El régimen político peruano apostó al centroderechista Francisco Sagasti para aplacar el descontento del pueblo
Martes 17 de noviembre de 2020 19:59
EFE/ Paolo Aguilar
Pasadas las 17:00 hora local, luego de tomar lista a los legisladores presentes, juramentó como presidente Francisco Rafael Sagasti Hochhausler, la esperanza del régimen peruano para cerrar la crisis abierta luego de la vacancia (destitución) del presidente Vizcarra el 9 de noviembre.
Sagasti, del Partido Morado, no votó a favor de la vacancia y por eso es visto como uno de los pocos políticos que no están manchados por la corrupción. Asumirá la presidencia hasta el 28 de julio del 2021, cuando le entregará las riendas del ejecutivo al ganador de las elecciones de abril del próximo año. Mirtha Esther Vásquez del neorreformista Frente Amplio quedará como presidenta del Congreso. Con estas designaciones se pretende quedar bien con la juventud que fue la principal participante de las manifestaciones que se desataron la semana pasada.
La sesión fue presidida por Vazquez que comenzó recordando a los muertos por el covid-19 e hizo un homenaje a los dos fallecidos a manos de la policía durante la brutal represión policial el pasado sábado. Una muestra de cinismo por parte de todo el arco político que es responsable de la crisis profunda que vive el país.
Al momento de su juramentación, Sagasti se comprometió a respetar y hacer respetar la Constitución fujimorista de 1993 y a reconocer la “importancia de la iglesia católica en la formación de los peruanos”. Al iniciar su discurso de asunción saludo y agradeció a los dos jóvenes “lamentablemente fallecidos” y sus familias, presentes en la ceremonia, y más adelante hizo un llamado a que los jóvenes mantengan la calma y ecuanimidad. Este guiño a los jóvenes, a los que también llamó “defensores de la democracia” es un claro reconocimiento a la energía de una juventud a la que las décadas de neoliberalismo dejaron en una situación terrible y que hoy tiene poco que perder.
Dedicó varios pasajes de su discurso a describir las crisis de la pandemia y el cambio climático, pintando la realidad del Perú como catastrófica pero no sería responsabilidad de ninguno de los políticos actuales. No dijo ni una palabra de la larga noche del neoliberalismo de la que el país aún no ha salido. En el terreno económico dijo que “garantizarán estabilidad económica y equilibrio fiscal”, lo cual implica más medidas de ajuste para el pueblo trabajador.
Reconoció que los miembros de la clase política “no hemos estado a la altura” y “no hemos sabido escuchar y responder” a las legítimas demandas de peruanos y peruanas. A renglón seguido apeló a esa misma clase política, profundamente deslegitimada, a trabajar unidos en pos de un futuro para el país, sin explicar mucho en qué consiste ni cuándo vendrá ese futuro.
En un claro reproche a quienes impulsaron la vacancia presidencial sin tener un plan de salida dijo que los mecanismos de control democrático no deben desestabilizar al país, parándose claramente como el último defensor del régimen político. En un paso más allá instó al Tribunal Constitucional a que, con la sentencia que deberá emitir el miércoles 18, “permita un mejor uso de los pesos y contrapesos de la constitución”. Concluyó su discurso haciendo un llamado a la confianza y la esperanza en los jóvenes lo cual tiene que ver con oxigenar al régimen de 1993.
Recordemos que el Perú se encontraba desde el mediodía del domingo en medio de un vacío de Gobierno. El presidente ilegítimo que había asumido tras la destitución de Martín Vizcarra, Manuel Merino, cayó tras una semana de movilizaciones. Completamente cuestionado, el mandato de Merino solo duró 5 días.
Luego de frenéticas negociaciones y maniobras, finalmente el lunes se llegó a un acuerdo entre los partidos del régimen para presentar una lista para la presidencia del congreso y así, por linea sucesoria, a la presidencia del país. Toda esta situación mostró la profunda descomposición del régimen político peruano y su deslegitimación ante el pueblo trabajador. Se presentaron y retiraron listas, se realizaron varias votaciones el domingo que no llegaron a ningún lado. El mismo lunes, en el espacio de una hora, se presentó una lista para la mesa directiva del congreso y se retiró 5 minutos antes de la votación.
El nuevo Gobierno encabezado por Sagasti expresa la concertación entre la mayoría de los grupos políticos que representan a las diversas facciones burguesas que desde buen tiempo atrás se enfrentan por el control de los poderes del estado. La principal motivación que ha llevado a estos sectores a unificarse en torno a la figura de Sagasti, es el temor a que las movilizaciones que se iniciaron con el cuestionamiento a Manuel Merino alcancen dimensiones mayores y comprometan la participación de la clase trabajadora que ya anunció una movilización nacional para el miércoles 18 de noviembre.