Es la quinta llamada que tienen ambos mandatarios desde que asumió Biden y la segunda desde el inicio de la guerra en Ucrania. La tensión por las persistentes amenazas de EE. UU. de "defender a Taiwán", el comercio, la inflación y la relación con Rusia, como telón de fondo.
Jueves 28 de julio de 2022 13:13
La llamada de este jueves, que duró dos horas, es la quinta desde que Biden llegó al poder en 2021. La conversación con su homólogo chino, Xi Jinping, estuvo esta vez teñida por el trasfondo de la invasión Rusa y guerra en Ucrania, las tensiones por las permanentes amenazas de EE. UU. de "defender a Taiwán" y los aranceles estadounidenses y la situación económica mundial.
El posible viaje a Taiwán de la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, generó la inmediata reacción de China que dijo que "repondería con firmeza".
Pelosi anunció sus planes de ir a Taiwán en abril, pero tuvo que suspender el viaje por contraer covid-19, y ahora, según algunos medios estadounidenses, está haciendo preparativos para visitar la isla este verano, aunque su oficina no ha hecho todavía ningún anuncio oficial.
Sería la primera visita de un presidente de la Cámara de Representantes de EE.UU. desde 1997, cuando el republicano Newt Gingrich visitó la isla.
El Gobierno chino ha dejado claro que percibe el viaje como una amenaza y, ayer mismo, el portavoz de la Cancillería, Zhao Lijian, avisó que su país "responderá con firmeza" y EE.UU. tendrá que "asumir todas las consecuencias" que surjan de la posible visita de Pelosi.
Taiwán es uno de los mayores motivos de fricción entre China y Estados Unidos, debido sobre todo a que Washington es el principal suministrador de armas de Taiwán y su mayor aliado militar en caso de un eventual conflicto bélico con China. En 1979, tras romper los lazos diplomáticos con Taipéi y establecerlos con Pekín, Estados Unidos adoptó el Acta de Relaciones de Taiwán, en la que se comprometía con la defensa de la isla y el suministro de equipos bélicos.
Hace tan solo dos meses Biden aseguró que "defendería militarmente a Taiwan si China ataca la isla". Lo hizo durante una conferencia de prensa en Japón, y más tarde funcionarios de su Gobierno tuvieron que salir a matizar la declaración.
En el marco de su decadencia hegemónica a nivel mundial, Estados Unidos hace años que viene poniendo a Rusia y particularmente China como las principales "amenazas" a su seguridad. Obama inauguró el llamado "pivote hacia Asia" para destinar los recursos que estaban involucrados en Medio Oriente y transladarlos a los mares de China y sus alrededores. Lo que implica la militarización de las aguas y acuerdos comerciales y militares con sus vecinos. A su tiempo, Donald Trump abandonó la “guerra contra el terrorismo” para pasar a una hipotesis de “competencia estratégica interestatal” identificando a China y Rusia como sus enemigos principales.
Sin embargo, no son pocos los analistas que recomiendan a Estados Unidos bajar la retórica bélicista e ir a un escenario de distención que les permita prepararse realmente para un enfrentamiento bélico de dimensiones. Algo que hoy no podrían afrontar.
Pero, más allá de las especulaciones y las recomendaciones, el rumbo de la economía mundial y la guerra en Ucrania, la inflación, un horizonte de recesión (junto al aumento de la lucha de clases), agudizan las tensiones geopolíticas día a día, generando una dinámica propia que no necesariamente respeta los tiempos de los "llamados telefónicos" y la diplomacia.