Hace unos días salieron a la luz las macabras imágenes de 3 marinos golpeando a un migrante colombiano en situación de calle hasta provocarle la muerte. Lejos de resolverse con la dada de baja por parte de la Armada, ¿Qué factores promueven el racismo y la xenofobia en Chile? o ¿es el racismo una característica intrínseca de las y los chilenos? Por otro lado, ¿las fuerzas represivas del Estado gozan hoy de mayor impunidad para poder reprimir?
Domingo 21 de mayo de 2023
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Las migraciones no son fenómenos nuevos en el mundo. Quienes abandonan sus países, principalmente lo hacen en la búsqueda de un trabajo, luchando por la supervivencia frente a la pobreza, las guerras, los conflictos internos y las circunstancias que ponen en peligro sus vidas y la de sus familias. Los migrantes son personas que se ven expulsadas de sus países, provenientes generalmente de sectores vulnerables y empobrecidos, un fenómeno que hoy en día se conjuga con las facilidades empresariales que tienen para explotar la fuerza de trabajo extranjera. Si bien racismo y xenofobia, son dos fenómenos relacionados, tienen por un lado similitudes, sobre todo los rasgos que terminan potenciando la discriminación, como lo es la posición de clase, es decir, lo importante es si “el migrante es pobre o no”.
De hecho, quienes son denominados migrantes en Chile, pertenecen por lo general a 4 países: Colombia, Venezuela, Perú y Bolivia. En cambio, estadounidenses, españoles, incluso argentinos, son considerados no como migrantes, sino como “extranjeros”. Es tan sutil la diferencia, pero esconde detrás todo un discurso racista y xenofóbico que tiene sus responsables.
¿Por qué hay racismo y xenofobia en Chile?
Lejos de cualquier interpretación que pretenda reducir el problema del racismo o la xenofobia, a frases como “los chilenos somos”, es preferible estudiar cuál ha sido la posición del estado y sus representantes, a lo largo de la historia del país.
Hace unos días, las imágenes captadas donde se ve como 3 marinos golpean a una persona migrante en situación de calle, son macabras. Si bien la institución intenta desmarcarse de la situación, ¿Cuál es el rol que han cumplido las fuerzas represivas hacia las y los migrantes?
El caso de Joane Florvil, mujer haitiana y afrodescendiente, es un claro ejemplo del racismo institucional.
O el caso de Gabriela Blas, la pastora Aymara acusada de extraviar a su hijo también es parte del prontuario que tienen estas instituciones. Ambos casos son parte de una larga lista que las fuerzas represivas llevan consigo, y que no solo se reduce a una discriminación social a migrantes pobres, sino que también el abuso a mujeres, pueblos originarios, comunidad LGTBI+, etc. Las actuales leyes represivas como la ley Naín-Retamal de gatillo fácil, solo otorgan mayor impunidad para que la policía pueda hacer lo que se le plazca, tal como ocurrió hace unas semanas con un trabajador de Uber venezolano, que fue impactado por la espalda por funcionarios de carabineros.
Las instituciones del estado por su parte cumplen un rol fundamental en preservar esta discriminación. No solo son las fuerzas represivas o el sistema de justicia, sino que las múltiples acusaciones de organizaciones pro migrantes incluyen la dificultad para poder acceder a los documentos requeridos en la legislación chilena. Muchas veces hay una espera de meses para la entrega de documentos, lo que solo fortalece el trabajo en negro, el trabajo ilegal, del cual se apropian empresarios usureros. Es toda una maquinaria que funciona de conjunto para crear un enemigo "externo", a quien se le atribuye además la responsabilidad de que no haya trabajo, lavándose las manos toda la clase empresarial.
Las leyes que se han venido aprobando desde la derecha junto al gobierno de Gabriel Boric, como la ley de infraestructura crítica, permite la militarización de las fronteras. Las exigencias de fiscales nacionales para poder pasar de inmediato a indocumentados a prisión preventiva, son parte de las facultades que tienen que enfrentar quienes migran, sumado a todo el abuso policial. Recientemente, más de 400 personas se encontraban atrapadas en la frontera, sin poder salir de Chile hacia Perú. Se van de Chile diciendo que es insostenible con las leyes que se han venido aprobando y que permiten el abuso policial, pero sobre todo, por el agravamiento de las condiciones de vida, que se potenciaron después de la pandemia. Si bien desde Venezuela se envió un avión para el regreso de muchos ciudadanos venezolanos, hay cientos que siguen con total incertidumbre sobre su destino. Organizaciones de derechos humanos han venido planteando que este problema solo se le están poniendo paños fríos, pero que no se ha acabado.
Por otro lado, los medios de comunicación cumplen un rol fundamental en promover el racismo y la xenofobia. No hay que olvidar que sus dueños son los grandes empresarios, es por esto que podemos ver durante horas y horas, matinales y noticieros, prensa escrita y digital, toda una campaña ideologizante contra las y los migrantes (pobres), vinculando “migración a delincuencia”, entre otras cosas. Quienes sacan provecho de esta criminalización a las y los migrantes, son quienes luego pueden contratarlos con peores salarios, sin derechos básicos tanto sociales como laborales.
Desde ya, no podríamos afirmar que los “chilenos somos racistas” como esos discursos “esencialistas” que tienden a justificar estas prácticas discriminatorias, sino que hay toda una estructura social que promueve el racismo de múltiples formas, tanto culturales, pero también económicas. De todo esto es responsable el Estado, pero también quienes encabezan sus instituciones, partiendo por el gobierno de Chile que viene teniendo políticas que esconden por debajo toda una practica discriminatoria de racismo y xenofobia. Solo la unidad para enfrentar la compleja situación económica que atraviesa el conjunto de la población nativa y extranjera, puede romper cualquier tipo de discriminación y acabar con estas divisiones que pretenden imponernos. Para que la frase, tan recordada en la escuela Santa María de Iquique, por obreros bolivianos y peruanos de que “Con los chilenos vinimos y con los chilenos morimos”, sea solo el comienzo de una unidad que pueda acabar con los límites nacionales que nos imponen los Estados y sus gobiernos, para pelear por la necesidad de una Confederación de Republicas Obreras de Latinoamérica como parte de un camino hacia la unidad socialista de América Latina, como perspectiva que hermane a todos los pueblos oprimidos del continente para luchar contra su verdadero enemigo, el sistema capitalista.