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Red Internacional
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ANIVERSARIO LUCTUOSO DE LEÓN TROTSKY. André Breton fue saboteado por el estalinismo, luego asesinaron a Trotsky

Reproducimos un fragmento de la ponencia presentada por Sergio Moissen, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM y dirigente del Movimiento de los Trabajadores Socialistas, durante la presentación del libro "El encuentro de Breton y Trotsky en México", celebrada este fin de semana con motivo del 76 aniversario luctuoso del revolucionario ruso.

Martes 30 de agosto de 2016

En el directorio de vanguardia de la hoja Actual del movimiento estridentista (compuesto por Arqueles Vela, Manuel Maples Arce y Lis Arzubide) debajo del grito de guerra contra la literatura académica y adaptada aparece el nombre, junto a otros representantes de la vanguardia de la época, del poeta surrealista André Breton. El movimiento de vanguardia más importante del país acogía como suyo el espíritu de revuelta del movimiento surrealista.

Años después, 1938, cuando “el león” André Breton (bautizado así por su enorme cabeza y su pelo rizado) visitó las tierras de Villa y Zapata, el ex estridentista Arqueles Vela publicó en la revista Ruta una abierta y confrontativa aversión al surrealismo y a la presencia de Breton en México. Dicho texto termina con una consigna: “¡Ellos- ustedes señor Breton- no pasarán!”

Habían pasado muchos años de la experiencia estridentista sin duda alguna. Arzubide, junto con muchos otros escritores se sumaban a una campaña de desprestigio en contra del movimiento surrealista. Y es que, a pesar de tratarse de un poeta de lejanas tierras, el vocero del movimiento surrealista incomodaba, infundía terror, mostraba su peligrosidad e incendiaba las conciencias tranquilas. La presencia de André Breton preocupaba.

Arqueles Vela no sería el único. Efraín Huerta publicó en las páginas de El nacional un verdadero grito de guerra contra el surrealismo a raíz de la presentación de Un perro Andaluz de Luis Buñuel en el Palacio de Bellas Artes.

Deambulando por la Alameda Central, según Huerta, la literatura mexicana no tendría las “pupilas rotas” como quería el surrealismo luego de ver Le chien Andalou. Huerta miembro de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios afín al Partido Comunista de México participaban de una campaña de hostigamiento en contra del movimiento surrealista. El libro de Fabienne Bradu Breton en México , publicado por el Fondo de Cultura Económica detalla con lujo de detalle esta campaña de boicot.

Tan temerosos estaban los organismos de la URSS de la visita de Breton que los comunistas franceses hicieron llegar una carta a los escritores mexicanos de la época para explicar que Breton debía ser tratada como persona “non grata”. Esta misiva, tomada del libro de Bradu, dice a la letra: “Breton es admirador declarado de Trotsky [...] temiendo que se puedan producir malentendidos [...] de ninguna manera representa el espíritu revolucionario de la literatura francesa.”

Escritores mexicanos de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, como Arqueles Vela y Huerta, junto con la Central de Trabajadores Mexicanos, (la burocracia sindical de la época), el diario El popular (dirigido por Lombardo Toledano), el Partido Comunista Mexicano realizaron una verdadera campaña de hostigamiento contra el autor de Amour Fou. Ni más ni menos. Esta campaña detallada por el libro de Fabienne Bradu es sin duda alguna un gran aportación historiográfica de la posición de los escritores y políticos mexicanos ante el movimiento artístico más radical de la época.

La radicalidad del surrealismo (y eso es lo que molestaba tanto a los miembro de la LEAR, del PCM, etc) se expresó en el terreno del a política con la oposición del movimiento a los procesos de Moscú (una gran purga dentro de la URSS), de su coherencia política ante la Guerra Civil en España (denunciando la persecución de los estalinistas en contra de Andreu Nin) y de la defensa de Victor Serge (militante anarquista y oposicionista encarcelado en por la URSS, falleció en el Eje Central en oscuras condiciones). En el terreno de la concepción del arte los surrealistas (Breton y Benjamin Peret en particular) critican duramente las concepciones artísticas dentro del marxismo oficial de la época que la reducían a propaganda política (constriñendo y quitando de todo filo subversivo al arte).

Jorge Cuesta fue el primero en simpatizar con el surrealismo, el poeta que le pareció poco, muy poco suicidarse una vez, durante la paranoia y la locura entre 1936 y 1938 escribió a propósito de André Breton a quién conoció en París: “una disposición rebelde es la que se pide a toda hora, la que lo guarda en un completo estado de desconfianza. Si se equivoca a veces, si se equivoca con frecuencia, no será por que desista de él, sino porque se empeña en conservar la rebeldía. Querida imaginación lo que amo de ti sobre todo es que tú no perdonas”. En las palabras de Breton: querida imaginación, querida imaginación...

¿Por qué preocupaba tanto a Efraín Huerta, Arqueles Vela y a Lombardo Toledano la presencia de Breton? Había mucho en juego: imaginar a Trotsky y André Breton pasear por Patzcuaro y dejar constancia de un manifiesto artístico ( a pesar de la afasia y el complejo de Cordelia del encuentro, entre los peces de André Masson) que dejará sentada una posición sobre la subordinación del ejercicio artístico y la política en los momentos más cruentos de la purga estalinista, de verdad que si preocupaba.

