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Entrevista a Dauno Tótoro. A 50 años del golpe en Chile: “No hay unidad posible mientras siga en pie el legado económico y social de la dictadura”

El editor de La Izquierda Diario Chile, Dauno Tótoro, mira al pasado para alumbrar las luchas del presente, en el país donde el neoliberalismo se aferra con uñas y dientes.

Isabel Infanta

Isabel Infanta @isabel_infanta

Lunes 11 de septiembre de 2023 00:00

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Un día como hoy, hace 50 años, el bombardeo de La Moneda inauguraba la sangrienta dictadura de Augusto Pinochet, quien durante 17 largos años impuso, mediante el terrorismo de Estado, el modelo neoliberal que hoy sigue resistiendo con uñas y dientes.

La conmemoración que se viene preparando desde hace meses en La Moneda, con varias crisis en el medio que hasta le costó el puesto a un funcionario, han revelado ser un nuevo hito en la política de reconciliación de la Concertación y la derecha desde el fin de la dictadura.

Terminó de quedar claro este domingo, cuando el gobierno eligió organizar un operativo desmedido para cerrar las tradicionales vías de acceso al Cementerio General, donde históricamente se dirigen familiares y luchadores por los derechos humanos a homenajear a las miles de víctimas de la dictadura. Por supuesto que terminó en una fuerte represión.

Dauno Tótoro, dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios (que impulsa La Izquierda Diario en Chile) estuvo ahí. Le pedimos que nos explique el trasfondo de los debates sobre las políticas de Gabriel Boric y el 50º aniversario del Golpe Militar.

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II: Como parte de la conmemoración a 50 años del golpe militar, el presidente Boric impulsa una declaración conjunta con presidentes de la odiada Concertación y el mismísimo Sebastián Piñera, expresidente de la derecha que ha reivindicado abiertamente al dictador Augusto Pinochet. ¿Cómo se entiende eso?

DT: Ha sido realmente vergonzosa la política que ha tenido el Gobierno en las semanas previas a la semana del Golpe. Durante la campaña electoral, Boric amenazó a Piñera de que ya estaba avisado de que sería perseguido judicialmente por las violaciones a los derechos humanos durante la revuelta, pero ha cambiado radicalmente su discurso. Ahora lo invita a los actos oficiales y considera que, en sus palabras, es un demócrata.

Boric ha buscado realizar declaraciones comunes con la derecha a las que la derecha se ha negado. Terminó firmando esta declaración en común con los expresidentes de la Concertación y Piñera. Esto es un agravio para las víctimas de la represión de la revuelta, para los familiares de los asesinados.

El Gobierno ha mantenido una línea de continuidad con la impunidad que sostuvieron los gobiernos de la Concertación. La impunidad de los represores de la dictadura. Los pocos que fueron juzgados y condenados se encuentran en una prisión especial donde tienen todas las comodidades, como es el penal de Punta Peuco, y a pesar de las exigencias históricas de familiares de organismos de Derechos Humanos este gobierno mantiene abierto y funcionando.

Boric viene llamando a la reconciliación y unidad cuando no hay ninguna reconciliación ni unidad posible con aquellos que reprimieron salvajemente al pueblo y a las organizaciones de izquierda. Somos muy categóricos en plantear que no hay unidad posible mientras siga en pie el legado económico y social de la dictadura, y más de conjunto, en esta sociedad donde hay un pequeño grupo que vive a costa de la explotación de las mayorías trabajadoras y el saqueo del medio ambiente.

II: Marian Schlotterbeck dice en una entrevista en la revista Jacobin que “parte de lo que ilustra el experimento chileno con el socialismo son los límites reales de la democracia capitalista liberal para responder a las necesidades de la gente”, refiriéndose a la estrategia de Allende de mantenerse en el encuadre de una Constitución que “no había sido escrita para beneficiar a la clase trabajadora”. En la actualidad, con las expectativas que generó la rebelión popular de 2019, luego el rechazo de la primera propuesta de nueva constitución, hoy nos encontramos frente a una segunda asamblea constituyente mucho menos democrática. ¿Cómo se explica ese vuelco?

DT: Claramente lo que vemos hoy es un proceso constitucional más antidemocrático, y eso expresa que hay una crisis profunda, que podríamos llamar una “crisis orgánica”, una crisis profunda de los partidos tradicionales tanto del centro político neoliberal como de la propia derecha y también del Frente Amplio hoy en el gobierno. Hay que recordar que quienes dirigen hoy el Consejo Constitucional son los republicanos de la extrema derecha de José Antonio Kast, los sectores más pinochetistas de los partidos tradicionales, y al parecer, el proceso constitucional tiene un amplio repudio de parte de la gran mayoría de la población, lo que se expresa en cada una de las encuestas que salen semana a semana.

Al mismo tiempo, muestra los límites de este gobierno reformista, o progresista, que le ha abierto el camino a la extrema derecha. Le ha abierto el camino porque baila el ritmo que la derecha impone, porque sigue la agenda represiva que la que la propia ultraderecha quiere instalar. Eso se ha expresado también en que han impulsado este proceso constitucional totalmente antidemocrático, controlado por los partidos tradicionales con un sistema electoral que beneficia a la propia derecha.

