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Bitcoin y otras blockchain: una crítica al mundo cripto desde una perspectiva marxista

Martín Mikori

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Ilustración: @marnedelcu

Bitcoin y otras blockchain: una crítica al mundo cripto desde una perspectiva marxista

Martín Mikori

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Aunque el mundo cripto quiera presentarse como una transformación de las instituciones tradicionales, como por ejemplo la banca, mantiene de fondo toda la esencia: capitales privados organizados en función de maximizar ganancias y no en tecnología que mejore el bienestar general. Sus supuestos aportes cómo dinero no regulado por el Estado y la descentralización en la forma de gestionar, no parecen poner en cuestión los problemas de fondo y no aportan ninguna utilidad real.

Una breve introducción al mundo cripto y sus instrumentos

Para comenzar a descomponer un poco todo el mundo cripto podemos hacer una breve descripción de las diferentes cosas que vienen dando vueltas.

Bitcoin es una criptomoneda (la más famosa) y al igual que otras (Ethereum, Binance coin, dogecoin) su principal particularidad en relación al dinero que se utiliza en la actualidad (fiduciario) es que funciona de manera descentralizada. Es decir, no hay una institución central que regule o autorice la circulación de la moneda, sino que es la propia red la que verifica las transacciones. ¿Cómo lo hace? Utilizando una tecnología conocida como blockchain.

Blockchain es esta tecnología que permite de una manera computacional que exista una red descentralizada y segura que verifique todo eso. En la actualidad su principal uso siguen siendo las criptomonedas, aunque no es el único ¿Cómo funciona?

Intentando explicarlo de una manera sencilla, la red funciona como un sistema de contabilidad múltiple donde los validadores (de ahora en más mineros) tienen que autorizar las transacciones y de esa manera generar una nueva foto del “libro balance” para que todos lo repliquen. Así la red reemplaza el rol de una institución central. Entonces todos los balances de las personas (anonimizadas vía nicknames) se encuentran públicos.

El desafío de verificación de la red es evitar que haya fraude o un minero publique un libro contable falso, por lo que la tarea del minero consiste en hacer las pruebas de trabajo. Esto básicamente es acertar un número secreto aleatorio. Cada vez que se producen las transacciones, los mineros utilizan el poder computacional para probar muchas combinaciones hasta acertar el número. Cuando eso sucede, la transacción es verificada y de esta manera se envía a toda la red para que actualicen los libros contables. Dado que cada bloque se encripta de una manera irreproducible, el hecho de que cada nuevo bloque comienza con el bloque anterior genera que la probabilidad que el mismo sea falsificado sea prácticamente 0, ya que el fraudulento debería tener más poder computacional que toda la red junta. Esta es el alma de la red: una moneda que se verifica de manera descentralizada y que por diseño de seguridad requiere una red muy grande que consume mucho poder computacional. Esto significa mucha energía (aunque es difícil la estimación se calcula que solo bitcoin consume lo mismo que todo Argentina), mucho hardware (computadoras especiales que están optimizadas para minar) y muchas personas dedicadas a mantener esta minería. A cambio los mineros reciben una recompensa cada vez que verifican esa transacción (un porcentaje de moneda). Dado que la red es cada vez más compleja los costos computacionales crecen y la única manera que sigan existiendo mineros es que el precio siga subiendo.

¿Cuáles son sus fundamentos y la ideología detrás de eso?

Para explicar las criptomonedas hay que remontarse primero a su creación. En 2009, bajo un nombre anónimo, Satoshi Nakamoto publicó un paper desarrollando esta teoría. Esto se dio 1 año después de la gran crisis de 2008, cuando estalló la burbuja financiera que había crecido durante los años anteriores debido a la sed de los bancos de buscar nuevas formas de maximizar ganancias y poner recursos financieros en créditos inmobiliarios apoyados por la desregulación. Esta crisis hipotecaria, arrastró a los bancos en el resto del mundo debido a la internacionalización del mercado de hipotecas y sus derivados y por el rol de los bancos de inversión de Estados Unidos. Esto generó aumento de desempleo, pérdida de viviendas de quienes no podían pagar, y un odio generalizado a la banca.

Los fundamentos de las criptomonedas se basan en esto: los bancos (y así también los países) nos llevaron a esta crisis por lo cual es momento de pasar por encima de ellos. Para hacer esto hay que ir por una red que nos permita operar.

Por lo tanto para entender si las criptomonedas y el blockchain son un aporte a la sociedad tenemos que discutir dos grandes elementos: la función del dinero en el caso de las monedas y la utilidad de la descentralización tanto en monedas como en sus diferentes aplicaciones de blockchain.

La función del dinero

Podemos decir que dentro de las funciones del dinero, las más destacadas son actuar como medio de pago, como unidad de medida y como reserva de valor

Ahora las criptomonedas como medio de pago no tiene mucho que aportar, ya que el gran costo que tiene cada transacción y sus límites técnicos antes descritos hacen poco probable que se pueda utilizar en el volumen de transacciones existentes en la actualidad. Hoy es más caro validar una compra de una gaseosa que el propio producto.

