Continuamos con la serie “Años neoliberales” y en esta ocasión relatamos la lucha de los trabajadores del Astillero Río Santiago, la única empresa del Estado que no fue privatizada en los años del menemismo. Aquí reconstruimos su lucha a través de la prensa del PTS de aquellos años.
Daniel Lencina @dani.lenci
Jueves 4 de julio
Fotomontaje: @dani.lenci
A comienzos de los años 90 en Argentina se vivió una ofensiva de la clase capitalista que llegó al punto de desmontar el aparato productivo industrial mediante una serie de privatizaciones masivas de las empresas del Estado. Para ello, el gobierno peronista de Carlos Menem se sirvió de la colaboración del partido radical (UCR) y de la complicidad de la burocracia sindical de la CGT y CTA. Por supuesto, todo el plan de recolonización del país a manos del imperialismo norteamericano contó con la supervisión del FMI y del Banco Mundial. Aunque aquí nos centraremos en el caso argentino, vale decir que se dió en un contexto internacional donde la caída del Muro de Berlín (1989) y de la URSS (1991) habían servido para propagar una ideología reaccionaria que, entre otras utopías, rezaba acerca de que la “Historia” había llegado a “su fin” y por lo tanto, el único sistema posible era el capitalismo. Sin embargo, los trabajadores y los pueblos del mundo tendrían mucho para decir, dieron muestras de resistencia a esta ofensiva. Y en algunos casos lograron imponerse. Se trata de recuperar estas historias y sus lecciones. Por eso, volvemos sobre la lucha de los trabajadores del Astillero Río Santiago que logró derrotar la privatización de uno de los astilleros más grandes de Sudamérica.
Tal como venimos reflejando en la serie “Años neoliberales”, para esta ocasión, nos serviremos de la fuente histórica que ofrece la prensa llamada“Rebelión de los Trabajadores” que publicó el Partido de Trabajadores por el Socialismo (PTS) entre los años 1991 y 1996, digitalizada por el CEIP “León Trotsky”.
Una fábrica de tradición combativa
La lucha contra el vaciamiento y la privatización en los años 90 no cayó del cielo. Entre los antecedentes más importantes encontramos que los trabajadores del Astillero Río Santiago (ARS) en los años 70´s, tenían tanto peso que hasta le ponían el nombre a los barcos e incluso llegaron a votar, en asambleas generales, que estaba prohibido hacer horas extras dado que eran parte de los obreros mejor pagos del país.
Cuando hubo que hacer la primera huelga general contra un gobierno peronista, como fue el Rodrigazo (1975) los obreros del ARS dijeron “presente” y fueron parte de la Coordinadora Interfabril de la Zona Sur del Gran Buenos Aires. Allí, se reunían las empresas más combativas de Berisso, Ensenada y La Plata. Por tal razón, los trabajadores del ARS fueron el blanco de las bandas fascistas de la Triple A bajo el último gobierno de Perón, López Rega e Isabel y en la dictadura militar (1976-1983), tuvo 46 desaparecidos, siendo la empresa con más desaparecidos en el país. Hoy, en la puerta del astillero, un monumento se erige con los nombres completos de todos esos compañeros, como parte de una pelea vigente por “memoria, verdad y justicia".
Años neoliberales: Tras las huellas del neoliberalismo en la Argentina (1989-2001)
Años neoliberales: Tras las huellas del neoliberalismo en la Argentina (1989-2001)
Bajo la dictadura, el ARS fue parte de la resistencia obrera que implicó el boicot y el sabotaje para entorpecer la superexplotación que quería imponer el Directorio, a cargo de la Marina, una de las tres fuerzas responsables del golpe de Estado.
Con la apertura democratico-burguesa en 1983, comenzó a recomponerse la actividad sindical y política dentro del astillero. Muchos trabajadores, protagonistas de antaño, dicen que el mismo parecía una universidad porque allí dentro desplegaban su programa casi todas las corrientes políticas nacionales, incluyendo al trotskismo.
