. Estos 20 años serán distintos por la pandemia, pero el homenaje se hará igual por redes sociales.

Imposible no emocionarse al escucharlos describir a Mariano. La lucha de familiares, amigos y amigas de víctimas de gatillo fácil irrumpe ante cada caso de violencia estatal, como en el caso de Facundo Astudillo Castro.

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La lucha por el juicio y castigo

Como ocurre cada vez que alguna fuerza de seguridad comete un crimen, la cadena de encubrimiento intentó lograr la impunidad. Pero no pudieron.
En el momento de los asesinatos, el gobernador bonaerense era uno de los paladines de la mano dura, Carlos Ruckauf, autor entre otras de hay que “meter bala a los delincuentes”, envalentonando a la maldita policía. Un nefasto personaje con un oscuro pasado ligado a la Triple A y el golpe genocida.

Raquel y Jorge Witis impugnaron su candidatura en las listas del duhaldismo en 2011, por considerar que los funcionarios que en sus cargos hayan "fomentado la violencia, la xenofobia y la discriminación" deben ser cuestionados en su "legitimidad ética" para ocupar un cargo público. Y en su comunicado recordaron que la "impronta" cuestionada de Ruckauf "viene desde la firma del famoso decreto de ’aniquilamiento de la subversión’, impulsado durante el gobierno de María Estela Martínez de Perón".

El juicio se realizó en agosto de 2003 contra el autor de los disparos, el ex cabo Champonois, por el doble homicidio de los jóvenes, pero a pesar de las pruebas y el testimonio de más de 30 testigos que acreditaron la responsabilidad del ex policía por ambos crímenes, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3 de San Isidro condenó a Champonois a ocho años y medio de prisión sólo por el asesinato de Mariano. Respecto a Darío, consideró que el ex cabo no tenía responsabilidad por la muerte de Riquelme, por haber actuado en legítima defensa. Un mes más tarde, tanto el fiscal como las querellas se presentaron en Casación para cuestionar la sentencia por considerarla arbitraria y discriminatoria, en tanto diferenciaba entre la vida de ambas víctimas.

El 3 de marzo de 2005, la Sala I del Tribunal de Casación condenó al cabo también por el homicidio de Darío Riquelme, por no considerar que se trató de un acto de legítima defensa como había ocurrido en primera instancia, y reenvió la causa a un nuevo tribunal para que fijase la pena por los dos asesinatos. Casi tres años después, en diciembre de 2007, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 4 condenó a Champonois a 12 años y 9 meses de prisión. El fallo fue apelado por la familia Witis y por el Ministerio Público Fiscal.

Hasta que en 2011, la Sala I volvió a condenar a Champonois, aumentando su pena a 15 años, teniendo en cuenta como agravantes la indefensión de ambas víctimas, el desmedido accionar del policía y la corta edad de Darío Riquelme.

Gatillo fácil: una práctica estatal sostenida por todos los gobiernos

El caso de Mariano y Darío no es aislado, todo lo contrario. El gatillo fácil es una práctica repetitiva aceptada por el Estado y sostenida por todos los gobiernos. Sin ir más lejos, el actual Ministro de Seguridad bonaerense nada tiene que envidiarles a impulsores de la mano dura como Ruckauf.

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Como señala la historiadora Claudia Ferri: "Al mismo tiempo las Fuerzas de Seguridad se convirtieron en las favoritas de los gobiernos desde 1983 porque, si bien habían participado de la última dictadura, el rechazo social se lo había llevado puesto sólo a las Fuerzas Armadas. Por eso el Estado empezó a usar como brazo armado a las policías y a Gendarmería nacional para la represión interna y el control de la población. Fue en este clima que la Policía Bonaerense empezó a usar el gatillo fácil como método de control social preventivo en los barrios obreros y populares. Esto lo explica muy bien Carla Lacorte en su libro La Disciplina de las balas que es de lectura indispensable para quienes les interese profundizar sobre el tema".

Hoy en Argentina cada 40 horas un joven es asesinado por gatillo fácil, el problema -lejos de ser “un mal policía” o simple “abuso de autoridad”- es una metodología represiva que cruza la historia argentina y de la Policía Bonaerense en particular y que muestra que en definitiva es una institución que es imposible reformar.

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