En relación con la unidad de medida, no parece un buen equivalente dado la variabilidad del precio que tienen estos activos.

Finalmente como reserva de valor, como un patrón oro, podría tener más sentido. La realidad actual es que más bien y debido a su alta variabilidad se utiliza como un instrumento de especulación financiera más que de preservar el valor de un ahorro. Por ejemplo si cobrás una indemnización es poco probable que quieras guardar tu dinero en bitcoin, mientras que sí está más pensado para quienes tienen bastante sobrante y pueden querer especular para ganar con la timba financiera.

Es posible que con el pasar del tiempo la tecnología vaya evolucionando para superar este actual límite (incluso existen algunas monedas que utilizan otros métodos de validación como proof of stake). Por eso, si bien es importante destacar su estado actual, el consumo energético y sus limitaciones técnicas no son su principal problema.

El dinero como moneda es el dinero en el cual un estado le da un curso legal forzoso en una determinada geografía. La particularidad que aparece en las criptomonedas es que ya no hay un Estado garante de la misma, sino en la red que es algo que queda un poco difuso.

Si bien las criptomonedas nacieron con una ideología en contra del Estado regulador, en la práctica no ha generado ningún cambio disruptivo y el sistema financiero las está adoptando como un activo más de la cartera. La realidad es que cada vez están más integradas.

¿Hay utilidad en la descentralización?

El funcionamiento y las supuestas ventajas del mundo cripto, ya sea las monedas, el criptoarte (básicamente poder comprar/vender arte digital), los contratos inteligentes que vienen en crecimiento (poder hacer operaciones más complejas y que el resto valide como la compraventa de propiedades, historial médico, sistema de votación) están basados en esta descentralización que permite que la red verifique.

Ahora ¿existe un beneficio real en la descentralización?

La verificación de una transacción, es decir, el manejo de la contabilidad no parece un inconveniente real que tienen los bancos como instituciones que centralizan operaciones. El problema radica en sus objetivos como instituciones burguesas de maximizar ganancias por lo que sus objetivos de rentabilidad entran en contradicción con las aspiraciones de la satisfacción de las grandes mayorías de la clase trabajadora y sectores populares. En este aspecto, tanto los bancos como las cripto mantienen sus mismos objetivos. Con altas tasas de interés, prestando dinero que no es necesariamente el más útil para la sociedad de conjunto (como por ejemplo dinero para comprar acciones en lugar de que sea utilizado para hacer viviendas), haciendo lobby en los países para aumentar la desregulación y poder hacer operaciones más riesgosas que generen más ganancias. El rol de los bancos en el desigual reparto de los efectos de la crisis y en la amplificación de shocks como el de 2008 es inseparable de su carácter de corporaciones con objetivos de obtener beneficios. Es por eso que la utilidad no parece estar en una red que verifique, sino en un sistema bancario estatal que no esté en función de unos pocos, sino que pueda planificar las finanzas y dirigir el crédito para desarrollar las actividades más importantes según las necesidades sociales.

Entonces, ¿qué utilidad tiene la descentralización? Los defensores del mundo cripto, en su mayoría también promotores del capitalismo y del libre mercado, son más próximos a un anarcocapitalismo, es decir una defensa a la propiedad privada sin la intervención de instituciones burguesas o de las propias naciones que permitan a los “ciudadanos libres” hacer uso de ese intercambio (y garantía) de propiedad privada.

En ese sentido, esta descentralización, además tiene sus problemas. En primer lugar, el gran gasto energético que tienen y sus limitaciones técnicas. Por ejemplo en bitcoin se pueden realizar 20 transacciones por segundo mientras que las marcas tradicionales realizan decenas de miles por segundo. Es por ello que esta moneda no escala para operaciones en su función de dinero como intercambio por mercancías (al menos baratas) por su alto costo. Para solucionar esto, aparecieron otras herramientas como Ethereum o Solana que mejoran un poco el costo de procesamiento y además introducen algunas opciones, aunque contradictorias, donde ciertas exchanges (grandes operadores de mercado) pueden colaborar para la compraventa fuera de la cadena (lo que evita los grandes costos) o cambian un poco la tecnología de validación; pero sigue siendo una traba importante en la descentralización. En segundo lugar, otra característica que tienen estas monedas es su falta de transparencia. Al ser pública toda la información, la misma está anonimizada. Para los principales usuarios esto posiblemente sea una ventaja ya que permite en la práctica la evasión impositiva (ya que se realizan operaciones de la que nadie se entera por lo que no se puede cobrar impuestos) y también los negocios ilegales ya que no deja ningún rastro. Ambas son ampliamente conocidas como prácticas recurrentes en el mundo cripto.