A finales de los años 80 e inicios de los 90, el Directorio hizo todo lo que estuvo a su alcance para vaciar el astillero, dejándolo prácticamente paralizado. Quien haya visto el film “Los lunes al sol” puede imaginar lo dañino que es estar sin trabajo y los efectos que ello produce en la salud mental. Pero aquí, lamentablemente la realidad superó la ficción. Los trabajadores del astillero, entraban a marcar la ficha y esperaban que se cumpliera el horario de salida sin hacer nada. A esto, había que sumarle que los sueldos se cobraban cada 45 o 50 días y eran remuneraciones literalmente de hambre. Para gambetear la pobreza, muchos pedían vacaciones adelantadas y se iban a trabajar a YPF para afrontar la crisis. Por otra parte, 1600 obreros aceptaron el chantaje del “retiro voluntario” y a cambio de una cuantiosa suma de dinero, se ponían una remisería o videoclub para luego caer en la miseria. Y dos trabajadores, en distintos momentos, llegaron a la trágica decisión de quitarse la vida dentro de la planta.
Los trabajadores recuerdan aquellos tiempos como “los años de perro” del astillero. Muy a pesar de la voluntad de la conducción de ATE (Asociación de Trabajadores del Estado), los trabajadores resistieron y 1100 de ellos se negaron a aceptar los retiros voluntarios. A ese número quedó reducida la planta que en sus años dorados llegó a emplear a más de 5 mil personas. Los que optaron por quedarse en el ARS sabían que si se iban, no volverían más e incluso muchos lo consideraban como su segundo hogar, dado que desde sus gradas vieron partir a decenas de gigantescos buques que zarparon a la conquista de los ríos y los mares del mundo.
De “los años de perro” a la batalla contra el cierre en 1992
En Rebelión de los Trabajadores nº 15 del 19 de agosto de 1992, leemos una editorial que, nuevamente tiene una gran vigencia: el yugo del FMI, la complicidad de la burocracia sindical en su rol divisionista y desmoralizador de quienes intentaron resistir la ofensiva del gobierno, el papel de los gobernadores del PJ, la UCR y los partidos provinciales que en un pacto con Domingo Cavallo (ministro de Economía) se comprometían a llevar adelante el ajuste en sus provincias, despidiendo a millares de trabajadores estatales, derrumbando la educación y la salud pública. En ese ejemplar leemos también un artículo firmado por Miguel Lagos, militante del PTS y miembro del Cuerpo de Delegados. Cuenta que los trabajadores venían de una larga serie de movilizaciones por las calles platenses y lograron entrevistarse con el gobernador peronista de la Provincia de Buenos Aires, Eduardo Duhalde. Pronto el gobernador lanzó una provocación y dijo a los obreros que se vayan buscando otro laburo, porque el astillero se iba a provincializar, es decir dejaría de depender de Nación y por lo tanto, la amenaza del cierre definitivo estaba muy cerca. Veamos que dijo Miguel Lagos en el artículo mencionado: “Producto de esto, el Cuerpo de Delegados, votó la exigencia de un Plenario Provincial de Delegados de Base de ATE para discutir un Plan de Lucha unificado. Esto hizo que la burocracia de ATE llamara a una reunión de delegados, donde concurrieron compañeros del Astillero, de varios hospitales y de la administración pública. Allí se votó una marcha para el 12 y un programa que entre otros puntos plantea la lucha por un salario básico equivalente al 75% de la canasta básica familiar; la incorporación de los adicionales al básico en los distintos convenios; el rechazo al cambio de horario y los aumentos por presentismo, a la provincialización del astillero y la creación de la Zona Franca en el mismo. El documento plantea que todo este ataque a los trabajadores y el pueblo es parte de las exigencias del Plan Brady y el pago de la deuda externa”.
En el mismo artículo, se critica a los dirigentes de ATE por “posar de combativos” y a la vez plantea que si de verdad quieren enfrentar el Plan Brady, deberían convocar de forma urgente a un congreso de delegados de base para discutir un verdadero plan de lucha. Finalmente el artículo plantea que: “En Ensenada existe tradición de lucha unitaria y coordinación. La coordinadora del ensenadazo, el encuentro durante la huelga ferroviaria, son ejemplos a repetir (...) debemos llamar a los gremios con los que estuvimos unidos pero también a los docentes y estudiantes que vienen teniendo un lugar destacado en la defensa de la escuela pública” y por último, el autor invita a los compañeros del PO (Partido Obrero) y del MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores) a pelear en común por esa perspectiva.
