El artista peruano Álvaro Portales denunció este pasado jueves la censura de una exposición que inauguraba este viernes con obras e intervenciones gráficas sobre memoria histórica, derechos humanos e igualdad en Perú.
Joe Zapata @JoeAndreZB
Viernes 7 de octubre de 2016 16:17
La muestra "Cuando la gráfica es amarga. Historia memoria y opinión gráfica" fue cancelada este pasado jueves por el director de la Casa de la Identidad Regional de la ciudad de Trujillo al norte del Perú, David Calderón, cuya institución iba a albergar las obras del artista.
Calderón argumentó en un oficio entregado a Portales que la muestra no podrá ser exhibida porque "no se ajusta a los fines y objetivos para los cuales el código SNIP (Sistema Nacional De Inversión Pública) de la Casa de la Identidad fue creada".
Portales señaló que las razones esgrimidas son "ridículas" porque la exposición se organizó desde hace tres meses y "sabían perfectamente los contenidos que se manejaban, que no son nada agresivos".
El artista visual relató que los responsables de la Casa de la Identidad de Trujillo manifestaron sus reticencias a dos obras referentes a la Marca Perú, dedicada a la promoción del turismo y el comercio exterior del país.
En esas dos obras la Marca Perú aparecía relacionada al "Baguazo", un enfrentamiento en el cual los pueblos indígenas de la Amazonia peruana libraron una dura batalla por el respeto a sus tierras y territorio durante una protesta en 2009 y en el que murieron 33 personas, entre ellos indígenas, y al movimiento "Ni una menos", que ante la ultima multitudinaria movilización del 13 de Agosto realizada en el país sureño, puso sobre relieve la opresión y femicidios hacia las mujeres en el Perú.
Las otras muestras estaban relacionadas a memoria y derechos humanos con muchos hechos políticos, momentos y personajes de la sociedad peruana, como el fundador de la organización guerrillera Sendero Luminoso, Abimael Guzmán, y los expresidentes Alberto Fujimori (1990-2000) y Alan García (1985-1990 y 2006-2011).
La exposición tenía una sala dedicada enteramente al denominado "autogolpe" que Fujimori dio el 5 de abril de 1992, cuando clausuró el parlamento peruano e intervino el Poder Judicial con el apoyo de las fuerzas armadas, además de anular la Constitución de 1979, que fue reemplazada por la de 1993, vigente hasta ahora.
Otras salas tratan conflictos sociales como las multitudinarias manifestaciones de campesinos ocurridas en 2012 contra el proyecto minero "Conga".
También hay intervenciones a marcas comerciales que aluden a las grandes matanzas del conflicto interno entre los movimientos subversivos y el Estado peruano, que dejó unos 69.000 muertos entre 1980 y 2000, según el informe final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación (CVR).
Varios colectivos de arte como Centro de Comunicación Avanzada y Liberación Artística, así como diversas personalidades de artistas y gestores culturales han mostrado su solidaridad con Álvaro Portales sumándose a la denuncia de censura contra la libertades de expresión culturales, artísticas.
Portales desde su cuenta personal de Facebook pidió disculpas "a las personas que nos apoyaron desde un principio" con la difusión de la muestra "y mostraron un interés en preservar, difundir memoria y conciencia social".
Así esta nueva censura no solo pone al desnudo la falta de derechos elementales y la intolerancia no solo hacia el artista sino a lo que sus obras puedan llegar a provocar. El baño de sangre que devastó al Perú, con los múltiples conflictos sociales y políticos que atravesó el país desde el "Baguaso" hasta "Conga", la corruptela gubernamental representadas en las obras del artista influyó en esta decisión, y para “prevenir” que la perturbadora obra de Álvaro Portales pudiera causar alguna inquietud en los peruanos, censuraron la exposición. Como si ocultando las obras, se pudiera ocultar la realidad. La violencia que azotó al país desde el conflicto interno hasta la actualidad ha cobrado miles de vidas, pero la idea de que los peruanos no están preparados para ver la obra de Portales, es no sólo ridícula, sino que roza con la censura más burda.