Es decir, en su uso actual las criptomonedas no sirven como reserva de valor (por su volatilidad) ni como medio de pago (por su alto costo). Se utilizan principalmente para especulación financiera (la valoración bursátil de las criptomonedas oscila los 2 billones de dólares) o para operaciones que pretenden estar fuera de la lupa de los reguladores.

Saliendo de las monedas, uno de los puntos más resonantes en el último tiempo son los contratos inteligentes (el caso de Ethereum como pionero en este rubro) que posibilitan utilizar la red ya no solamente para transacciones de criptomonedas, sino también para ejecución de contratos. Los mismos serían pedazos de código que la red verifica si se cumple.

Acá podemos ver diversos ejemplos. El principal es similar al sistema financiero tradicional: créditos, seguros, inversiones. En estos casos lo que opera es el contrato inteligente: en lugar de validar una transacción, la tecnología valida un contrato (empresa A le presta $100 a B con una tasa de interés del 10 % a devolver en 12 cuotas consecutivas e iguales). Se verifica esto, se ponen las garantías necesarias para la operación y luego se ejecutan una serie de pasos validados para que esto funcione. Pero volvemos al punto anterior: no hay un problema tecnológico en cómo funcionan los bancos, aseguradores o fondos de inversión tradicionales, es un problema político-económico de cómo están orquestados. Tener esto en el mercado cripto no cambia el esquema: instituciones con acumulación de dinero haciendo plata por esta intermediación. Es el caso de Binance, la compañía cripto más grande del mundo y hasta MercadoLibre que ha anunciado hace poco el lanzamiento de sus criptomonedas (melicoin). No es la tecnología el problema, es el capitalismo.

Otro ejemplo de iniciativas que están creciendo es la del criptoarte (conocido como NFTs) que permite la compraventa de activos digitales. Este mundo ha llegado a cosas absurdas como la compra de un tweet por 2,9 millones de dólares y hasta 69 millones de dólares por una obra de arte digital. Criptoarte, en definitiva, es otra forma clara de cómo se utiliza esta tecnología en favor del resguardo de la propiedad privada y que no está exenta de excentricidades como estas.

También es bastante conocido el caso del sistema de identidad digital. En Argentina tuvimos el partido de la red y el fundador de Ethereum (Vitalik Buterin) reivindicó proof of humanity como una empresa que es vanguardia en esto. Uno de sus posibles usos es un sistema de votación. Dado que uno valida su identidad, estará “garantizado” el voto democrático. El sistema actual de democracia burguesa (con votos cada dos años y una campaña orientada principalmente a partidos tradicionales) separa las principales decisiones de la política y la economía de las grandes mayorías. Pago de la deuda, tarifas, inversión estatal, entre muchas otras cosas más, las definen los gobiernos de turno junto con los grupos económicos que sí “votan todos los días”. Está claro entonces que los límites de la democracia no son tecnológicos sino políticos. Por lo que para ir hacia un sistema realmente democrático, la deliberación y resolución debería estar en constante debate popular y para que esto sea posible, necesitamos que estén garantizadas las necesidades básicas de la población y realizar una reducción de la jornada laboral, entre otras cuestiones, que permita tener tiempo disponible para poder pensar los problemas de la sociedad, involucrarse, opinar y decidir. En el sistema actual, por más desarrollo tecnológico posible, esto no va a aumentar la democracia.

Ilustracion: @marnedelcu

Conclusión

En definitiva, la tecnología blockchain tiene cosas interesantes y es posible incluso que siga evolucionando con el correr de nuevos desarrollos. Pero es importante discutir aplicaciones concretas que resuelvan problemas reales a los que estamos enfrentados. Estos problemas no pueden ser pensados únicamente desde un enfoque técnico, sino como un complemento entre la tecnología, la política y la economía.

Los usos actuales distan de resolver nada de esto: monedas para especulación financiera, evasión impositiva, sistemas de créditos que mantienen el enfoque tradicional de maximizar ganancias, garantías de la propiedad privada como en el caso de los contratos inteligentes.

La idea central pasa por la idea de superar las instituciones tradicionales y la regulación de los países, pero con un enfoque de maximizar el libre mercado. Es por eso que es importante debatir estos temas, complejos a la vista, para entender que los problemas actuales no son tecnológicos y que todos estos avances deberían estar puestos para mejorar la calidad de vida de las grandes mayorías. Como por ejemplo una nacionalización de los bancos para un manejo orientado a las necesidades sociales de las finanzas y un monopolio del comercio exterior. En relación a la tecnología, también es importante debatir cómo aprovechar todos los avances y el talento humano (que hoy en su mayoría están en cripto o grandes multinacionales tecnológicas) para ponerla en función de las necesidades reales, para planificar la economía, la relación que tenemos con la naturaleza y organismos democráticos de decisión para de una vez pasar, como decía Marx del reino de la necesidad al reino de la libertad.


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