En Rebelión de los Trabajadores nº 16 del 3 de septiembre de 1993, el astillero ya aparece en la tapa de esa edición, junto a Siderca y Celulosa. En la editorial se denuncia que la CGT amagó con un paro general contra el ajuste del gobierno pero después lo levantó. Un clásico. En las páginas centrales, una columna escrita por José Montes, dirigente del PTS y miembro del Cuerpo de Delegados, relata una protesta inédita de los trabajadores que, como dijo uno de sus célebres compañeros “Dejamos de hacer marchas para saludar estatuas y empezamos a pegar donde mas les duele”. El lector se preguntará ¿a qué se refiere? y el autor de dicha columna escribió: “‘Inédita protesta en la Bolsa’ tituló canal 13 a la movilización que realizamos los trabajadores del Astillero Río Santiago. Al grito de ‘Acá están, estos son, los que venden la nación’, entramos en el local de la Bolsa de Valores ante los aterrados ojos del personal de vigilancia, de los operadores, socios de la bolsa y alcahuetes de la Patria Financiera. Frente a ellos se encontraba la bronca acumulada por los salarios de dos palos que cobramos cada 45 días desde hace un año y medio, del vaciamiento del que fuera el Astillero más importante de Sudamérica y en repudio a la amenaza de 1800 despidos a través de la privatización-provincialización de Menem y Duhalde”. También se relata cómo se dieron las elecciones a la Junta Interna del ARS, donde la izquierda presentó una lista compuesta por activistas de la fábrica y militantes del PTS y del MST logrando el 40% de los votos.
Dejamos de hacer marchas para saludar estatuas y empezamos a pegar donde mas les duele
Ante esta situación, los trabajadores recibieron sus haberes lo cual significó un respiro para seguir la lucha. Sin embargo, el gobierno aprovechó el momento para dar un golpe audaz y ocupó el ARS con el grupo “Albatros” (división especial de la Prefectura) que entró a la fábrica un viernes por el lado del río. Como un reguero de pólvora la noticia se expandió y los trabajadores montaron una carpa y un piquete obrero para evitar el vaciamiento de maquinarias y herramientas por la puerta principal. El mismo rápidamente se convirtió en un aglutinador de trabajadores, estudiantes y familiares de los obreros del ARS que tomaron esa lucha como propia. En Rebelión de los Trabajadores n°17 del 18 de septiembre de 1992 relata aquella batalla y vemos el epígrafe de una foto que habla por sí misma: “El personal de Astilleros incendió troncos y cubiertas para bloquear los caminos de acceso a la planta de Ensenada”, decididos a todo o nada. Con ese ímpetu, avisaron que el lunes siguiente iban a entrar si o si a la empresa. A la madrugada, el piquete era realmente masivo y el grupo Albatro se tuvo que retirar entre medio de silbidos, algún que otro cascote que voló en su repudio acompañados por los insultos que se ganaron los milicos. Años después, José Montes recordaba así aquél episodio en otra entrevista: “El lunes entramos o entramos porque si tiene que haber muertos, va a haber muertos de los dos lados. Eso era cierto porque ya se había definido entre el cuerpo de delegados y el activismo, que adelante iban a ir los delegados y el sindicato y si tienen que caer serán los primeros en que caigan”.
Años neoliberales: Hiperinflación y convertibilidad: las marcas de origen del menemismo
Años neoliberales: Hiperinflación y convertibilidad: las marcas de origen del menemismo
En el siguiente número, ya se esbozan elementos de balance y del rol de la burocracia de ATE y en el artículo titulado “Con De Gennaro nada es casual”, Montes plantea las siguientes alternativas: “La posibilidad de nuestro triunfo tiene dos claves. La primera es tener claro que mientras siga este plan económico estaremos amenazados y por eso hay que derrotarlo dando una lucha que es política porque tiene que cambiar un plan por otro, es decir tener un programa de los trabajadores contra el de la patronal y el gobierno.
La segunda es que esa pelea no la podemos dar los trabajadores de Astilleros solos y por eso necesitamos unirnos con todos los estatales y los de otros gremios que quieran luchar por este programa junto a nosotros. Eso no se puede hacer con la actual dirección del sindicato”.
La lucha por la reincorporación del Cuerpo de Delegados en 1995
Todo lo que fuimos reconstruyendo hasta aquí es indisoluble de la pelea que en 1995 dieron los trabajadores del ARS para evitar el descabezamiento de su organización sindical de base: el Cuerpo de Delegados por sección. Derrotar la combatividad del astillero se había convertido en una apuesta estratégica del gobierno peronista para lograr la privatización. Vale aclarar que a esa altura el astillero ya había pasado a manos de la gestión provincial.