Preocupaba que Breton y Trotsky realizaran un manifiesto artístico, que dejara huellas para el futuro, que se despojaba de los dogmatismos del marxismo estalinista, pero y fundamentalmente dejaba sentado que el “arte debía ser libre para la revolución, y que es necesaria la revolución para la máxima libertad del arte”. Posición discordante con los postulados de la época: los artistas no debían someterse a los dictados de ningún estado, debían de ejercer libremente, subversivamente su acción creativa, su tarea romper las reglas de la civilización occidental y burguesa (en contradicción abierta con los postulados del realismo socialista) y los socialistas debían tener conciencia de la imposibilidad de dictar ordenes a los artistas, pues la emancipación del arte no se sometía a las órdenes de la política. El manifiesto exige la libertad de creación artística e intelectual dentro del socialismo:

Si, para el desarrollo de las fuerzas productivas materiales, la revolución se ve impedida a erigir un régimen socialista de plan centralizado, para la creación intelectual ella debe desde el principio establecer y asegurar un régimen anarquista de libertad individual ¡Ninguna autoridad, ningún constreñimiento, ni la menor traza de dirección! Las diversas asociaciones de sabios y los grupos colectivos de artistas que trabajaran para resolver tareas que jamás habrán sido tan grandiosas pueden surgir y desplegar un trabajo fecundo únicamente sobre la base de una libre amistad creadora, sin la menor presión del exterior.

De lo que acaba de decirse, deriva claramente que al defender la libertad de creación, no entendemos de ningún modo justificar indiferentismo político y que está lejos de nuestro pensamiento querer resucitar un llamémosle arte “puro” que más que impuras de la reacción.

De ninguna manera, tenemos una idea demasiado alta de la función del arte como para rehusarle una influencia sobre la suerte de la sociedad. Estimamos que el objetivo supremo del arte en nuestra época es participar consciente y activamente en la preparación de la revolución. Sin embargo, el artista no puede servir a la lucha emancipadora a no ser que se haya penetrado nervios y que busque libremente ver una encarnación a su mundo interior.

Con este manifiesto, Trotsky se preocupaba por denunciar y oponerse a lo que acontecía en la URSS (la censura, el disciplinamiento académico del totalitarismo estalinista de Shostakovich en la música Bulgakov en la literatura) y Breton por su parte se oponía a los artistas que convertían la creación en propaganda (Así se templó el acero de Ostrovsiki). Ambos desde un punto de vista revolucionario. Revolución y poesía se afirmaban en este manifiesto: una afinidad electiva, no una urgencia impositiva de una sobre la otra.

Ante el boicot de pensamiento impuesto por el PCM, LEAR, CTM etc., un pequeño grupo de intelectuales independiente defendió la posibilidad de que Breton presentase sus conferencias en los lugares asignados con anterioridad y describen la participación de la Universidad Nacional (¡¡¡) de la campaña: “El señor Breton se presentó el 3 de junio en salón indicado para realizar la conferencia y lo encontró vacío. Un empleado le dijo que allí no se tenía noticia alguna a propósito de la conferencia. No se envió a André Breton la menor excusa por semejante descuido. Después en las fechas 6, 10 y 13 de junio siempre escogidas por el rector de la universidad, el poeta francés encontró las puertas cerradas [...] el escritor francés halló las puertas cerradas y alguien anunció tiempo después que Breton había anunciado telefónicamente que no iría a su conferencia. ¡Gran mentira! [...] nosotros protestamos, con la mayor energía, por la incalificable conducta de las autoridades universitarias.” El pronunciamiento fue firmado por: Manuel Álvarez Bravo, Carlos Pellicer, Xavier Villaurrutia, César Moro, entre otros.

La preocupación del PCM, la CTM, del PCF, de la LEAR, que hicieron lo imposible para hacerle la vida imposible a Breton en su estancia en México tuvo su opuesto por el vértice. El hombre sin visado en el planeta (Trotsky) aconsejó, ni más ni menos, que un pequeño grupo que le custodiaba (su vida estaba en peligro, su asesinato ya estaba planificado desde entonces desde la URSS, las fuerzas de defensa de Trotsky eran minúsculas) compuesto por obreros de la construcción acompañara a Breton a sus lecturas y conferencias pues temía que las hostilidades se convirtieran en ataques físicos. El 25 de junio de 1938 Breton desafió a quienes lo consideraban persona non grata, caminaba por la Alameda Central custodiado por un pequeño grupo de obreros de la construcción afines a la IV internacional. Trotsky sabía que podría morir y dio a Breton su guardia personal.

Ese día Xavier Villaurrutia leyó junto André Breton extractos de Clé des Champs. ¿No es acaso esta formidable muestra de atención de León Trotsky una verdadera posición sobre la necesidad de la libertad transgresora y subversiva del arte, opuesta por el vértice a los dictados de la URSS? No deja de ser vigente la hipótesis de Trotsky que decía “La revolución arrancará para cada individuo el derecho no sólo al pan, sino a la poesía" así como la de Maiakovsky “es preciso arrancar la alegría al futuro”.