De hecho, en materia económica, en materia social, en el marco de la pandemia y la crisis económica internacional, podríamos decir que la política del gobierno ha sido continuidad de la política de Sebastián Piñera. Entonces esto genera una desafección, una distancia enorme y una desmoralización entre su propia base social, entre sus propios votantes, lo que permite que avance la derecha o la extrema derecha, como una respuesta a esos progresismos que gobiernan hablando en nombre de la izquierda pero lo hacen en contra de los trabajadores y las necesidades populares.

II: Los debates sobre la represión y el terrorismo de Estado, la democracia y la dictadura, hablan de la imposición de proyectos económicos que significan la miseria de millones para garantizar las ganancias de los empresarios, como el neoliberalismo, lo que genera la resistencia de los sectores populares. ¿Cuáles son las fuerzas que no abren mano de la represión y que explican por qué el presidente Boric no indultó a los rebeldes del 2019, por ejemplo?

DT: Cuando hablamos de la crisis orgánica, también nos referimos a que hay una crisis importante en la política nacional porque el gran empresariado chileno, la clase dominante, no tiene un proyecto único de salida de la crisis, existe una importante división en las alturas. Es una debilidad no tener un proyecto que les permita cooptar a más amplios sectores y desviar o cerrar el ciclo abierto por la revuelta.

Precisamente lo que está sobre la mesa es que aumenta la precarización laboral, empeoran las condiciones de vida y de trabajo y los grandes temas, las grandes demandas que se plantearon en la revuelta como el fin de las pensiones privadas “No+AFP”, el tema de la salud y la educación gratuita, no son resueltos. Todo apunta a que tanto las clases dominantes como los partidos tradicionales, incluyendo el propio Gobierno, mantienen una línea de profundización del Chile neoliberal y de estos 30 años que fueron puestos en cuestión durante la revuelta.

Esto afecta de manera directa a las grandes mayorías populares. Si hablamos en el terreno represivo, se aprobó una ley que ha sido catalogada por un importante organismo de derechos humanos como una ley de gatillo fácil, la Ley Naim-Retamal, que le otorga facultades extraordinarias a la policía y le incentiva a utilizar armas de fuego en procedimientos policiales y que ya se ha cobrado la vida de al menos cinco personas, entre ellas David Toro, un joven de 19 años que fue acribillado al interior de su automóvil, un trabajador de comida rápida en la ciudad de Coquimbo y de una mujer en la ciudad Antofagasta, que fueron acribillados, ejecutados por la policía en total impunidad.

Esto es parte de una serie de medidas represivas que ha impulsado la derecha y que el Gobierno ha terminado promulgando, como la extensión por más de un año del estado de excepción, de la presencia militar en el territorio mapuche, encarcelando a los principales dirigentes del movimiento autonomista mapuche.

Es la continuidad de una política de que sean las grandes mayorías populares las que paguen la crisis económica para mantener la ganancia del gran empresariado, que se expresó en la aprobación del Acuerdo Transpacífico, que en algún momento incluso el Frente Amplio se había planteado en contra, pero ahora que gobiernan se propusieron defenderlo, o la aprobación de proyectos mineros totalmente extractivistas y antiecológicos.

II: ¿Cuál es el objetivo entonces del discurso de reconciliación que pregonan los viejos partidos políticos y que continúa el actual gobierno? ¿Qué es lo que quieren dejar atrás, dejar en el pasado?

DT: Lo que busca esta idea de unidad, de reconciliación y de “nunca más”, es tratar de hacer olvidar. Cuando ellos dicen “nunca más”, visten de demócratas a quienes fueron golpistas, porque sabemos que la derecha estaría dispuesta a volver a repetir el terror de Estado en contra de la organización obrera y popular, dicen “nunca más” un proyecto que se basa en la fuerza de la organización y movilización de los trabajadores para superar el capitalismo, que es la fuerza que se expresó en los 70 en Chile y es contra lo que se realizó el golpe militar.

Es contra los cordones industriales, contra la autoorganización de los trabajadores y del pueblo trabajador y esa es la fuerza que nosotros, a 50 años, reivindicamos de toda una generación de trabajadores, de jóvenes, de pobladores que decidieron organizarse, luchar por un proyecto de socialismo desde abajo, organizarse y luchar por acabar con el capitalismo y con esta sociedad de miseria de explotación. Decidieron tomar esa batalla en sus manos e incluso sectores comenzaron a ver críticamente la estrategia de Allende que los llevaba a un callejón sin salida en su confianza depositada en los acuerdos con la Democracia Cristiana mientras se mantenía la represión al pueblo.

Eso es lo que reivindicamos el día de hoy, que es posible organizarnos en común y que tenemos que confiar plenamente en la capacidad de la fuerza de la organización de la movilización de las y los trabajadores como única fuerza que puede permitir frenar ese terrorismo de Estado, frenar la resistencia de los capitalistas y abrir el camino para una sociedad nueva de superación del capitalismo, donde gobiernen las y los trabajadores.