La tapa de Rebelión de los Trabajadores n° 83 tituló: “¡Viva el paro por tiempo indeterminado del Astillero!” acompañado por una foto de los dirigentes despedidos, formando una cadena compacta, tomados del brazo y avanzando por las calles platenses. Solo la portada transmite mucha fuerza y esa edición dedica 3 páginas completas a contar la lucha. Entre otras consignas los trabajadores coreaban “Delegado, si te sacan un segundo, astillero va luchar”. Aquí empezó a escribirse una nueva página de esta historia: la unidad entre efectivos y contratados. Las entrevistas que leemos en la edición mencionada no dejan lugar a dudas de la claridad de sus protagonistas: si el gobierno avanzaba con el despido de los delegados, el segundo paso era despedir a 400 contratados. Pero, como los trabajadores unieron en la lucha de clases lo que la burocracia quería dividir, y soldaron esa unidad como tantos barcos construyeron. Y con esa potencia, solo confiando en sus propias fuerzas y en la unidad con otros sectores de trabajadores y estudiantes la tapa del siguiente número de Rebelión de los Trabajadores dice: “Reincorporaron a los 13 delegados. Se ganó el primer round, la pelea sigue". En sus páginas leemos que la pelea se ganó porque la unidad de la fábrica no fue quebrada en ningún momento. Al mismo tiempo las especulaciones electorales del gobernador empañarían su candidatura si la lucha de clases seguía creciendo y mas aún cuando la editorial del periódico en cuestión hace referencia a una rebelión de trabajadores estatales de la provincia de Río Negro.
Años neoliberales: Las bases rebeldes: los ferroviarios en huelga contra la privatización en 1991
Años neoliberales: Las bases rebeldes: los ferroviarios en huelga contra la privatización en 1991
A pesar del amedrentamiento los contratados se la jugaron en la pelea, sosteniendo el paro y poniendo el cuerpo. Algunos de ellos decían que se sumaron porque sabían que si perdían esa pelea su destino estaba claro: pasar a engrosar las filas de los desocupados. Y finalmente, el rol de la Lista Marrón (integrada por los militantes del PTS y obreros independientes) apostó todo el tiempo a que los trabajadores confíen sus propias fuerzas y pusieron en evidencia el rol de la burocracia y el gobierno. Por otra parte, repartieron Boletines informativos para contar la marcha del conflicto y difundir su programa de lucha que, según los protagonistas, fue el único boletín repartido masivamente que llegó hasta el último rincón del astillero. Sin embargo, la prensa advierte que se ganó un round pero la pelea sigue, en línea con lo expresado en la portada.
Conclusión
A lo largo de este artículo hemos relatado algunos de los hitos más importantes de la lucha de los trabajadores del ARS. Si bien su historia es inabarcable para un solo artículo, queríamos ofrecer de primera mano la fuente histórica que ofrece el periódico “Rebelión de los Trabajadores”.
Ni la Triple A, ni la dictadura militar, ni el ahogo económico de fines de los 80’s, ni menos aún los intentos privatizadores de Menem y Duhalde pudieron quebrar la espina dorsal de los trabajadores. Su lucha quedará en las páginas gloriosas de la historia del movimiento obrero argentino debido a su alto voltaje de combatividad: hasta el día de hoy es la única empresa que no fue privatizada en los años neoliberales.
La historia del astillero contra la privatización es una piña muy dura contra la resignación y el escepticismo que tanto pregonan hoy en día la burocracia sindical y el peronismo que dirige los sindicatos más importantes del país. Sus enseñanzas son lecciones para el presente y, sobre todo, para preparar los combates del futuro. Esperamos, humildemente, haber aportado al conocimiento y divulgación de una gran historia que merece ser contada, aprehendida y difundida entre las nuevas generaciones de luchadores y luchadoras.
Finalmente, dedico este artículo a la memoria de los 46 trabajadores desaparecidos en la última dictadura militar, por siempre estarán presentes en la memoria y en cada nueva batalla por venir.
Daniel Lencina
Nacido en Buenos Aires en 1980, vive en la Zona Norte del GBA. Integrante del Partido de los Trabajadores Socialistas desde 1997, es coeditor de Diez días que estremecieron el mundo de John Reed (Ed. IPS, 2017) y autor de diversos artículos de historia y cultura.